Reflexiones sobre una moción desesperada (I)

Reflexiones sobre una moción desesperada (I)

Sólo dos motivos

Acabó la semana “de la moción” que fue y es sin duda, el evento socio político más relevante en la España de los últimos tiempos. Por su significado intrínseco y por el hecho de su propia celebración, no por sus consecuencias electorales ni partidocráticas. Y por las lecciones y reflexiones que surgieron de su celebración. Este billetista propone unas seis que repartirá entre esta semana y la que viene, pues son muchos los aspectos a comentar. Evidentemente no irán estas reflexiones por el enfoque de vencedores ni vencidos (el vencido suele ser a menudo el ciudadano español), ni por cálculos electoralistas a corto, ni por valoraciones personalistas, ni juicios de intenciones, ni leguleyismos, ni ucronías ridículas…

Esta sería la primera reflexión: pese a la importancia del momento político y de muchos mensajes radicales (de raíces profundas), en particular del Profesor Tamames, pero no sólo, hemos de admitir que el evento y su parafernalia se han quedado para lo que el amigo de derechas Román Cendoya llama “los frikis de la política”. Desgraciadamente, esto no ha sido un aldabonazo ni una llamada alarmada, desesperada, a la sociedad civil, ni un punto de inflexión en la política española. A nivel de politiquería partidista y de proyecciones electoralistas, esencialmente, estamos igual. Ello se debe a varios factores, desde la LOGSE destructiva del ciudadano formado, hasta la fórmula elegida para la propia moción, con interminables intervenciones vacías y frívolas sobre temas absurdos o menores despreciativas del bien común, pasando por el hábil manejo sistemático de los medios de comunicación. Como ejemplo sólo recordaremos la cantidad de oratoria destinada a saber si tal Partido, o líder, odia al sexo femenino frente al hecho de que ni una vez se citó la pérdida letal de la unidad de mercado en España. Da grima y vergüenza ajena. Era, ciertamente, lo esperable, por muy penoso que resultara, pero una segunda reflexión de este plumilla es que ha merecido la pena recuperar algo de nivel político y mucho de nivel intelectual y de ética del bien común, aunque fuera un breve momento, en el desahuciado Parlamento Español. Y eso se debe a que el Profesor Tamames, alejándose de partidismos, sí se dirigió a la sociedad civil y se erigió en portavoz de la sociedad civil angustiada que alzó la voz en Cibeles el 21-E. Representó en buena parte el espíritu del 21-E y se lo agradecemos.

La última reflexión de hoy, y más sentida, nos dice que tal vez se desperdició un momento en que el debate sí hubiera podido centrarse en lo esencial. Curiosamente lo propició el propio Presidente de Gobierno al preguntar nítidamente en un momento dado de su alocución torrencialmente castrista: ¿Dónde está la necesidad perentoria de la moción? ¿Por qué es tan urgente, en suma, acabar con el Gobierno SPS? Y es que hay que reconocer que ese era, y es, el quid de la cuestión, el núcleo sustancial de lo que nos jugábamos. Creemos que la réplica era el momento de entrar a degüello y exponer bien claro los dos, y únicamente dos, motivos más que apremiantes para repudiar el gobierno SPS. Las razones no tienen nada que ver con los arbolados montes ni con Ucrania, ni con Marruecos ni la pertinaz sequía climática, ni con las universidades que estudian los fijos discontinuos ni con el supermercado anti-inflacionista de Doña Nadia Calviño. Por lo que se hubiera podido dejar a un lado los temas accesorios y plantear, con argumentos de peso y estudio, hasta qué punto España ya no es una democracia al uso y hasta qué punto España ya no es, ni puede ser, una “polis”, es decir una sociedad de ciudadanos libres, iguales arropados por un proyecto nacional común, como indica la Constitución. Porque los ataques a la democracia a través del deterioro y/o secuestro de las Instituciones esenciales, con perversión absoluta del espíritu constitucional y con desaparición parcial del estado de Derecho justifican parar ya la sangría. Porque la fragmentación de la sociedad en ciudadanos de primera, segunda y tercera con diferentes derechos civiles, diferente seguridad jurídica, diferentes niveles de libertad y desigualdad galopante ante la Ley exigen poner freno, ya, a los ataques al bien común de este Gobierno, supuestamente nacional.

¿O no? Pues ese debía haber sido el debate serio. Los alarmados podemos estar equivocados, pero que se planteen contra argumentos y no eslóganes, evidencias y no engaños. Y sobre todo que se plantee la seriedad estructural y no coyuntural del grave momento que percibe una buena parte de la sociedad civil. No se hizo, los Partidos (todos) fueron a sus menudos intereses con sus mítines y panfletillos de cuarta. Unos por táctica, que les salió bien, y otros por entrar al trapo. Nos quedó, al menos, la lucidez y la sabiduría del areópago Tamames,

Y justo ese día empezó la primavera.

Por Enrique Calvet Chambon, ex europarlamentario y Presidente de ULIS.

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