Lamentablemente para todos, la banda terrorista ETA ha vuelto a adquirir un protagonismo que no le corresponde. Esta vez en forma de comunicado, anunciando que no está dispuesta a disolverse y entregar las armas, sino a seguir utilizando el asesinato, la extorsión y la amenaza para imponer su proyecto totalitario, que, como bien es sabido, hace extensible al País Vasco, Navarra y a las provincias francesas limítrofes.
ETA y su entorno nunca han respetado las reglas y siempre han despreciado y hecho oídos sordos al clamor de vascos y españoles, al clamor de una sociedad que anhela y tiene derecho a vivir en libertad y en paz, y que rechaza rotundamente que una minoría violenta, ETA-Batasuna, ejerza su presión y trate de imponerse por la fuerza a la mayoría democrática.
En una demostración de cómo se reparten el trabajo y los papeles dentro del entramado etarra, la banda utilizó para su anuncio los periódicos Gara y Berria, su frente mediático, periódicos que utilizan la expresión de «organización armada» para referirse a ETA.
De igual modo, portavoces cualificados del conglomerado terrorista como Arnaldo Otegi, del frente político, o Juan María Olano, del frente de presos, o la existencia de un vídeo reciente con instrucciones para poner bombas y cometer asesinatos nos habían advertido ya en las últimas fechas de la inminencia de un comunicado como el que se produjo ayer.
En realidad, el comunicado no cambia en nada la situación porque ETA no ha dejado de actuar en los 14 meses transcurridos desde el anuncio del «alto el fuego» en marzo de 2006, en este tiempo de pretendida tregua. Pese a lo que nos han querido hacer creer desde instancias políticas y gubernamentales, el hecho objetivo es que el mundo de ETA-Batasuna ha mantenido en este tiempo su actividad a pleno rendimiento.
Ahí está la extorsión permanente a los empresarios, los repetidos comunicados amenazantes, el robo de armas y vehículos en Francia, la existencia de zulos con arsenales, la aparición de encapuchados dando tiros en Oyarzun, el medio millar de actos de terrorismo callejero y el asesinato de tres personas, en la Terminal 4 de Barajas y en Mondragón por un ataque de terrorismo callejero.
En cualquier caso, ETA persigue siempre un protagonismo que no merece y quienes tienen en cada momento la responsabilidad de Gobierno, en este caso Zapatero, están obligados a negarle ese protagonismo que pretende. Porque, de hecho, aunque pueda hacernos mucho daño y sea una amenaza constante para la estabilidad y la convivencia, lo que diga y haga ETA no debe importarnos en absoluto a los demócratas. Los terroristas sólo pueden recibir de nosotros el más absoluto rechazo, el más absoluto desprecio, el aislamiento total. Y la seguridad de que vamos a derrotarles.
Sin embargo, el presidente Zapatero y su partido, el PSOE, han optado por lo contrario, por entablar una negociación con los terroristas y sus apoyos y, de este modo, reforzar sus posiciones y concederles una legitimidad que no tienen, que no les corresponde en modo alguno.
La existencia de ETA y la consiguiente falta de libertad es el principal problema que tenemos los españoles y los vascos en particular, y el presidente Zapatero lo ha encarado de la peor forma posible desde su llegada a La Moncloa hace tres años.
Y lo ha afrontado mal porque no ha asumido un principio democrático básico y es que con ETA no cabe la negociación sino la derrota. Que los terroristas no tienen ninguna legitimidad para entablar con ellos un diálogo y alcanzar un pacto porque de esta forma estaremos avalando la utilización de la violencia con fines políticos.
Desde el Partido Popular hemos sido siempre coherentes con este principio y hemos dejado claro que el camino para la libertad y para la consolidación plena de la democracia en el País Vasco es la derrota de ETA. La aplicación firme de la ley y de los instrumentos del Estado de Derecho contra quienes no respetan los derechos básicos, las reglas del juego democrático y atentan contra la libertad de todos y la convivencia.
La experiencia de tantos años de resistencia democrática contra ETA en el País Vasco, el dolor de ver a compañeros asesinados, la falta de libertad a la que nos vemos sometidos los cargos públicos no nacionalistas, la imposición ideológica que fomenta en nuestra tierra el nacionalismo gobernante nos hace ver con claridad meridiana que el camino para la libertad, la convivencia y la paz en Euskadi es justo el camino contrario al que ha emprendido Zapatero.
Después de las conversaciones de Argel y de los GAL de Felipe González, el actual presidente Zapatero y el PSOE han emprendido una tercera vía que se basa en el entendimiento, las cesiones y el pacto con los terroristas. Una tercera vía que se ha demostrado inútil y que ETA se ha encargado de dinamitar, en diciembre en la T-4, a diario con los actos de intimidación y de kale borroka, ahora con su anuncio último de la vuelta a atentados y asesinatos.
La única responsable de las acciones que comete es ETA, pero a Zapatero y a los socialistas hay que pedirles cuentas por el giro de 180 grados que han dado a la política antiterrorista, por haber roto el consenso que los dos grandes partidos habíamos alcanzado en el Pacto por las Libertades y por haber dado oxígeno y resucitado a una ETA que hace sólo tres años se encontraba más debilitada que nunca por la acción decidida del Estado de Derecho.
Hay que pedir responsabilidades políticas y sobre todo hay que exigir al presidente una urgente rectificación de su política de cesiones y de negociación con ETA. El modo de actuar de los terroristas ya lo conocemos, sus intenciones criminales también. Ahora lo que hace falta es que el Gobierno responda a la exigencia de la sociedad y recupere una senda de combate legal contra ETA y de firmeza que nunca debía haber abandonado.
Sin embargo, Zapatero no responde a las expectativas de los españoles y no ha respondido con la debida rotundidad, claridad y certidumbre al desafío de los terroristas. Zapatero se empeña en hablar de «paz» y de respetar la voluntad de los vascos como si ésta no fuera ya respetada y no dice, como sería preciso, que ETA pierda toda esperanza de lograr sus objetivos y que el Estado de Derecho y la sociedad democrática vamos a vencerlos, a reducirlos, a aislarlos y a derrotarlos. Que vamos a ir a por ellos.
Desde el Partido Popular vamos a actuar con absoluta responsabilidad, como corresponde al mayor partido de España y ahora primera fuerza en la oposición. Ofrecemos nuestra mano tendida al Gobierno y apostamos sin ambages por recomponer la unidad de los dos grandes partidos y del resto de fuerzas democráticas para hacer frente sin fisuras a la amenaza terrorista. Pero ofrecemos nuestra mano para recuperar la política que de verdad le hace daño a ETA y ampara y favorece a los demócratas, y no para que el presidente Zapatero y su partido prosigan con su política de cesiones, con su ambigüedad calculada y mantengan vivo y alto un proceso de negociación con ETA nefasto para la paz y la libertad.
Zapatero debe aprender la lección. No se consigue el final del terrorismo a base de cesiones o mediante la negociación política. ETA es insaciable y la serpiente siempre guarda más veneno, el filo del hacha nunca termina de cortar. Sólo su aislamiento, la deslegitimación del proyecto totalitario y la derrota definitiva de ETA conseguirá que terminemos para siempre con la lacra del terrorismo que tanto dolor nos causa y nos ha causado.
Nuestra mano tendida, la mano del PP, no la tendrá Zapatero para seguir navegando por las aguas turbulentas y turbias de la negociación con ETA, sino para acometer una rectificación urgente que recupere la política eficaz contra el terrorismo. Es hora de hechos, de pruebas fehacientes por parte del presidente del Gobierno de que quiere recuperar la senda de la derrota y renunciar al diálogo y al pacto con los terroristas.
Zapatero ya ha cedido bastante. Y lo peor es que no ha conseguido nada excepto favorecer a ETA-Batasuna. El siguiente paso de ETA no será un comunicado sino poner un asesinato sobre la mesa. Se acabaron las ambigüedades. Nuestra mano tendida será para que el Gobierno aporte pruebas y responda a la amenaza con hechos y con una política de contenidos, no de vaguedades. Nuestra colaboración plena será para impedir la vuelta de Batasuna a las instituciones a través de ANV, para que De Juana no se pasee por San Sebastián sin cumplir su condena o para que la Fiscalía General del Estado dé un vuelco en su posición en las causas abiertas contra Otegi.
Y seguiremos hablando de la responsabilidad de Ibarretxe y su Gobierno y de la falta de hechos y voluntad en el nacionalismo vasco para acabar con ETA.
Carmelo Barrio Baroja, secretario general del Partido Popular del País Vasco.