Recuperar el derecho humanitario

Los recientes ataques deliberados a campos de refugiados e instalaciones hospitalarias muestran un desdén absoluto por las normas humanitarias básicas. Del mismo modo lo hacen la obstrucción de los flujos de ayuda humanitaria y los ataques al personal médico y humanitario. Debemos recordar que, aun en medio del caos y las catástrofes provocadas por la guerra, hay unos límites infranqueables.

Actualmente, Naciones Unidas estima que hay 125 millones de personas, aproximadamente, que requieren asistencia humanitaria y las cifras aumentan cada año. El número de personas que han tenido que abandonar sus hogares a causa del conflicto o la violencia ya supera los 60 millones – la mitad de ellos son niños. Solo en la última década, el coste de la asistencia humanitaria ha crecido un 600%, llegando a ser prácticamente insostenible.

Con esta preocupación de fondo, el Secretario General de Naciones Unidas ha convocado una Cumbre Humanitaria Mundial, la primera en los setenta años de historia de Naciones Unidas. Las reuniones y las conversaciones que tendrán lugar en Estambul, los próximos 23 y 24 de mayo, girarán en torno a cinco puntos fundamentales recogidos en la Agenda por la Humanidad: el liderazgo político para prevenir los conflictos y ponerles fin, defender las normas que protegen a la humanidad (especialmente las de la guerra), no dejar a nadie atrás, trabajar de manera diferente para poner fin a las necesidades e invertir en la humanidad. Estos objetivos se vertebran en torno a dos grandes ejes: la prevención y la respuesta ante las emergencias humanitarias.

Si bien las necesidades provocadas por las catástrofes naturales –algunas relacionadas con el cambio climático– o las pandemias, son acuciantes, aquellas relacionadas con el desarrollo de los conflictos son una seria advertencia para los Estados. Dada la magnitud y duración de muchos de los conflictos actuales y la implicación de grandes potencias, se requiere un compromiso urgente y decidido de prevención y respuesta humanitaria.

La cumbre reunirá, además de los jefes de Estado y gobierno de todo el mundo, a organizaciones de la sociedad civil y del sector privado porque es necesaria la implicación de todos a la hora de atender las necesidades humanitarias. Sin embargo, aunque el cumplimiento de las normas humanitarias no es solo responsabilidad de los Estados, estos son imprescindibles para que se respeten.

Para prevenir los desastres humanitarios, derivados de la guerra, la primera prioridad es respetar las normas dirigidas a la protección de los civiles. Las Convenciones de Ginebra señalan a aquellas personas y espacios que deben permanecer al margen del enfrentamiento armado y a quienes se debe garantizar asistencia. El hecho de que haya actores no estatales, como los grupos terroristas, que actúen sin observar este derecho de la guerra no puede servir de pretexto, en ningún caso, para que los Estados actúen del mismo modo.

Están en juego las vidas de miles de civiles y el mantenimiento del sistema multilateral, en el cual hay unas normas que hemos aceptado acatar y unos mecanismos que controlan su cumplimiento. El pasado 3 de mayo el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó una resolución en la que llamaba a la protección de los civiles en conflicto y condenaba enérgicamente estas violaciones del derecho internacional humanitario. Estos mensajes tienen que traducirse en hechos concretos, de manera especial entre los miembros del Consejo de Seguridad.

Esta cumbre debe servir, al menos, de llamada de atención a los Estados para que cumplan y hagan cumplir estrictamente las normas establecidas. Actuar al margen de ellas supone retroceder casi cien años en la historia, olvidando los avances en el respeto a la dignidad de las personas. La responsabilidad de los Estados no debería limitarse a su propia actuación en los conflictos sino extenderse a la de sus aliados. Si de verdad queremos que se respeten las normas que nos dimos para evitar barbaries necesitamos compromisos decididos por parte de las grandes potencias, como no apoyar ni permanecer en coaliciones con quienes no las observan.

Una de las medidas encaminadas al cumplimiento efectivo de estas normas –propuesta en el informe preparatorio de la cumbre– es la creación de una entidad especial de vigilancia dedicada a estos asuntos. Además, para que quienes violen estos preceptos sean juzgados urge que los Estados reconozcan la autoridad de los tribunales internacionales. Asimismo, el informe apoya una petición realizada desde hace tiempo: que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad renuncien a su derecho de veto cuando se decidan medidas para evitar las atrocidades en masa. Esta propuesta es clave para hacer del Consejo de Seguridad un organismo imprescindible y efectivo en las cuestiones de seguridad global.

Es vital que los Estados aprovechen la ocasión que brinda Naciones Unidas para renovar sus compromisos legales, de protección de los civiles en los conflictos, y para que avancen en el diseño de nuevos mecanismos para no abandonar a quienes se ven asolados por las catástrofes. Tenemos que tomarnos en serio el cumplimiento de las normas más elementales que nos hemos dado para garantizar la protección de la humanidad. Nuestra labor es reclamar a los líderes nacionales su adhesión a estos principios, para que los acuerdos que se alcancen en Estambul no se queden en la expresión de un deseo utópico.

Como ciudadanos globales, nuestra principal preocupación debe ser la protección de la vida humana, aun en medio de la guerra y los desastres. En los próximos tres años se evaluará el progreso obtenido en los compromisos adquiridos en la cumbre. Durante este tiempo tenemos que mantener este tema en las agendas, para que estos actos no se consideren prácticas habituales. No podemos acostumbrarnos a ver imágenes de personas que mueren ahogadas huyendo de la persecución, ni hospitales y campos de refugiados arrasados.

Javier Solana was EU High Representative for Foreign and Security Policy, Secretary-General of NATO, and Foreign Minister of Spain. He is currently President of the ESADE Center for Global Economy and Geopolitics, Distinguished Fellow at the Brookings Institution, and a member of the World Economic Forum’s Global Agenda Council on Europe.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *