Rehacer la unidad

Tras la ruptura formal de la tregua por parte de ETA, PSOE y PP han vuelto - o, mejor, han continuado- a la greña.

Estamos ya acostumbrados y casi nos parece natural; pero no lo debería ser, cuando menos en esta materia. En efecto, los medios de comunicación afines al Gobierno siguen insistiendo en que Aznar también negoció con ETA: no es cierto. Los medios de comunicación afines al PP exigen la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones: no hay para tanto. Además, la tregua anterior es absolutamente distinta a la actual: entonces la negociación era entre ETA y el PNV de Arzalluz y Egibar sobre la base del pacto de Lizarra.

Hoy, con Imaz al frente, hasta el mismo PNV ha cambiado.

Por tanto, dado que la situación es nueva, tras las quizás lógicas primeras reacciones de enfrentamiento, lo único sensato y positivo sería que entráramos en una fase de lento apaciguamiento en las relaciones entre el PP y el PSOE que condujeran a un acuerdo en materia antiterrorista que permitiera incluir también a otros partidos, probablemente a IU, al PNV y a CiU. El retorno a la cárcel de De Juana Chaos puede ser un buen síntoma de que ya estamos entrando en esta nueva fase.

Así pues, borrón y cuenta nueva: la negociación del Gobierno con ETA ha terminado, ahora debe empezar el consenso entre los partidos democráticos. Si así fuera, seguro que una gran mayoría de ciudadanos lo agradecería y el prestigio de la política y de los políticos iría en aumento: todos los partidos saldrían ganando. Si esto no sucede, me temo que la distancia entre ciudadanos y clase política no cesará de crecer.

Por otro lado, los términos del acuerdo no son difíciles de alcanzar. Hay dos textos, mucho más semejantes de lo que a menudo se ha dicho, en los que inspirarse: el pacto de Ajuria Enea de 1988 y el pacto por las Libertades y contra el Terrorismo (llamado comúnmente pacto antiterrorista) del año 2000. A pesar de que los firmantes no son los mismos, su contenido sustancial, dejando al margen las cuestiones de coyuntura política, son coincidentes.

En efecto, el pacto de Ajuria Enea fue firmado por los partidos estatales - PSOE y PP- y por los partidos nacionalistas vascos de entonces, PNV, EA y EE (Euskadiko Ezquerra). Por el contrario, el pacto antiterrorista sólo fue firmado por el PP y el PSOE. ¿Cuál fue la razón por la cual este último pacto no fue firmado por los partidos nacionalistas vascos? La razón es muy simple. Por un lado, EE ya había dejado de existir y sus principales dirigentes (Bandrés, Onaindia, Aulestia) se habían integrado en el PSOE o se mantuvieron como independientes. Por otro, y más importante, en el momento de suscribir el pacto, tanto el PNV como EA habían firmado el pacto de Lizarra con Herri Batasuna, entre otros partidos.

No se trata, pues, de que los dos grandes partidos estatales dejaran de lado a PNV y EA, sino que estos últimos, sin decirlo formalmente, ya habían roto el pacto de Ajuria Enea y habían adquirido, por escrito y en secreto, un compromiso con ETA - el documento es conocido y está datado en agosto de 1998- según el cual declaraban romper los acuerdos que mantenían con "los partidos que tienen como objetivo la construcción de España y la destrucción de Euskalerría (PP y PSOE)". Mediante ese pacto con ETA, tanto PNV como EA se habían autoexcluido, pues, de cualquier acuerdo con el PP y el PSOE.

Precisamente, en el preámbulo de este pacto antiterrorista, socialistas y populares dedican un párrafo a esta cuestión: "El abandono definitivo, mediante ruptura formal, del pacto de Lizarra y de los organismos creados por éste, por parte de ambos partidos, PNV y EA, constituye una condición evidente y necesaria para la reincorporación de estas fuerzas políticas al marco de unidad de los partidos democráticos para combatir el terrorismo. La recuperación plena de esta unidad para luchar contra el terrorismo debe llevarse a cabo en torno a la Constitución y al Estatuto de Gernika, espacio de encuentro de la gran mayoría de los ciudadanos vascos. Asimismo, la ruptura del pacto de Estella y el abandono de sus organismos constituye, para PP y PSOE, un requisito imprescindible para cualquier acuerdo político o pacto institucional con el PNV y EA".

Desde la firma de este pacto antiterrorista han sucedido algunos cambios significativos. Primero, sin anunciarlo formalmente, el PSOE abandonó el pacto antiterrorista al iniciar negociaciones con ETA: por tanto, el pacto ha muerto y no es necesario volver a él, sino, según sus principios, hacer otro que lo ponga al día. Segundo, el PNV ya no tiene suscrito ningún acuerdo con ETA ni, tras lo sucedido, nada le liga a la banda terrorista. Además, el cambio de dirección en el PNV es sustancial: Imaz, el inteligente Josu Jon Imaz, mantiene unas posiciones muy distintas a Arzalluz y Egibar, los antiguos dirigentes, e Ibarretxe, aun siendo lehendakari, tengo la impresión de que ya pertenece al pasado. Tercero, tras el evidente fracaso del proceso de paz,al PSOE no le queda más remedio que cambiar de rumbo en la única dirección posible: un nuevo pacto antiterrorista con el PP que trate de incluir también a IU, PNV y a CiU. El PP, por su parte, no debe tener inconveniente en firmar un documento que le viene a dar la razón.

Este nuevo pacto daría un nuevo aire, absolutamente positivo, a la política española. Quizás los traumas comenzarían a cicatrizar. Zapatero, Rajoy, Llamazares, Imaz, Mas y Duran Lleida tienen la palabra.

Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB.