Renovación del milagro sudcoreano

El presidente entrante de Corea del Sur, Park Geun-hye, dirigirá un país que ha sido un modelo de desarrollo económico para el mundo. Sin embargo, con la desaceleración de la economía, se ha convertido en un modelo que debe renovarse.

El llamado “milagro del río Han” se originó con las reformas iniciadas por el fallecido padre de Park, Park Chung-hee, que dirigió el país durante gran parte de los años sesenta y setenta. El éxito sudcoreano se debe a que fue el primer país que transitó de ser recipiente de ayuda de la OCDE a convertirse en donador, con un PIB actual per cápita superior a 30,000 dólares (en términos de paridad de poder adquisitivo).

Sin embargo, la fórmula de crecimiento que durante largo tiempo sustentó el éxito sudcoreano –una forma de capitalismo guiado por el Estado, centrado en manufacturas orientadas a la exportación– ya no está sirviendo a muchos sudcoreanos. El PIB se ha casi triplicado en los últimos veinte años, pero como el incremento de los salarios reales ni siquiera es del cincuenta por ciento de dicho aumento, el crecimiento se ha desvinculado de las opciones de los ciudadanos comunes.

Más de la mitad de los hogares de medio ingreso gastan más de lo que ganan mensualmente. Las señales de deterioro social se están multiplicando. La tasa de divorcios en Corea del Sur se ha duplicado, la tasa de fertilidad ha disminuido y se ha convertido en la cuarta más baja de las economías avanzadas, y la tasa de suicidios es la más alta de la OCDE.

Las dificultades de Corea del Sur se deben a dos razones principales. Primero, aunque algunas partes de la economía se industrializaron en un tiempo récord, otras áreas (e instituciones) están luchando para al corriente. Los grupos manufactureros como Hyundai, LG y Samsung se han transformado en gigantes globales altamente productivos cuyo crecimiento crea menos empleos internos de alta calidad que antes. El empleo en las empresas más grandes del país está cayendo, y la proporción de los empleos sudcoreanos en dichas empresas ha disminuido en una tercera parte desde 1995.

Sin embargo, Corea del Sur no tiene un sector de servicios bien desarrollado como para crear una nueva fuente de empleos de alta remuneración. Peor, las industrias del sector servicios se están rezagando en comparación con las principales manufactureras en términos de productividad y salarios.

Lo anterior conduce a un segundo desafío: los fuertes problemas financieros por los que atraviesan los hogares de medio ingreso. Ahora muchas familias se enfrentan a salarios estancados, debido a los tipos de empleos disponibles, pero están decididos a endeudarse para tener un estilo de vida que ya no pueden pagar. Las familias con niños han entrado en una “carrera armamentista educativa” que se intensifica cada vez más, en la que dedican una gran parte de su ingreso a escuelas privadas y clases particulares para preparar el ingreso de sus hijos a universidades de élite y ofrecerles la oportunidad de un empleo seguro en una gran corporación.

Las familias de ingresos medios también insisten en comprar casas, a pesar de tener el multiplicador más alto de precios de las viviendas respecto al ingreso de las economías avanzadas y un sistema de financiamiento de viviendas que impone costos de crédito onerosos. Las mujeres sudcoreanas siguen abandonando la fuerza laboral cuando se casan o tienen hijos; solo un 38% de las familias tiene dos salarios (la mitad del promedio de la OCDE).

Uno de los efectos más perjudiciales de la presión financiera de los hogares de medio ingreso y el costo de la carrera educativa se traduce en una política voluntaria de un solo hijo que ha reducido la tasa de fertilidad del país a 1.2 hijos por mujer, de las más bajas del mundo industrializado. La población está envejeciendo a un ritmo acelerado, y el flujo neto de ciudadanos en edad laboral hacia la fuerza laboral se ha vuelto negativo.

Sin acciones, la economía se enfrenta al riesgo de un consumo decreciente y una producción que se contraerá más. Corea del Sur necesita urgentemente medidas para aliviar la presión en las finanzas de los hogares de medio ingreso, y una nueva fórmula de crecimiento basada en un sector de servicios competitivo a nivel mundial y pequeñas y medianas empresas que generen empleos bien remunerados.

Se requieren reformas sustanciales para ayudar a las familias de medios ingresos a escapar de los pagos mensuales abrumadores por vivienda y educación. Los pagos por vivienda son más onerosos porque las hipotecas son de corta duración (un promedio de diez años) y las restricciones rigurosas de los coeficientes préstamo/valor obliga a los deudores a buscar créditos adicionales con un costo mayor en entidades de depósito de segundo nivel y compañías no financieras.

Estas condiciones tienen que cambiar. Dado que los bancos tendrían que aceptar un riesgo mayor, habría que crear mercados de hipotecas secundarios. Los responsables del diseño de políticas también deben pensar en medidas que reduzcan la demanda de propiedad de vivienda, incluidas normas más flexibles para la inversión de las empresas aseguradoras y otras en el sector inmobiliario, lo que crearía mejores opciones de alquiler para las familias de medio ingreso.

Corea del Sur también debe mejorar el sistema educativo público, en particular el nivel secundario, y actualizar la formación profesional. Las familias invierten en la educación privada porque temen que las escuelas públicas no ayuden a sus hijos a ingresar a universidades de élite y obtengan buenos empleos. Los bachilleratos “Meister” que se abrieron en 2010 con el objetivo específico de preparar a los jóvenes para los empleos altamente especializados, son una buena medida.

El desarrollo agresivo de servicios –como el transporte, la venta al menudeo y los restaurantes, que actualmente son en su mayoría empresas locales con bajos salarios y productividad baja, administrados en muchos casos por propietarios únicos– es otro imperativo. Corea del Sur tiene excelentes oportunidades para desarrollar servicios de salud y competir en el negocio global de turismo médico. El otro turismo también se puede expandir para aprovechar plenamente las atracciones deportivas y culturales. En lo que se refiere a los servicios financieros, el gobierno debería proponerse producir tres o cuatro campeones regionales.

Finalmente, los sudcoreanos tienen que volver a aprender a desarrollar el espíritu emprendedor que construyó chaebol, los conglomerados industriales familiares que estimularon el desarrollo de la economía. Ahora, Corea del Sur tiene muchos negocios pequeños familiares, pero pocos emprendedores.

Para fomentar un sector de pequeñas y medianas empresas más dinámico e innovador que produzca las grandes compañías globales competitivas del futuro se requiere eliminar los desincentivos al crecimiento, como la exención fiscal hereditaria a las empresas familiares, que premia a los propietarios por mantener pequeños sus negocios. También es indispensable un sistema de quiebra que permite a los empresarios sobrevivir a los fracasos inevitables que acompañan la innovación, así como una protección a la propiedad intelectual más eficaz y acceso mejorado al financiamiento de capital.

Park llega en un momento decisivo en la historia de Corea del Sur. El nuevo gobierno necesita tomar las medidas pragmáticas que pueden superar las limitaciones del actual modelo económico y rescatar al país del crecimiento decreciente, desempleo más alto y mayor desigualdad. La tarea es tan importante como lograr el segundo milagro del río Han.

Wonsik Choi is Managing Director of McKinsey, South Korea. Richard Dobbs is Director of the McKinsey Global Institute. Traducción de Kena Nequiz.

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