Quijotes del siglo XXI: las 9 especies españolas amenazadas de extinción

1. Actores de derechas

¿Dónde está el James Woods español? ¿El Clint Eastwood de La Mancha? ¿El Mel Gibson de Malasaña? El sector del cine español es ideológicamente monocorde, profesionalmente cobarde, estéticamente meapilas, psicológicamente zalamero, espiritualmente piadoso y políticamente monolítico. Es decir, soporíferamente beato. Y sólo hace falta acercar un micrófono al morro de cualquiera de sus caras más conocidas para que esta escupa una lluvia de tópicos guerracivilistas, cavernícolas y resentidos contra no menos del 50% de los ciudadanos españoles. Para encontrar a un profesional del sector del espectáculo de derechas, en fin, hay que ampliar el campo de búsqueda mucho más allá del cine, allí donde moran Alaska o incluso un Pablo Motos al que se le suponen simpatías "ciudadanas". Eso sí, jamás confirmadas.

2. Socialistas con principios

Esos capaces de renunciar a cargos y privilegios para darse de baja del partido y anunciar su apoyo a otras políticas diferentes a las ejecutadas por el PSOE durante los últimos años. No se incluyen en este apartado a esos socialistas que reniegan de su partido una semana antes de la jubilación o cuando ya no aspiran a ningún cargo relevante. Y no me hagan mencionar el nombre de Alfonso Guerra. En cualquier caso, el socialista con principios es una especie de la que no se conoce ningún avistamiento durante los últimos cuarenta años, así que cabe la posibilidad de que su existencia sea un mito, como la del yeti o la del monstruo del lago Ness.

3. LGBT que votan a Ciudadanos, PP o Vox

En España no existen partidos progresistas sino movimientos, que son otra cosa muy diferente. Los movimientos, a diferencia de los partidos, son vocacionalmente totalitarios y buscan dictar o corregir la voluntad de los ciudadanos desde las instituciones o desde fuera de ellas. Y eso se consigue gracias a asociaciones sumisas, medios afines, plataformas culturales, regímenes clientelares y otras herramientas de presión social fuertemente subvencionadas. De ahí los periódicos linchamientos que sufren aquellos LGBT ajenos al movimiento que dicen ser votantes de Ciudadanos, PP o Vox. Los tribunales de la Santa Inquisición contra los herejes de la fe única siguen vivos a día de hoy en España, efectivamente. Pero están en manos de la izquierda y de esas minorías sexuales, religiosas y raciales cuya única actividad conocida es la del señalamiento, la humillación y la demonización del desafecto.

4. Millennials liberales

Aunque en sentido estricto la generación millennial es la nacida entre 1980 y 1996, es decir la que ahora ronda los 23-39 años, el término ha acabado utilizándose en sentido coloquial para etiquetar a todos los jóvenes de entre 15 y 25 años. Esos que, siendo rigurosos, pertenecerían más bien a la llamada Generación Z o centennial. La distinción es, en cualquier caso, intrascendente a los efectos de este artículo. Encontrar a un español liberal de menos de cuarenta años es hoy día una labor no ya titánica, sino homérica. Haberlos haylos, como las meigas, pero andan escondidos en sus cuentas anónimas de Twitter con el objetivo, lógico por otro lado, de no ser señalados por sus coetáneos del liberticidio, el gulag mental y el estatismo del bolsillo, la bragueta y las mentes.

