Rojo y gualda

Rojo y gualda son los colores de la bandera de España y los de la señera de Cataluña. Esos dos colores también están presentes en las enseñas de las comunidades autónomas de Aragón, Valencia e Islas Baleares. Además, la Ley 33/1981 de 5 de octubre (B.O.E. del 19/10/81), que regula el Escudo de España, al describir sus cuarteles indica que: en el tercero, de oro, cuatro palos, de gules o rojo. Los colores rojo y gualda están unidos desde la Edad Media a la historia de España y constituyen una seña de identidad para sus habitantes. Esta coincidencia de colores no es fruto de la casualidad, sino la consecuencia natural de la pertenencia a un espacio geográfico bien delimitado y a una historia común que ha creado lazos de unión muy profundos más allá de avatares políticos e intereses partidistas.

La Península Ibérica constituye un espacio geográfico separado del resto de Europa por una barrera natural que ha hecho que España y Portugal, siendo naciones profundamente europeas, hayan tenido una historia marcada por su especial situación geográfica. Desde el siglo XVI y hasta finales del siglo XX, la Península no ha recibido aportaciones humanas significativas procedentes del exterior. Sin embargo, ha habido una proyección humana muy importante hacia otros continentes, especialmente hacia América. Esto ha facilitado que la lengua española sea una lengua universal hablada en todo el mundo. La Península Ibérica ha sido a lo largo de los siglos un crisol de gentes que han desarrollado un carácter y una personalidad propios.

En España, los distintos apellidos están presentes en todos los territorios y los más frecuentes son prácticamente los mismos en todas las comunidades. Los movimientos de población de las zonas rurales a los grandes centros industriales han favorecido la existencia de fraternales relaciones humanas interregionales. Esta realidad está muy viva, siendo una base fundamental de la solidaridad entre comunidades autónomas y una garantía de la unidad de España.

Por el contrario, la carencia de fronteras naturales bien definidas en otras partes de Europa ha sido una de las causas de las numerosas guerras que han ensangrentado los campos del viejo continente. Bastantes países europeos han tenido y tienen vecinos con etnias, tradiciones religiosas y lenguas muy diferentes que en algunos casos incluso se escriben con alfabetos distintos. Esas diferencias han ocasionado que las fronteras cambiantes con los resultados de las guerras hayan dejado minorías étnicas en naciones distintas que las de origen. En España es difícil entender la tragedia de esos movimientos de fronteras que se han producido incluso en el siglo XX tras las dos guerras mundiales.

En ese contexto, se puede entender mejor la Declaración que el 25 de marzo de 2017 de los dirigentes de los veintisiete Estados miembros de la Unión Europea y del Consejo Europeo, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea. En esa Declaración se dice entre otras cosas: «Hace sesenta años recuperándonos de la tragedia de dos guerras mundiales decidimos unirnos y reconstruir nuestro continente desde sus cenizas. Hemos construido una Unión única con instituciones comunes y valores firmes, una comunidad de paz, libertad, democracia, derechos humanos y Estado de Derecho, un importante poder económico con niveles de protección social y bienestar sin precedentes». En muchos estados miembros de la Unión, especialmente en los de mayor extensión y población, existen regiones con características culturales propias que son respetadas en el marco jurídico democrático de los Estados miembros que forman la Unión.

En España, el desarrollo de lo previsto en la Constitución de 1978 ha conformado el desarrollo de las comunidades autónomas que están dotadas de niveles de autogobierno muy alto, en general superior a los que tienen entes semejantes en otros estados de la Unión. Como en el desarrollo de toda actividad humana, han podido existir desencuentros y discrepancias políticas sobre el desarrollo y aplicación de estatutos y otras normas legales. Sin embargo, esas posibles discrepancias no pueden justificar que los dirigentes de una comunidad autónoma utilicen los amplios poderes que les otorgan la Constitución y su Estatuto para intentar destruir el orden constitucional que deberían defender. El desprecio de las leyes y de las mínimas normas de seguridad jurídica, así como el uso retorcido y torpe por parte de los líderes de algunos partidos políticos de las instituciones de todos los catalanes, no puede continuar. Por el bien de los ciudadanos de nuestro centenario país, es de esperar que muy pronto cese la propaganda corrosiva que alienta el odio y promueve la exaltación de supuestas diferencias y niega los muy sólidos lazos culturales, familiares y económicos que existen entre todos los habitantes de España. Estoy seguro que los catalanes harán posible que todos podamos seguir gritando en libertad y democracia: Visca Catalunya, Viva España, Viva la Unión Europea.

Federico Yaniz Velasco, General del Ejército del Aire (R) y periodista.

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