Razones para el optimismo

Razones para el optimismo

No siempre ha parecido que el mundo iba de mal en peor. Tuvimos un momento de enorme optimismo en la década de los noventa del siglo pasado. La abolición del apartheid, la caída del muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética, el fin de la guerra fría y la conclusión en Europa de la Unión Económica y Monetaria Europea tras la reunificación alemana, llevaron a Francis Fukuyama a publicar, en 1994, su libro El fin de la historia y el último hombre. En él argumentaba que el combate ideológico había terminado, y el mundo caminaría poco a poco hacia la extensión del modelo occidental: el libre mercado y la democracia se extenderían inexorablemente.

Los atentados terroristas en EE UU del 11 de septiembre de 2001 y las guerras de Irak y Afganistán dieron la razón a quienes argumentaban (como Samuel Huntington y su “lucha de civilizaciones”) que la historia estaba lejos de terminar. Más aún, la crisis financiera de 2008 hizo decaer el consenso alrededor del libre mercado, o al menos la libre circulación de capitales. Finalmente, la crisis del euro de principios de esta década puso en duda el funcionamiento de la integración de Europa acordada en los años noventa, a partir del tratado de Maastricht.

Estas crisis, unidas a la ansiedad ante la globalización y al cambio tecnológico, han dejado a nuestras sociedades en un estado de shock. En Hungría y Polonia, gobiernan partidos ultranacionalistas. EEUU y el Reino Unido viven en perpetua histeria y convulsión ideológica nacionalista ("America first", "Un Brexit rojo, blanco y azul"). En España, el tribalismo de los separatistas catalanes ha partido en dos a una sociedad próspera y culta.

Los medios transmiten una imagen cada vez más pesimista de la realidad: como muestra Steven Pinker en su reciente, e importante, libro (La ilustración, ya: El argumento a favor de la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso) el tono de las noticias es cada vez más negativo.

Pues bien, en su libro, Pinker ofrece un antídoto radical al pesimismo y una defensa decidida de lo que hemos conseguido con los valores de la ilustración: la razón, el humanismo y la libertad individual.

La lista de logros es enorme. La esperanza de vida ha crecido con fuerza en todo el mundo—incluido lo más pobre del tercer mundo. Por ejemplo, un etíope de 10 años, que en 1950 podía esperar vivir hasta los 44 años, hoy puede esperar vivir hasta los 61. Las estadísticas muestran que las guerras están desapareciendo, contrariamente a lo que las horribles y constantes noticias de Siria nos hacen pensar. Los conflictos que quedan se concentran en el área comprendida entre Nigeria y Pakistán; el resto del mundo está en paz.

Las enfermedades más mortíferas están siendo erradicadas. El ejemplo favorito de Pinker, es la definición de "viruela" en Wikipedia: "fue una enfermedad causada por dos virus, Variola major y Variola minor". Lo que le gusta a Pinker es el "fue". Gracias a las vacunas, esta enfermedad, que mató a 300 millones de personas este siglo, ha desaparecido (¡ningún caso!) desde 1977. Solo ha habido 37 casos de poliomielitis en 2017, concentrados en solo tres países.

De acuerdo, pero el capitalismo ha generado mucha pobreza en el mundo, ¿no? Pues no. Hace doscientos años, el 90% de la población mundial vivía en la pobreza absoluta. Hoy solo el 10% viven en la pobreza absoluta. La mitad de esta mejoría se ha producido en los últimos treinta años.

Los derechos humanos se extienden sin cesar. La homosexualidad era un delito en prácticamente todo el mundo. Hoy, 100 países lo han despenalizado, la mitad de ellos en los últimos 30 años. De hecho, y contrariamente a las apariencias, los valores "liberales", de acuerdo con el World Value Survey, están creciendo en todas las culturas del mundo, aunque sea con grandes diferencias entre ellas.

Recomiendo encarecidamente el libro para ver los muchos más ejemplos. Pero el resumen es que todas las condiciones materiales de la existencia de las personas están mejorando muy rápidamente en todo el mundo.

Pues bien, las estadísticas muestran que en España el contraste entre percepción y realidad es tan grande, o mayor, que el que describe Pinker para el mundo entero. ¿La discriminación contra la mujer es brutal? Según el Instituto para la Mujer, la Paz y la Seguridad de la universidad de Georgetown (EE UU), España es el quinto mejor lugar del mundo para ser mujer. Pero, ¿Y la violencia de género? Nuestro país es el quinto más bajo de Europa en violencia contra las mujeres. ¿Las pensiones no crecen? Desde 2007, el principio de la crisis, la pensión media ha subido un 40%. El número de pensiones de más de 2.000 euros al mes se ha multiplicado por cuatro durante la crisis. Las mujeres españolas tienen la tercera mayor esperanza de vida del mundo, con 85,5 años. Los discriminadores hombres (¿en este pequeño detalle de estar vivo o muerto, "discriminados quizás"?) con 80,1 años, son los novenos que más viven del mundo.

Termino con una nota personal. He vivido en EE UU 15 años, y 10 años entre el Reino Unido y Holanda. Cuando mis hijos nacieron, en Chicago, recibí una factura de unos 15.000 dólares por cada uno, por un parto sin complicaciones ni problemas, que el seguro pagó solo en parte. A poca distancia de mi barrio de Chicago había batallas entre pandillas con muertos diarios. En esta ciudad, con 2,7 millones de habitantes, mueren 500 personas asesinadas al año, comparado con unas 300 en toda España, que tiene una población casi 20 veces mayor.

Pero el Reino Unido sí que es mejor que España, ¿no? La sanidad es, sin duda, peor que la nuestra. Otra anécdota: cuando perdí el conocimiento en el Reino Unido y me tuvieron en observación, pasé horas en una cama en el pasillo, antes de entrar en una habitación corrida de 10 camas. Infraestructuras, parecido. Cuando llego al aeropuerto de Gatwick cruzo los dedos deseando que el tren llegue—a veces sí, a veces no. Un mal llamado "express" destartalado que tarda 30 minutos (con suerte) en hacer 36 kilómetros. Si llego a Heathrow, me debo preparar (lo normal) para una hora de retraso mientras el avión da vueltas y vueltas: sólo hay una pista de aterrizaje para un enorme aeropuerto (Barajas tiene dos)

En definitiva: hay mucho que hacer, por supuesto. Luchar contra la corrupción, por la igualdad, por mejorar las pensiones, por la sanidad, por la igualdad de oportunidades, por la educación. Pero debemos huir de los histerismos y de la depresión. El mundo no está empeorando sino mejorando mucho. Nunca hemos disfrutado de unas mejores condiciones para conseguir alcanzar la paz, la prosperidad y la salud.

Luis Garicano es profesor de economía y estrategia de IE Business School y responsable de Economía y Empleo de Ciudadanos.

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