La semana pasada acaba de ocurrir un perfecto ejemplo de cómo “España” es capaz de lo mejor y lo peor. Son las “dos Españas” del momento. Hay que reconocer, y admirar, la gesta grandiosa del equipo femenino de Balompié. Su coronación mundial, tan merecida como sufrida y ejemplar, es un éxito de un colectivo de españolas y españoles totalmente alejado de discriminaciones por raza, por territorio, por religión, por origen o por sexo (miembros importantes del equipo técnico son varones). Es un éxito sublime de españolas/es unidos en un muy ambicioso proyecto común, detrás del cual figura la palabra España, por organización, por sentimiento, por capacidad financiera, por orgullo…Añadamos que, políticamente, para la polis, es un gran servicio al bien común, con consecuencias económicas positivas, con un refuerzo de la “soft diplomacy” que realza la marca España en el mundo, y con la recuperación de valores indispensables como la meritocracia, la solidaridad, el espíritu de sacrificio, la disciplina, etc… Como feministas que somos es también digno de reconocer el impulso positivo que la gesta da al mejor feminismo, un paso muy sonoro y sonado en su lucha permanente. Es el ejemplo perfecto de lo que debería ser el proyecto España, una gigantesca ambición común que exige sacrificios, trabajo, solidaridad, justicia y unidad y la anulación de toda discriminación por el bien común de los españoles de hoy y del futuro.
Pero claro, no podíamos evitar semi-estropear el éxito por los fallos de “la otra España cañí” del momento. Cierto que son secundarios ante la magnitud de la proeza, porque se quedan en torpezas o anécdotas, pero que no dejan de ser sintomáticas de los males de la España que vivimos. O de lo desubicados que estamos. Primero, y más liviano, lamentamos la falta de clase y “elegancia” de una de nuestras mejores futbolistas, una jayán del equipo, una gran heroína. Debe ser consciente de que ha dado un salto como referente público y de que lo quiera o no, adquiere un papel de ejemplaridad y educativo. En ese sentido sobran gestos soeces en el campo y, sobre todo, ante los medios y medio mundo rebajar su gesta de campeona del mundo a campeona del p… mundo. Eso no ayuda a la marca España. Algo falla en la Educación en España. Segundo, la escena del beso en la boca avasallante y forzado ante las cámaras del mundo de un alto cargo público, el Presidente de la Federación Española de fútbol, con todas sus responsabilidades solemnes, es intolerable, ofensivo para el feminismo, machista, con abuso de poder y falta de respeto, a más de grosero. La peor imagen de España. Algo falla en la Educación democrática en España. Y, finalmente, es triste y repugnante la actitud de determinados medios exponiendo la noticia para resaltar discriminaciones por raza o por territorio o por origen para establecer una jerarquía de méritos en las jugadoras, para romper el maravilloso ejemplo de unión, solidaridad e igualdad de la hazaña. Es miserable, y algo falla en la Educación cívica y patriótica en España.
Dicho lo cual, sin desatender lo mejorable, muchas gracias y enorme enhorabuena al equipo femenino campeón del mundo, al equipo técnico, y también a los marchadores campeones del mundo y a sus técnicos. España unida, jamás sería vencida…sería…
Por Enrique Calvet Chambon, ex europarlamentario y Presidente de ULIS.