Reconocer el alto valor de los migrantes africanos

El 18 de diciembre, fecha en la que se conmemora el Día Internacional del Migrante, nos brinda una ocasión para repensar la forma cómo valoramos las habilidades y recursos informales de muchos de los migrantes provenientes de África. De manera especial, debemos reconocer que la migración puede ayudar a impulsar el crecimiento económico a largo plazo en África y el resto del mundo.

Por un lado, la migración africana a nivel mundial es menos significativa de lo que muchos piensan. Según un informe elaborado por la Fundación Mo Ibrahim, en el año 2017 sólo el 14% de los migrantes del mundo provenía de África, mientras que el 41% provenía de Asia y el 24% de Europa. Los 36,3 millones de africanos que emigraron ese año representaban menos del 3% de la población del continente (y, a esa fecha, casi el 90% de los refugiados africanos permanecían dentro del continente).

Por otro lado, aquellos africanos que ejercen su derecho humano a trabajar en lugares donde se necesitan sus habilidades hacen una contribución significativa a la gran economía informal del continente. Las ciudades africanas están repletas de comerciantes creativos que negocian precios, que suministran camisetas para eventos deportivos, y que venden bebidas a conductores sedientos atrapados en atascos de tráfico. De hecho, las habilidades comerciales, en especial aquellas de las mujeres, deberían estar en el centro de la narrativa de la migración de los africanos.

Por ejemplo, en Togo en el pasado las mujeres dominaron el comercio nacional e internacional de textiles, de estampados de cera y ropa de mujer, dirigiendo emprendimientos que se expandieron a Burkina Faso, Malí, Níger, Chad y otros países de la región. Desde el año 1976 hasta el 1984, las llamadas mujeres “Nana Benz” – quienes recibieron ese apelativo debido a que su riqueza que les permitía poseer automóviles Mercedes-Benz – controlaban al menos el 40% de las empresas del sector informal en Togo. Si bien hoy en día ya no ejercen tal dominio, una tercera generación de mujeres mantiene vivo su modelo empresarial.

Las Nana Benz demostraron que las economías informales podían crear caminos que lleven al éxito a sus hijos y a sus comunidades. No sólo construyeron mansiones en Togo y compraron propiedades alrededor de todo el mundo, sino que también invirtieron en la educación de sus hijos, tanto en su país como en el extranjero. Además, exigieron respeto, a pesar de su propia falta de educación formal. Los socios comerciales europeos les ofrecieron condiciones favorables para expandir sus negocios.

En la actualidad, la economía informal representa más del 70% del total del empleo en el África Subsahariana. Al mismo tiempo, a pesar de lo antedicho, casi 16 millones de jóvenes africanos están desempleados, en muchos casos debido a que los empleadores potenciales subestiman las habilidades informales que estos solicitantes de empleo aprendieron fuera de la escuela. Por lo tanto, si bien necesitamos crear más empleos en el sector formal en el continente, también debemos reconocer el valor y las habilidades integradas dentro del resto de la economía, incluyendo aquellas habilidades que aportan los migrantes internos y transfronterizos.

Por supuesto, el empleo informal no es sólo un fenómeno africano. Según la Organización Internacional del Trabajo, dos mil millones de personas en todo el mundo trabajan en la economía informal, incluidos entre ellos 1,3 mil millones de personas en la región de Asia y el Pacífico. E incluso en Europa y Asia Central, donde la proporción del empleo formal es más alta, el 25% de la población que se encuentra empleada trabaja de manera informal. Es un mecanismo de supervivencia a nivel mundial  a través del cual las mentes creativas abordan las oportunidades del mercado.

Para continuar la transformación social y económica de África, debemos reconocer la economía informal como una forma de apalancamiento multiplicador que reviste una importancia clave para el desarrollo y es un facilitador de la migración basada en el comercio. Los inversores africanos podrían ayudar en este proceso al proporcionar mecanismos de seguridad preparados a medida para los migrantes que se encuentran conectados digitalmente, por ejemplo, seguros y otros productos financieros.

La economía informal a veces se asocia con la pobreza, las enfermedades y los bajos niveles de educación. Pero la mayoría de los migrantes africanos son mujeres y hombres jóvenes que recibieron educación formal, quienes pueden ayudar a las economías de Europa, Asia y América del Norte para que dichas economías aborden los desafíos que plantea el envejecimiento de sus poblaciones. Entre el momento actual y el año 2100, se espera que la población joven de África (personas entre 15 a 34 años) crezca en un 181%, mientras que la de Europa se reducirá en un 21% y la de Asia en casi un 28%. Sin embargo, si los políticos  no logran difundir argumentos positivos respecto a la migración en los países destino, el mundo perderá esta oportunidad.

De manera paralela, África debe invertir en educación, tal como lo hicieron las Nana Benz, con el objetivo de garantizar que sus jóvenes tengan una mejor educación formal, sean más saludables y estén más conectados que las generaciones anteriores. Sin un acceso más amplio a una educación de calidad, las transferencias intergeneracionales de riqueza dentro de África dañarán las perspectivas futuras de los 16 millones de jóvenes que buscan trabajo.

Por lo tanto, existe un argumento sólido a favor de la migración legal, ya que dicha migración ayudaría a generar ingresos fiscales adicionales para los gobiernos de los países anfitriones y permitiría a los migrantes enviar remesas a sus países de origen. En promedio, los migrantes africanos gastan o invierten alrededor del 85% de sus ingresos en su país de destino, y envían al exterior el 15% restante. Estas remesas, que representaron en el año 2018 el 3,5% del PIB de 2,3 millones de millones de dólares de África, deberían aunarse para acelerar la transformación económica del continente.

A más largo plazo, la facilitación de la libre circulación contemplada en la Agenda 2063 de la Unión Africana determinará en qué medida las habilidades de los trabajadores del sector informal transforman las economías del continente. Y, no obstante que las condiciones del mercado han cambiado en las últimas décadas, las mujeres Nana Benz de Togo ya nos mostraron el camino.

En África y en otros lugares, los procesos de desarrollo son más fuertes cuando se construyen sobre la base de redes y mecanismos existentes. Por lo tanto, lejos de ser una desventaja, la economía informal de África, y los migrantes que ayudan a impulsarla, se constituye en uno de los activos más valiosos que posee el continente.

Carl Manlan, a 2016 New Voices Fellow at the Aspen Institute, is Chief Operating Officer at the Ecobank Foundation. Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *