‘Resetear’ el sistema

Acaba de hacer su aparición pública el Partido del Futuro, o Partido X, que declara entre sus fines “reiniciar el sistema” y “resetear el espacio electoral”. Habrá personas a quienes estos eslóganes no les digan nada, porque sean legos en lo que se llama “informática de usuario”. Reiniciar o resetear es lo que se hace con el ordenador cuando presenta fallos o se queda colgado. Uno lo apaga y lo vuelve a encender, y el equipo funciona otra vez.

Por supuesto, el Partido X está hablando metafóricamente. Sabemos que en la metáfora se alude a una realidad utilizando términos que se toman de otra. Normalmente las metáforas provienen de terrenos que son familiares tanto al hablante como al oyente: si no, no se entenderían. En España triunfa la metáfora futbolística, en el campo de la política y en casi todos. Cuando el portavoz del Partido Popular dijo que el presidente de Gobierno no iba al Congreso porque “el partido se juega fuera”, o cuando el anterior presidente dijo que su gobierno había situado a España “en la Champions League de las economías del mundo”, están comparando al país con un equipo de fútbol, a la competencia entre países con campeonatos, y así sucesivamente.

Pero las metáforas rara vez son neutras: son poderosas herramientas para pensar, y arrastran implicaciones no siempre explícitas. Si se dice que las medidas de austeridad “darán sus frutos”, esta metáfora agrícola nos induce la idea de que no será algo inmediato, de que habrá de transcurrir tiempo: el que va desde la siembra hasta la cosecha.

Las metáforas informáticas son significativas, está claro, para un público mayoritariamente joven (categoría elástica que cada vez abarca más años) y urbano: “resetear” no lo entiende cualquiera. Se empezaron a utilizar ampliamente en el seno del movimiento 15-M. He aquí una selección de eslóganes que estaban escritos en pancartas y carteles en la Plaza de Catalunya de Barcelona y en la Puerta del Sol de Madrid en mayo del 2011: “Error 404. Democracia not found”, “Democracia 1.0 obsoleta. Democracia 2.0 instalándose. 5% buffering”, “Reiniciando el sistema. Haz clic”, “Error de sistema. Insertar ciudadanía 2.0 para reinstalar una democracia real”. El 15-M hizo un uso extensivo de las tecnologías de comunicación, y el nuevo Partido X anuncia que lo hará también. Son movimientos en los que tiene un papel importante el activismo digital, que en su versión más extrema, el hacktivismo, puede llegar a incorporar ciberataques de contenido político. Se da aquí, pues, un bucle conceptual llamativo: se usa la terminología informática, inglés incluido, para hablar de una acción política, que se llevará a cabo también por medios digitales.

Hay un juego de palabras, por supuesto, en la frase “reiniciar el sistema”. Se alude al tiempo al sistema político (la monarquía parlamentaria) y al sistema informático (Windows, o el que sea). Al tiempo, se da la vuelta a la calificación, emanada sobre todo de las fuerzas de orden público, de los indignados como “antisistema”: “No somos antisistema”, rezaba una pancarta, “el sistema es antinosotros”. Pero el “reseteo” de un sistema informático lo que hace es volver a las condiciones anteriores a un fallo: como si la situación actual fuera una disfunción que se arregla regresando al estadio inicial. Claramente, eso no es lo que parecen querer quienes lo dicen, y por eso aparecen versiones extendidas de la imagen que apelan a la “instalación” de la Ciudadanía 2.0 o la Democracia 2.0, usando la convención que se usa para numerar las sucesivas versiones de un programa. De nuevo, la metáfora se queda corta (o tal vez no): ¿se quiere realmente una nueva versión, aunque sea mejorada, de algo preexistente? ¿No se plantea siquiera la instauración de un nuevo orden que nada tenga que ver con el anterior? ¿No se propone (por mantener la metáfora) la creación de un sistema operativo completamente nuevo, o incluso de una nueva herramienta que supere a ese ordenador que ha causado tantos problemas?

Los eslóganes políticos, tanto si emanan de activistas como de partidos, tienen una función retórica, de seducción. Los que estamos viendo apelan a un área que tiene prestigio entre una parte de la población (y que otra parte no entenderá), y al tiempo son un guiño a una cierta forma de usar la tecnología para hacer política.

Ojalá que estas acciones digitales que tienen un objeto metafóricamente también digital, no distraigan a los activistas de la tarea clave, que es cambiar las cosas, y no precisamente en el mundo digital, sino en el real. El 15-M utilizó Twitter y en general las tecnologías móviles para comunicarse y coordinarse, y para dar testimonio de la oposición que encontraban. La reacción del sistema (!) no se hizo esperar, y ahí está la legislación contra la convocatoria de manifestaciones mediante las redes, o la que castiga la difusión de imágenes de las fuerzas de orden público, demostrando claramente que estas acciones causan problemas a las autoridades. Sí: parece que la acción digital puede ser un impulso de cambio, pero solo cuando baja al mundo.

José Antonio Millán es lingüista.

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