Reinicializar la globalización

Como muchos han señalado recientemente, la globalización está en retroceso. A pesar de todos sus innegables beneficios, ha generado problemas de gobierno y gestión que han puesto en evidencia la insuficiencia de los gobiernos nacionales y las instituciones internacionales.

Los seres humanos de todo el planeta, tanto ricos como pobres, se ven en una situación en que deben hacer frente a problemas (como los estados fallidos, la banca en quiebra, la sobrepesca, el subempleo, el cambio climático o el estancamiento económico) a los que la globalización ha contribuido, pero sin poderlos solucionar de manera efectiva. La fragilidad de las instituciones ha dado lugar a violentas reacciones políticas y al peligro de que ocurran desastres en distintos frentes.

Mark Leonard, director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y Vicepresidente del nuevo Consejo de la Agenda Global sobre Geoeconomía del Foro Económico Mundial, ha señalado que la interdependencia, anteriormente una ventaja económica, ahora también se ha convertido en una amenaza. "Nadie está dispuesto a perder los beneficios de la economía global", escribió hace poco, "pero las grandes potencias están pensando en cómo protegerse de sus riesgos, tanto en lo militar como de otras maneras". De hecho, "tras 25 años de unirse con vínculos cada vez más estrechos, el mundo parece decidido a volver a segregarse".

Un factor que acentúa este "nuevo aislacionismo" es el hecho de que los gobiernos, las corporaciones multinacionales y los organismos internacionales pueden a menudo perder la perspectiva que necesitan para crear planes integrales de resolución de problemas. Para los líderes políticos, que enfrentan calendarios electorales u otras presiones a corto plazo, la "planificación a largo plazo" puede significar apenas cuatro años, o incluso menos.

Asimismo, los gerentes del sector privado y directores de empresas tienen que cumplir objetivos de ganancias anuales o trimestrales, a veces a expensas de los mejores intereses a largo plazo de sus empresas, por no hablar del bienestar de la sociedad en su conjunto. Puede que los académicos sean capaces de identificar los problemas, pero a menudo deben luchar por lograr la atención de quienes toman las decisiones y pueden estar sujetos a limitaciones legales, financieras o políticas. Y, aunque las organizaciones internacionales regionales y mundiales han tenido algunos éxitos notables, muy a menudo están paralizadas por rivalidades nacionales y escasez de fondos.

Y, sin embargo, la interdependencia es innegable. Muchos de los problemas del mundo tienen un carácter ineludiblemente transnacional: el dióxido de carbono, la gobernanza de Internet, el agotamiento de las reservas de pesca en los océanos, la evasión fiscal por parte de las corporaciones, por nombrar solo algunos. El brote de Ébola que está asolando gran parte de África Occidental y amenaza con extenderse en otros lugares es otro claro ejemplo.

No hay duda de que los 7,2 mil millones de personas que habitan el planeta necesitan no sólo nuevas ideas, sino también nuevas formas de llegar a consensos que involucren a todos los afectados ​​para hacer que las mejores ideas pasen de la teoría a la práctica. Sin ello, no es posible abordar con eficacia ninguno de los muchos problemas identificados.

Afortunadamente, en este respecto hay buenas noticias: al mundo no le falta gente inteligente. En los gobiernos, las empresas, los grupos de la sociedad civil, las universidades y las organizaciones internacionales abundan los expertos que, cuando se reúnen,  pueden alcanzar una masa crítica de comprensión de estos asuntos.

Por otra parte, las herramientas de comunicación modernas permiten que las ideas y las buenas prácticas puedan difundirse por todo el mundo a una velocidad sin precedentes. Las empresas multinacionales y los aldeanos pueden compartir los frutos del progreso por igual. Por ejemplo, el sistema de las microfinanzas y banca basada en telefonía móvil conocido como M-Pesa se ha extendido de diversas formas más allá de África del Este, donde se originó.

Mientras tanto, los laboratorios públicos y privados de todo el mundo están incubando tecnologías y materiales con los que se construirá el futuro. Desde terapias de ARN mensajero a la minería de metales presentes en los residuos de la desalinización, los avances en investigación y desarrollo prometen nuevas oportunidades de progreso.

El mundo está lleno de ideas -muchas de ellas excelentes- en cuanto a tecnología, sostenibilidad y gobernabilidad; por desgracia, es mucho más rara la capacidad de generar consensos y poner en práctica programas eficaces. Nadie duda de que las ideas sean el motor del progreso y el desarrollo humanos. Ante el riesgo de que la fragmentación sustituya a la globalización, se hace urgente la necesidad de compartir conceptos, ideas y buenas prácticas que puedan nos permitan llegar a acuerdos y alejarnos de los peligros.

Martina Larkin is head of the World Economic Forum's Network of Global Agenda Councils. Traducido del inglés por David Meléndez Torme

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