Realidad o rumor sobre las desavenencias de la OTAN

La pasada semana, los jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Atlántica celebraron una cumbre en Riga (Letonia). No se trató de una de tantas reuniones internacionales, ya que los resultados de ésta han dibujado el camino que habrá de seguir la Alianza en los años venideros y harán que la principal organización político-militar del mundo sea más eficaz a la hora de afrontar la complejidad de los problemas de Seguridad que tienen planteados los países miembros en estos momentos y los que se les puedan plantear en un futuro previsible.

Con anterioridad a la cumbre, hubo una gran abundancia de análisis sobre las divergencias que se apreciaban en la OTAN y toda clase de pronósticos muy pesimistas en el sentido de que la incapacidad de los aliados para alcanzar un consenso en determinados asuntos clave tendría como consecuencia, con toda probabilidad, que la cumbre de Riga careciera de contenido y de sentido. Sin embargo, la OTAN ha salido de la reunión en mejor forma de la que entró. De hecho, se ha conseguido todo lo que yo esperaba que la cumbre ofreciera como resultado: decisiones importantes en relación con nuestras operaciones y nuestra cooperación y mejoras de nuestra capacidad de Defensa.

La cooperación en la paz y la estabilidad de Afganistán es y seguirá siendo la prioridad fundamental de la OTAN. En Riga, nuestros jefes de Estado y de Gobierno se han comprometido a garantizar que la ISAF [Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad] disponga de las fuerzas, los recursos y la flexibilidad necesarias para hacer posible el éxito continuado de la misión. Se ha retirado un buen número de cautelas. Personalmente, he quedado completamente satisfecho y animado a seguir presionando para que desaparezcan todas las reservas que aún se mantienen, pero hay que recalcar que estamos avanzando por el buen camino y que ahora los aliados son conscientes de lo que tienen que hacer para conseguir que Afganistán sea un éxito.

Por ello, se han comprometido más fuerzas, particularmente en el sur del país, donde recientemente se han registrado importantes operaciones de combate. Los aliados se han mostrado de acuerdo en que deben apoyarse mutuamente en situaciones in extremis. Al propio tiempo, los dirigentes de la Alianza se han mostrado de acuerdo con que es necesario un planteamiento globalizador de la Comunidad Internacional y me han pedido que explore la posibilidad de constituir un Grupo de Contacto sobre Afganistán para lograr que dispongamos de una estrategia política clara que garantice la coordinación de todos los protagonistas clave, ya se trate de países o de organizaciones internacionales.

Una de mis prioridades va a consistir en integrar en este grupo a la Unión Europea, de manera que se refleje el firme compromiso alcanzado en Riga sobre la urgencia de llenar de mayor sustancia la colaboración estratégica entre la OTAN y la UE. Podemos lograr mucho más como organizaciones perfectamente coordinadas en la realización de una misma labor en Afganistán de lo que podríamos llegar a conseguir en ningún momento si actuáramos individualmente. También nos hemos puesto de acuerdo en que en Afganistán es preciso que trabajemos con mucha mayor coordinación sobre el terreno entre las fuerzas de la OTAN y los organismos de carácter civil que trabajan en la reconstrucción del país. La seguridad y el desarrollo no son más que las dos caras de la misma moneda.

El pueblo afgano y el propio país han padecido grandes sufrimientos durante más de 25 años. Tendemos a olvidar con demasiada facilidad el precio que la guerra y el terrorismo se han cobrado durante todo este periodo, y también pasamos por alto los tremendos progresos que se han realizado en los últimos años, desde que las fuerzas bajo dirección de la OTAN asumieron la responsabilidad de garantizar la seguridad. Existen una nueva Constitución, un jefe de Estado y un Parlamento elegidos democráticamente; un reducido aún, aunque cada vez mayor, grupo de mujeres con participación directa en la política; seis millones de niños escolarizados; cuatro millones de refugiados que han regresado a sus hogares; y un PIB que se ha triplicado en los últimos meses.

Los compromisos y las nuevas medidas que se han acordado en Riga significan que la ISAF tendrá lo que necesita para llevar a cabo su misión con éxito, que la Comunidad Internacional disfrutará de una mayor coordinación en sus acciones y que el pueblo de Afganistán puede mirar el futuro con la confianza de que habrá todavía nuevos avances tanto en el terreno de la seguridad como en el del desarrollo de su país.

La situación afgana ha sido el tema que ha copado los titulares de prensa, pero no es la única razón por la que la cumbre de Riga ha sido un acontecimiento de gran trascendencia. Los jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza han manifestado con toda claridad su intención de dirigir en la próxima cumbre de la OTAN, en el año 2008, nuevas invitaciones de adhesión a aquellos países que cumplan con las normas básicas de funcionamiento de la organización y sean capaces de contribuir a la Seguridad y la estabilidad euroatlánticas. Se trata de un rotundo mensaje de ánimo a Albania, Croacia y la ex república yugoslava de Macedonia, todos ellos aspirantes a convertirse en países miembros.

También se ha dado un gran paso hacia el cierre de un tema todavía pendiente en Europa, el de integrar al sudeste del continente en la normalidad europea. Bosnia Hercegovina, Montenegro y Serbia han recibido la invitación para adherirse a la Cooperación por la Paz y al Consejo de Cooperación Euro-Atlántico promovidos por la Alianza. Y todos los países de los Balcanes estarán asociados a la OTAN.

En otras palabras, las decisiones adoptadas en Riga relativas a la ampliación de la OTAN y a las políticas de cooperación contribuirán de manera aún mayor al éxito que la organización ya se ha apuntado en la promoción y consolidación de una Europa que es libre y está en paz en su totalidad.

Los jefes de Estado y de Gobierno han acordado, asimismo, una serie de medidas que favorecerán un mejor funcionamiento conjunto entre las fuerzas armadas de la OTAN y las de sus asociados y otras naciones que no forman parte de la organización. Han adoptado la decisión de aumentar las posibilidades de que éstas aporten su colaboración en los terrenos político y militar a operaciones dirigidas por la OTAN. Una novedosa iniciativa de cooperación en la instrucción de personal dirigida a los asociados en el Mediterráneo y en Oriente Próximo permitirá que la Alianza comparta con otros países su formidable experiencia en la instrucción de personal. Además, se han abierto nuevas posibilidades a una cooperación más estrecha con países que comparten los valores de la OTAN y que tienen un interés común en el mantenimiento de la seguridad y la estabilidad.

Las decisiones adoptadas en Riga han potenciado aún más la transformación defensiva de la OTAN e incrementarán la capacidad y la eficacia de sus fuerzas. La Fuerza de Respuesta de la OTAN ha alcanzado ya la plenitud de su capacidad operativa y va a permitir que la Alianza afronte nuevos retos incluso con mayor rapidez. La capacidad de transporte aéreo estratégico se va a ver reforzada de manera muy notable gracias a un acuerdo sin precedentes para la constitución de un consorcio que pondrá en común recursos de transporte aéreo. Además, vamos a adoptar iniciativas novedosas en áreas tales como la defensa mediante misiles tácticos, la vigilancia de tierra desde el aire y la cooperación entre fuerzas especiales de intervención.

En definitiva, la cumbre de Riga ha representado un éxito magnífico para la Alianza. Los pilares de defensa y de política de la OTAN se han reforzado de manera muy importante y van a garantizar mayores oportunidades de éxito, si cabe, allí donde realmente importa: en las operaciones y en las misiones.

Jaap de Hoop Scheffer, secretario general de la OTAN.