Recuento de daños

Cuarenta años sufriendo la agresión de ETA demuestra que hemos sido pertinaces en nuestros errores y poco receptivos a las lecciones de la experiencia. De modo que, con ciertas dosis de humildad, podríamos llegar a un compromiso equilibrado. Tras la ruptura del alto el fuego por parte de ETA -porque el alto el fuego está roto ¿no?-, unos renuncian a recordar aquello de 'ya lo dije yo' y otros, por su parte, dejan de atorrarnos con nuevas lecciones que deberían guardar para cuando hayan afinado el calibrado de sus análisis.

No hay ningún motivo para seguir proclamando de manera irresponsable que aquí poco menos que no ha pasado nada. Es una falta de honestidad intelectual afirmar que 'ETA está derrotada', por mucho que se repita, para eludir lo que implica el asesinato de dos personas y una enorme destrucción como la causada por el atentado del 30 de diciembre en la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas. El persistente abandono de la realidad que en relación con ETA viene practicando el presidente del Gobierno parece contagiarse a un sinnúmero de artículos y comentarios que más parecen ejercicios de autoayuda de sus autores para conjurar sus decepciones que una reconsideración seria del problema terrorista al que nos enfrentamos en este momento concreto.

El 'proceso' se ha presentado como un ejercicio exento de riesgos. Si las cosas no salían, se volvería a la situación anterior y asunto acabado. Sin embargo, no es así. No estamos en la casilla de salida de la que partió el experimento de Rodríguez Zapatero impulsado por una revelación todavía no explicada - y a la postre falsa- sobre presuntas intenciones de la banda terrorista de abandonar las armas. No lo estamos porque la estrategia del Gobierno, además de fallida, se ha recreado en una operación de tierra quemada con la que el propio Rodríguez Zapatero se ha cortado la posibilidad de regresar a la política verdaderamente esperanzadora contra ETA y sus organizaciones, impulsada por el pacto de Estado PP-PSOE.

El Estado de Derecho sigue actuando. ¿Faltaría más! Ahora bien, si se rastrea -y es fácil- en la historia de los procesos judiciales más significativos contra pistoleros de ETA y organizaciones de la banda que están sentenciándose ahora, se verá que concluyen procedimientos iniciados en la legislatura anterior. Las novedades que han traído los nuevos tiempos, por el contrario, incluyen, entre otras, la presencia en el Parlamento autonómico del Partido Comunista de las Tierras Vascas, que ni antes ni ahora ha condenado acto alguno de terrorismo, sin que por ello haya sido perturbado en los más mínimo por la Fiscalía. Lo insólito es que el PCTV ya ni siquiera sustituye o da continuidad a un partido ilegal como Batasuna, sino que lo complementa. Afirmar la vigencia de la Ley de Partidos cuando a falta de una son dos las organizaciones políticas instrumentales de ETA que actúan es un sarcasmo, y hablar de Batasuna como un partido disuelto por terrorista es puro surrealismo.

Hay quienes se escandalizan cuando oyen decir que ETA está más fuerte que antes. No es nada agradable, desde luego, pero es así. Los servicios de seguridad franceses no tienen mayores cautelas a la hora de hacer públicos los datos de que disponen sobre las capacidades actuales de la banda. Lo confirma también la pujanza propagandística de ETA-Batasuna, el activismo que han recobrado precisamente después del atentado de Barajas, la continuidad del terrorismo callejero en actos de extrema gravedad que resultan perfectamente compatibles con la normalización de la presencia de Batasuna en la vida política, la continuidad de sus portavoces y dirigentes -por mucho que Garzón se empeñe en desmentirse a sí mismo- y la recomposición de sus filas para afrontar el reparto de trabajo que asigna la estrategia de ETA. A la misma conclusión conducen episodios como la entrega voluntaria de los miembros de Segi reclamados por la Justicia, la publicidad obtenida por el terrorista De Juana y la 'propuesta' de autodeterminación a cambio de paz enunciada por Otegi para servir el chantaje de ETA -como la tortilla de patata- en deconstrucción.

Lo que debería preocupar no es que ese complejo criminal que es ETA y sus organizaciones de apoyo busque el modo de adaptar su estrategia a las circunstancias del momento marcadas por la ruptura del alto el fuego. Lo preocupante es que la recuperación del activismo etarra en los ámbitos de los que fue desalojado con la ilegalización de sus estructuras tiene lugar en medio de una asombrosa ofuscación en la opinión publicada, de una irresponsable minusvaloración del problema en aras de un voluntarismo ya incomprensible, de una persistente incapacidad para situarse en el terreno firme de una verdadera política de Estado que recupere la decisión de la derrota posible y deseable de ETA y de la variada estructura criminal a su servicio. La ausencia del liderazgo político que debería ejercer un Gobierno abstraído en la retórica falaz de su presidente, a quien el estruendo de Barajas no ha conseguido despertar de su sueño dogmático, permite que el mundo etarra puntúe por simple incomparecencia gubernamental.

Podemos denostar de la entrevista-reportaje a De Juana en 'The Times', pero habrá que reconocer que nada de lo dicho por el periódico británico nos resulta novedoso aunque no nos guste, con razón, la imagen que nos devuelve el espejo ajeno. El propio Rodríguez Zapatero, mucho antes de que De Juana lo declarara al periódico británico, ya nos había revelado que el terrorista estaba por el proceso. Las reservas sobre la decisión judicial sobre De Juana que pueden haberse expresado en el reportaje se encuentran aumentadas en detalle argumental, agresividad frente a la Audiencia Nacional y contundencia descalificadora en editoriales de periódicos que pasan por referencia de calidad de la prensa española. ¿Acaso el ministro y hoy sólo candidato López Aguilar no recordó que «había otras opciones»? La consideración de la condena a De Juana como excesiva 'por dos artículos' no es de origen británico, ni ha hecho falta esperar a 'The Times' para ver la foto de De Juana desafiante, una imagen, por cierto, que no parece el resultado de un intrépido ejercicio de periodismo de investigación, habida cuenta del movimiento que registra la habitación donde se atiende al terrorista.

En semejante contexto, ha entrado en escena la comisión negociadora de Batasuna -revelador título- para presentar una oferta que, en términos genuinamente mafiosos, creen que no se puede rechazar: autonomía como forma jurídica transitoria para marcar la territorialidad con la autodeterminación incorporada porque, aunque no se explicite, sólo la autodeterminación abre la independencia. Eso sí, sólo si se aprueba por mayoría aunque no sepamos -en realidad sí lo sabemos- cuál es la idea que tiene ETA del cuerpo electoral que tendría derecho a votar en ese supuesto. Otegi completaba la deconstrucción de la imposición etarra con un rasgo que siempre tiene éxito entre los que creen que la izquierda abertzale pro etarra se refunda en esperanza democrática cada semana: con esa propuesta -de nuevo la paz como cebo- se superaría el conflicto, es decir, los ciudadanos tendrían que elegir entre votar lo que ETA quiere o soportar que ETA siga matando. Ocurre siempre, cuando uno se acerca a la verdadera alternativa que proponen los terroristas, que no es autonomía o independencia sino plegarse a lo que ETA imponga o atenerse a su violencia terrorista, el plan resulta mucho menos tentador.

Javier Zarzalejos