5. Periodistas de derechas

En un espectro político tan desplazado hacia la izquierda como para que un partido liberal y socialdemócrata como Cs sea calificado de "extrema derecha"; un movimiento peronista, es decir sociológicamente fascista, como el PSOE, de "centro-izquierda"; y la ultraderecha carlista provinciana de ERC y la CUP, de "izquierda nacionalista", no es de extrañar que se hable de "caverna" para definir a medios de prensa en los que una inmensa mayoría de sus periodistas arden en deseos de votar al PSOE, a Podemos y hasta al mismísimo Bildu. Otro tema muy diferente es que esos partidos hayan puesto al frente del aparato a rotundos analfabetos, egocéntricos de folletín o condenados por terrorismo, impidiendo alardear públicamente del voto. Pero al PSOE de Pedro Sánchez sólo le hace falta apelar al "miedo a la derecha trifálica" para que miles de periodistas que llevan votando socialista toda su vida salgan con aquello de "yo no he votado nunca al PSOE, pero le voy a votar ahora porque estamos frente a una emergencia". A otro perro con ese hueso que aquí el más tonto hace relojes y ya nos conocemos todos.

6. Catalanes no nacionalistas y vascos españolistas

Estos son las principales víctimas de esos periodistas de izquierdas del apartado anterior que, mientras abogan por "una salida dialogada del conflicto", callan como putas frente a los únicos verdaderos herederos del franquismo que todavía quedan en España: los nacionalistas vascos y catalanes. Es decir, las elites extractivas que capitaneaban sus negociados con total impunidad antes de Franco, que los siguieron capitaneando durante el franquismo y que siguen capitaneándolos después de muerto Franco mientras el resto de España ya ha hecho la transición a la democracia que ellos han aplazado sine die por falta de incentivos. Y tiene su lógica. ¿Para que aceptar la Constitución y el imperio de la ley si el Estado ha salido por patas de tu región y lleva cuarenta años haciendo la vista gorda frente a tus desmanes? Ser gay y votar a Vox, en definitiva, es infinitamente más coherente que ser catalán no nacionalista y votar PSC o comprar El País.

7. Feministas que no ejercen de víctimas profesionales

Las posiciones elevadas son vitales en el combate, como sabe cualquier estratega militar. En el combate político, el equivalente de una posición elevada es ese victimismo que permite afrontar el debate desde una atalaya moral situada muchos metros por encima de la cabeza de tu rival. "¿Pones en duda las cifras oficiales de denuncias falsas? ¡Apoyas la violencia machista!". "¿Dices que algunos protocolos de actuación de la Ley de Violencia de Género son difícilmente compatibles con el derecho a la presunción de inocencia? ¡Desproteges a las víctimas!". "¿Niegas la brecha salarial? ¡Proteges tus privilegios patriarcales!". "¿Niegas la teoría del condicionamiento social como causa de las diferencias entre hombres y mujeres? ¡La biología me oprime!". Y por eso son tan importantes, y necesarias, las mujeres que defienden un feminismo más racional y menos emocional, más adulto y menos adolescente, más responsable y menos victimista. Es decir, más científico y menos ideológico. Más inteligente, vaya.

8. Intelectuales de izquierdas

Cuando algún socialista me viene con el mantra de que la intelectualidad es de izquierdas le respondo "dame cinco nombres actuales". No suelen ser capaces de dar ni uno. Los más leídos mencionan a niños probeta del The Guardian como Owen Jones, a nostálgicos de los ponchos de los sesenta como Noam Chomsky o a chalados inclasificables como Slavoj Zizek. Todos ellos extranjeros. Para dar algún nombre español deben forzar el significado de la palabra "intelectual" hasta incluir en ella a tertulianos de televisión, escritores de novelas para divorciadas, políticos en activo, políticos en pasivo o catedráticos de universidad pública sin una sola idea digna de mención. Yo, por mi lado, empezaría y no acabaría con los mismos nombres que he citado ya en decenas de artículos. Pero… ¿para qué? Es más divertido verles edificar rascacielos de mantequilla intelectual sobre la última fake new de La Sexta.

9. Españoles/as ennoviados/as con un/a nacionalista

No es mi caso, pero si el amor rompe barreras, ese muro de mampostería ideológica cementado con tungsteno lo han derribado ellos a cabezazos. Todo mi respeto para esos españoles voluntariosos porque de ellos será el Reino de los Cielos.

Cristian Campos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *