El Estado mexicano actúa como nana y debate en el Senado si los mexicanos pueden o no —mejor dicho, si son capaces o no— de consumir libremente marihuana para uso personal de manera segura y legal, pero los pronósticos para su regulación no son alentadores. Pese a las buenas experiencias internacionales con la regulación, la discusión en México sigue empantanada, aunque que el Congreso tiene hasta el 30 de abril para emitir los cambios exigidos por la Suprema Corte de Justicia.
Las razones para su estancamiento son diversas. Por ejemplo, el actual dictamen de ley que se discute en el Senado fue, de acuerdo con activistas, propuesto por las farmacéuticas trasnacionales que ven en la cannabis un jugoso negocio. Y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho que no tiene intención de buscar su regulación para consumo lúdico, pese a que diversas voces de su partido, Morena, han señalado lo contrario.
Públicamente, tanto el coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, Mario Delgado, como la actual secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, han señalado la necesidad de regular todas las actividades alrededor de la cannabis. Sin embargo, conversé con dos funcionarios de alto nivel del gobierno federal, que me pidieron anonimato, y uno aseguró que la regulación total era “impensable” y que “no la tendríamos este año”. El otro: “¿Para qué buscaríamos la regulación, si la marihuana no representa mayor consumo? El foco está en drogas más duras que no vamos a regular, como el fentanilo”.
El debate legislativo es engañoso y el interés por regularla pensando en los usuarios es simulado. Activistas han señalado intereses de farmacéuticas extranjeras de quedarse con el negocio y advierten consecuencias severas para los pequeños productores mexicanos. También, que la propuesta actual de regulación mantiene una estrategia punitiva contra los usuarios: mayores sanciones y prohibiciones que, hasta la fecha, no ha resuelto el problema de inseguridad que sangra al país. Al final, seguimos siendo un país con instituciones conservadoras que no utilizan los datos científicos para tomar decisiones.
Parece que los legisladores no escuchan las voces de los especialistas, o lo hacen parcialmente.
El absurdo no tiene límites y hoy la marihuana y su consumo están criminalizados: aunque se pueden portar cinco gramos —que se consumen a escondidas—, tener un gramo más implica ser detenido por narcomenudeo y hay encarcelados por cultivarla, venderla y fumarla. Cómo olvidar ese 26 de septiembre de 2018 cuando la Policía Militar y la de Ciudad de México acordonaron una maceta en el camellón central de una avenida principal de la capital mexicana porque habían crecido en ella un par de plantas de cannabis.
Hoy, en pleno 2020, los usuarios exponen su vida al comprar marihuana de forma clandestina. Hay mexicanos que se disparan entre sí, que se torturan y disuelven en ácido para conquistar zonas en donde comercializarla ilegalmente. La llamada lucha contra el narcotráfico ha dejado más de 300 mil muertos desde que Felipe Calderón la inició en 2007, cuando era presidente de México.
Esta criminalización ha provocado desinformación. Se piensa que la marihuana mata aunque no hay muertes registradas por sobredosis. O que es más dañina y adictiva que el tabaco que en México ocasiona en promedio 135 muertes diariamente; o que el exceso de azúcar, al que se le adjudican 105 mil fallecimientos anuales; o el alcohol, que provoca 34 muertes a diario por enfermedades relacionadas.
En 2017 hubo 120 muertes vinculadas directamente con el consumo de drogas ilegales. Repito: 120 muertes. Ese año hubo: 32,079 por homicidio,106,525 por diabetes, 14,176 por cirrosis y 22,954 por enfermedades pulmonares, según datos oficiales.
Más sobre el ridículo que hace México. Somos parte de un tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos, el T-MEC. Canadá ya reguló el consumo a nivel nacional. Estados Unidos lo hace a nivel local y su mercado legal pasó de 5 mil millones de dólares en 2015, a una industria que las estimaciones más cautas calculan en 20 mil millones para este año. De este lado de la frontera, la criminalización y los prejuicios cunden: el presidente en México dice que 60% de quienes son asesinados en enfrentamientos estaban “bajo los efectos de drogas o alcohol”.
¿En serio el Estado mexicano está preocupado por nuestras vidas y salud? ¿Gobierna con la ciencia en la mano, o con un rosario de mentiras y demonizaciones? Si le importa tanto nuestra salud, ¿por qué las alcoholeras, tabacaleras y fábricas de comida chatarra ganan millones a costa de la salud de los niños mexicanos? México merece una regulación que proteja a los consumidores y productores, que ponga reglas claras para el negocio. Una que no cueste vidas o normalice las injusticias.
Nacho Lozano es reportero y presentador de noticias en televisión y radio en México. Es autor de los libros ‘Mariguana a la mexicana’ y ‘El priista que llevamos dentro’.