¿Responsabilidad de proteger o injerencia?

Después de tres semanas de operaciones militares, cabe preguntarse si la misión de las tropas que participan en la operación prevista en la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no está variando subrepticiamente de sentido.

Sin decirlo de forma oficial, se pasa del concepto de la responsabilidad de proteger al muy distinto de las iniciativas orientadas a provocar un cambio de régimen. El objetivo consensual de la resolución 1973 ha sido alcanzado: se ha evitado la matanza que podía derivarse de la ofensiva militar anunciada por Gadafi el pasado 16 de marzo contra Bengasi.

En consecuencia, ¿es menester prolongar los bombardeos sobre las tropas que le han seguido siendo fieles? ¿No puede decirse que las fuerzas armadas que participan en la operación pasan de una postura de protección de la población civil a mostrar la condición de beligerantes junto a los rebeldes?

Indudablemente, cabe partir del principio de que, mientras Gadafi se halle en el poder, la población libia no gozará de seguridad, de modo que únicamente su partida traerá una auténtica paz civil en Libia. Puede pensarse y entenderse, asimismo, que la desproporción de fuerzas, la falta de equipamiento o entrenamiento de los rebeldes debe traducirse en una prestación de ayuda. Sin embargo, en la práctica, se modifica el sentido de la misión. En efecto, avanzar por esta senda sería situarse claramente en una opción de cambio de régimen a través de una intervención militar, objetivo excluido en la votación del Consejo de Seguridad. Y según como vayan las cosas no es seguro, por otra parte, que la coalición formada de acuerdo con la resolución 1973 pueda sobrevivir durante mucho tiempo.

La resolución 1973 se acogió positivamente porque ponía en práctica el nuevo concepto de responsabilidad de proteger.Tal noción se diferencia de la injerencia, que no es más que una política de fuerza clásica disfrazada de buenos sentimientos.

La injerencia ha sido siempre una fuerza de una sola dirección: una intervención de las grandes potencias en los asuntos de los países más débiles. Las Naciones Unidas siempre han antepuesto el principio de soberanía, precisamente para proteger a estos últimos del apetito de poder o influencia de los países más poderosos. Ahora bien, resulta igualmente necesario que la soberanía no constituya una garantía de impunidad para los tiranos y dictadores. Es deseable y conveniente proteger a las poblaciones indefensas. La responsabilidad de proteger, formulada en el 2005 en la Organización de las Naciones Unidas, corresponde a esta necesidad de hallar un equilibrio entre el respeto de la soberanía y la protección de la población. Es menester que la necesaria protección de los países débiles frente a los poderosos no se traduzca en el abandono de la población ante gobiernos prontos a perpetrar matanzas.

La responsabilidad de proteger corresponde a una situación de urgencia y está destinada a evitar los crímenes de guerra, las matanzas, los crímenes contra la humanidad. La decisión al respecto se adopta de manera conjunta por parte de los representantes de la comunidad internacional, mediante una votación en el Consejo de Seguridad. El procedimiento no guarda relación alguna con una guerra unilateral desencadenada de modo totalmente ilegal aunque sea contra un dictador. Los que daban preferencia a la injerencia sobre la responsabilidad de proteger anteponían el hecho de que Rusia o China entorpecerían constantemente esta última en el Consejo de Seguridad. La resolución 1973 ha venido a desmentirles. Ni Pekín ni Moscú han querido ser considerados responsables, por un voto negativo, de una matanza que se anunciaba como segura.

Pasar de la responsabilidad de proteger a la injerencia clásica equivale a deslegitimar la primera. Será más difícil, en el futuro, referirse a ella si aparece únicamente como una estratagema para que se acepte aquello que se había rechazado; esto es, un cambio de régimen por medio de la guerra. Los países reticentes a votar a favor de una intervención militar para proteger a una población amenazada verán reforzadas sus sospechas. Lo que está en juego en Libia es el porvenir del concepto de la responsabilidad de proteger. El coronel Gadafi está demasiado aislado en el plano internacional como para mantenerse en el poder durante mucho tiempo. En su momento, caerá.

Sin embargo, el precio que habrá que pagar por su caída será menor si cae víctima de su aislamiento que si obedece a una solución militar exterior, que vendría a deslegitimar el concepto de responsabilidad de proteger.

Por Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París.

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