Recuperarse de un ‘sorpasso’

Antes de que Syriza desplazara al PASOK en Grecia, hubo un sorpasso en Canadá. En 2011, los socialdemócratas del Partido Nuevo Democrático (NDP) sustituyeron al Partido Liberal como la oposición oficial a los conservadores. El electorado castigó a los liberales por su arrogancia, su desconexión con la realidad y la falta de sensibilidad social. Pero tras esta primera sorpresa, hubo otra. Los liberales se recuperaron y ganaron las elecciones cuatro años después. Cómo lograron esta recuperación es digno de estudio, sobre todo en un PSOE que se acerca al abismo.

En primer lugar restauraron su unidad. Las luchas internas dentro del partido habían durado décadas, consumiendo varias generaciones. Llegaron a defenestrar a un primer ministro ganador en medio del mandato y a bloquear la entrada al partido de personas ajenas a su dirección. La lealtad primaba por encima de la competencia. Justo antes del sorpasso, los liberales relevaron a su líder por haberse atrevido a intentar pactar un Gobierno con su izquierda y los soberanistas quebequenses. Solo ante la amenaza de la extinción total fueron capaces de poner fin a su ciclo nefasto de ajustes de cuentas.

Como segundo paso, modernizaron su organización. Capitaneados por una nueva generación, dieron el salto a la edad digital, actualizando sus métodos de comunicación y de campaña. Adoptaron un sistema de elección de sus dirigentes mediante el voto directo de la militancia. En un gesto cargado de simbolismo, expulsaron a sus senadores no electos del grupo parlamentario. La ruptura con la vieja guardia y las viejas maneras era clarísima.

En tercer lugar, ganaron la conversación en las grandes ciudades. Como paso previo a su recuperación, los liberales avanzaron dentro de los electorados urbanos y fueron capaces de presentarse como la mejor alternativa a los conservadores. Sustituyeron a los lugartenientes de unos aparatos decadentes por candidatos con amplio prestigio profesional que representaban la realidad social. Presentaron las candidaturas más diversas de su historia.

En cuarto lugar, optaron por una estrategia para el conjunto del país y no solo una parte. Previamente al sorpasso, los liberales habían perdido el contacto con lo que había sido uno de sus feudos: Quebec. Su líder nunca había creído necesario organizar el partido en Quebec de manera diferente, para canalizar mejor su particularidad. Las consecuencias electorales fueron catastróficas. El sorpasso comenzó en Quebec. El partido solo se recuperó cuando logró reconciliar las diversas realidades nacionales de Canadá. Los federalistas quebequenses estuvieron bien representados en una nueva coalición ganadora que reflejaba al país en su conjunto.

En quinto lugar, fueron los que mejor canalizaron los deseos de cambio. Tras una década, los canadienses se habían cansado de los conservadores, pero no querían reformas cosméticas. Los liberales encarnaron esta voluntad mejor que su rival, el NDP. Plantearon un estímulo fiscal en lugar del equilibrio presupuestario. Proyectaron una imagen optimista del país, una versión de Canadá de la que la mayoría progresista pudiera sentirse orgullosa. Por el contrario, el líder de la izquierda osciló entre la pasión cabreada y la calma insincera. Descubrió tarde que liderar la oposición no era lo mismo que articular una mayoría para gobernar. Los liberales habían ganado el relato del futuro.

Finalmente, se beneficiaron de tener un candidato joven, fotogénico y carismático: Justin Trudeau. Nada de lo anterior hubiera sido posible sin un liderazgo fuerte dentro del partido. Aunque Trudeau aún no ha cumplido con sus promesas, su retórica a favor del feminismo, el multiculturalismo y la tolerancia es algo cada vez más excepcional en el mundo. Pero no cabe olvidar que Trudeau partió desde una situación de ventaja: su padre fue Pierre Trudeau, 16 años líder de su partido, cuatro veces primer ministro y arquitecto de la Constitución canadiense. Su linaje era impecable.

El PSOE no dispone de ningún atajo dinástico. Sin embargo, parece que la historia se repite. El PSOE está imitando a los liberales canadienses antes de su sorpasso. Es decir, los socialistas están haciendo todo lo contrario de lo que los liberales hicieron para recuperarse. La imagen que se proyecta es de unos dirigentes tan desconectados que aún piensan que están peleando por el derecho a gobernar, cuando deberían estar trabajando juntos para reconstruir el partido. El precio que un partido paga por dar la espalda a la sociedad es alto: la sociedad dará la espalda al partido. En lugar de recuperarse de un sorpasso, es mucho mejor evitarlo.

David Lizoain es economista.

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