Reformas institucionales de la gobernanza económica internacional

La economía mundial vive tiempo de cambios. Tras décadas de expansión económica mundial, la Gran Recesión ha supuesto la mayor crisis económica internacional desde la Gran Depresión del siglo XX y las creencias del paradigma neoliberal dominante desde los años ochenta se han tambaleado ante el riesgo de una posible depresión mundial. La política económica ha recuperado un protagonismo del que había carecido en décadas, y el debate de ideas sobre ella y sobre las instituciones se ha revitalizado.

Este Estudio de Progreso aborda la reforma institucional de la gobernanza económica internacional en tiempo de crisis, desarrollando una agenda de investigación sobre el cambio de ideas, instituciones y política económica ante la Gran Recesión. En primer lugar, defiende la importancia del retorno de las instituciones a la agenda de investigación principal de la ciencia económica. Este proceso ha sido protagonizado por la nueva economía institucional, que ha ocupado un lugar cada vez más importante en las ciencias sociales, tal como evidencia la reciente concesión del Nobel de Economía de 2009 a Oliver Williamson y Elinor Ostrom. La argumentación de este nuevo enfoque permite razonar de forma solvente la importancia de las instituciones, las ideas y la política en el funcionamiento económico, por lo que posibilita un redimensionamiento de las perspectivas de progreso en el análisis económico.

En segundo lugar, la Gran Recesión cuestiona el modelo dominante para la formación de la política económica que se fue configurando a partir de la crisis del petróleo y que asumiría las hipótesis de mercados eficientes, expectativas racionales y doctrinas, como el monetarismo. La crisis ha evidenciado el fallo regulatorio e institucional del proceso de globalización, así como la imperfección de las soluciones ideológicas que confían plenamente en la fiabilidad del mercado. Resulta, pues, necesario un nuevo paradigma de política económica para solucionar las deficiencias del modelo de mercados desregulados y globalización financiera.

En tercer lugar, la crisis global evidenció la necesidad de buscar soluciones cooperativas y el G-20 recuperó protagonismo para coordinar la política macroeconómica ante la crisis y orientar el saneamiento y las reformas financieras. El análisis de la acción de la política económica ante la crisis muestra un giro keynesiano y evidencia la deficiencia de la gobernanza actual en un escenario de globalización económica y financiera, y constata la importancia del reto de desarrollar instituciones globales para el progreso mundial, como podría ser, por ejemplo, un Consejo Mundial de Desarrollo Económico y Social vinculado a la ONU.

En cuarto lugar, se define una agenda de propuestas para la reforma de la arquitectura financiera internacional. Algunas de estas propuestas, como una mejor regulación prudencial y una mayor capitalización de las instituciones financieras, están siendo asumidas, como evidencia el reciente acuerdo de Basilea III. Sin embargo, otras propuestas progresistas requieren todavía un mayor esfuerzo de compromiso político. Es el caso de la creación de una moneda de reserva global, el establecimiento de un impuesto a las transacciones financieras internacionales especulativas, el impuesto universal a la banca o la reforma del FMI para convertirlo en un Fondo Monetario de Gobernanza Global.

En quinto lugar, las instituciones de la UE y la mayor parte de los gobiernos europeos representan en la actualidad posiciones políticas conservadoras, mientras el Gobierno demócrata norteamericano ha liderado la iniciativa política en materia de reforma financiera nacional y de prioridad a las políticas fiscales que garanticen la recuperación. La UME sufre las debilidades institucionales de carecer de una Unión Económica que coordine las políticas económicas, de modo que los mercados financieros consiguen mayor poder y los países europeos se acaban comprometiendo con la austeridad y la disciplina fiscal en un escenario en el que “los mercados pueden”. Mientras Europa queda atrapada en su estructura de gobernanza, la Administración Obama ha liderado las reformas y la apuesta progresista por la producción y el empleo. Los progresistas europeos tienen que hacer una apuesta por avanzar en la gobernanza económica de Europa, incluyendo la constitución de un Fondo Monetario Europeo como paso hacia un Tesoro europeo que fomente la Europa social. Las conclusiones cierran el Estudio de Progreso.

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Reformas institucionales de la gobernanza económica internacional en tiempos de cambio: debate de ideas, instituciones y política económica. Por Gonzalo Caballero Miguez, profesor titular del departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo.

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