Resultados de las elecciones locales de España reforman el panorama político

Ada Colau, de 41 años de edad, ni siquiera había nacido cuando Manuela Carmena, de 71, se unió al clandestino Partido Comunista de España y empezó su carrera legal atacando las restricciones laborales impuestas por Francisco Franco.

Pero incluso separadas por una generación, Colau y Carmena lograron victorias izquierdistas similares, parte de un grupo de candidatos nuevos que sacudieron el sistema político de España después de las elecciones regionales y municipales del domingo.

Colau, una ex activista que combatió los desahucios de casas, derrotó al alcalde de Barcelona, Xavier Trias, en lo que ella describió como una victoria de “David contra Goliat”. Carmena, una jueza retirada, no ganó en Madrid, pero, no obstante, sus resultados hacen muy probable que se convierta en alcaldesa de la capital de España el mes próximo, al timón de una coalición con los socialistas.

El éxito de las candidatas, postuladas por partidos locales pequeños, en las dos ciudades españolas más grandes subrayó la fragmentación de la política de España, así como el precipitado deslizamiento del gobernante Partido Popular del Primer Ministro Mariano Rajoy, en víspera de las elecciones generales de este año.

Las elecciones también confirmaron la erosión del sistema bipartidista de España. El Partido Popular y el opositor Partido Socialista obtuvieron en conjunto apenas poco más de la mitad de los votos el domingo, comparado con dos tercios en la elección pasada en 2011. Por otra parte, Podemos, un partido de extrema izquierda, y en menor grado Ciudadanos, un partido de centro-derecha, surgieron como los nuevos hacedores de reyes de la política española. Ahora vienen negociaciones complicadas para formar nuevos gobiernos regionales y administraciones municipales en todo el país.

En 2011, el Partido Popular llegó al poder cuando los votantes castigaron a los socialistas por hundir a España en la crisis económica. Cuatro años después, Rajoy ha estado instando a los votantes a no correr el riesgo de hacer descarrilar el reciente crecimiento de España confiando la gestión económica a partidos políticos de inclinación izquierdista o no puestos a prueba aún. El gobierno está prediciendo un crecimiento del 2,9 por ciento este año, el cual Rajoy espera sea el más fuerte entre las principales naciones europeas.

Sin embargo, “hay un cambio más amplio en el ánimo político en España que el Partido Popular no parece capaz de comprender”, dijo Manuel Arias-Maldonado, un profesor de política en la Universidad de Málaga. Los resultados del domingo, añadió, demuestran que el Partido Popular tuvo una “confianza falsa en que la recuperación económica sería suficiente” para ganar las elecciones.

Pablo Iglesias, el líder de Podemos, dijo a sus simpatizantes el domingo en la noche que los resultados en las ciudades más grandes de España demostraban el fin del sistema bipartidista. En Valencia, la tercera ciudad más grande de España, también se espera que renuncie Rita Barberá, la alcaldesa conservadora, después de 24 años. El Partido Popular de Barberá ganó, pero con un margen insuficiente para impedir que los partidos izquierdistas formen una coalición y la remuevan del cargo.

“Las grandes ciudades son el gran motor del cambio en España”, dijo Iglesias el domingo. Continuó prediciendo que el cambio en el panorama político del país se confirmaría en las elecciones generales que se celebrarán a finales del año.

Esa predicción parece prematura. Pero lo del domingo sugiere que los días de los resultados claros en las elecciones españolas están contados, siendo reemplazados más bien por contiendas cuatripartitas que forzarán a los partidos a entrar en terreno desconocido, como son las negociaciones de coalición.

“Dada la ausencia de una cultura de la formación de coaliciones y a los bajos incentivos para cooperar en vísperas de las elecciones legislativas, los próximos meses pudieran ver el surgimiento del estancamiento político en muchos lugares en todo el país”, dijo en un reporte Antonio Barroso, un analista español en Teneo Intelligence, un grupo en Londres.

En Madrid, Carmena fue instada por sus amigos a salir del retiro para postularse con una campaña basada en parte en el argumento de que podía aportar más integridad al escenario político plagado por la corrupción. Después de los resultados del domingo, Carmena prometió hacer de Madrid “una ciudad decente y justa”.

Carmena también argumentó durante su campaña que el Ayuntamiento de Madrid debería evitar los grandes proyectos favorecidos por las recientes administraciones conservadoras. En un giro curioso, la propia candidata del Partido Popular, Esperanza Aguirre, una política veterana, también trató de distanciarse del gasto desenfrenado de su propio partido prometiendo, de ser elegida, mudarse de la sede del Ayuntamiento debido al costo del mantenimiento del edificio.

En Barcelona, Colau continuó el tipo de campaña a nombre de los marginados que anteriormente había llevado a cabo contra los desalojos de viviendas durante la crisis bancaria de España. También prometió un drástico recorte en su salario como alcaldesa de Barcelona si era elegida. La semana pasada, Carmena siguió el ejemplo, diciendo que quería que el siguiente alcalde de Madrid ganara 45.000 euros, unos $49.400 dólares, al año, comparado con el salario de 100.000 euros de la actual alcaldesa conservadora.

Colau, llorando de la emoción el domingo, dijo a sus simpatizantes después de su triunfo: “La gente común, que normalmente no tiene poder alguno, tuvo una oportunidad histórica y la aprovechó. Felicitaciones”.

Colau y Carmena “pueden afirmar ser políticas diferentes, frescas y no profesionales”, dijo Arias-Maldonado, el profesor de política. “Ofrecieron a los votantes la perspectiva de un cambio y algo nuevo, aun cuando su contenido exacto aún no esté claro”.

Raphael Minder, corresponsal de New York Times en España.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *