Llegó después de los cuartos, como Administradora única provisional de RTVE y fue reclutada in extremis por el Gobierno socialista, por decreto ley y tras una bochornosa secuencia de votaciones parlamentarias fallidas. Y después, la campanada sonora, un frenético y obsceno reparto de lo público a modo de codiciado botín entre los encargados de hacer caer la bola. Ésa que siempre vemos caer entre nervios y risas que ahora se me antoja dura hasta para recordar. En ese escenario de confusión y arrebato, llegó a RTVE Rosa María Mateo para administrar la Corporación en un periodo de tránsito hasta culminar el concurso público ya en marcha para la elección del nuevo Presidente y del Consejo de Administración de RTVE. Llegó con tantos poderes como ausencia de controles.
La provisionalidad de su mandato aconsejaba no comenzar en ningún caso aplicando una purga (tan negada como flagrante) entre los profesionales de RTVE. Un centenar fueron desplazados con el ordenador encendido y con las cámaras enfocando, sin argumento; sin atender un instante ni revelar el eventual beneficio del cambio; sin la menor contemplación ni mesura. Con una implacable aplicación de recompensas y represalias a partes iguales entre afines y descastados. Y ante esto, los Consejos de Informativos de RTVE, antes muy activos en los juicios sumarísimos sobre la información diaria, permanecen ahora sumidos en un cómplice silencio.
Y las campanadas... también tienen números: desde el 1 de agosto de 2018 a noviembre los Telediarios de TVE han perdido 343.000 espectadores de media respecto al mismo periodo de 2017 (un 16,2% menos). El Canal 24 Horas ha bajado en el mismo periodo del 1,25% en 2017 al 0,82% en 2018. Una pérdida de audiencia del 44%. El primer mes de Rosa María Mateo, agosto, finalizó con un 14,1% de share y se perdió el liderazgo después de 22 meses consecutivos de encabezar el ránking de los informativos más vistos en España. Este mes el share medio es del 12,8% y TVE desciende a la tercera posición.
Y por si alguien no se acuerda... RNE no se ha quedado al margen del despropósito de la purga y las malas prácticas en este mismo periodo de tiempo. De acuerdo con los datos del último EGM, RNE-1 pierde 172.000 oyentes.
De polémica en polémica hasta el descrédito final que Rosa María Mateo ha protagonizado coronándose como la indulgente extrema sobre todo lo que le rodea. Como madre sufridora de Germán Ponte Mateo, defendió a ultranza su integridad como si de un menor pixelado se tratara pero como un adulto de 50 años ha sido contratado en varias ocasiones por RTVE. Mientras, en la Comisión, en el Congreso de los Diputados sonaba la canción de cuna de Pedro Sánchez en la que dijo que no quería a su lado a nadie con una de esas sociedades... y las conjuró todas a su alrededor.
Después de dos meses, hemos pasado de no saber si tenía o no una sociedad instrumental a anunciar los trámites de su disolución; de negar una respuesta sobre la compatibilidad con el cargo que ocupa a exhibir como una especie de argucia infantil un informe, sin que conozcamos cuál era la pregunta o la solicitud que hizo previamente a la oficina de conflictos e intereses. Y por si nadie se ha atragantado todavía con tanta uva, casi a punto de arrojar algo de luz sobre las tinieblas de su sociedad patrimonial se ha conocido que Rosa María Mateo falseó el currículum que figuraba en la página web de RTVE. Había una carrera de más que no era y otra que se ha quedado en modo avión. Como casi todo.
Y lo peor, si cabe... la soberbia. Las páginas del Diario de Sesiones de la Comisión Mixta de Control Parlamentario sobre RTVE están plagadas de los ejemplos de aridez, insultos y desprecio olímpico al Parlamento ("un teatrillo muy desagradable", lo llegó a calificar). Resuenan sus respuestas ante la mirada atónita de todos los que hemos tenido que escucharla: "No sé, porque no sé cuándo tenía que haber comparecido porque nadie me lo ha dicho"; "No sabía que me habían convocado ustedes"; "No tenía ni idea, señorías"; "Me mandan unas notas, que yo no sabía esto"; "No lo sé, tengo que enterarme"; "De esto que me acaba de decir no tengo ni idea en absoluto"; "No sé a quién se ha contratado y a quién no"; "Perdón por mi absoluto desconocimiento de esta comparecencia y es que yo no sabía"; "No tengo nada que decir porque desconozco lo que usted me está contando"; "¿Qué le voy a contestar si no me lo sé?"...
Rosa María Mateo no ha entendido que los diputados y senadores cumplimos con una legítima e irrenunciable tarea de control democrático de sus decisiones como representantes de los accionistas de RTVE, que son todos los ciudadanos y ante ellos, se limita a repetir: "Prefiero calidad que cantidad", como si los españoles fuéramos cuarto y mitad de ciegos intelectuales y no estuviéramos a su altura. A ella, que tanto compara su fulgurante gestión con la de otros países, le recuerdo la frase de Sir David Clementi, presidente de la BBC: "Tengo el reto de servir a toda una nación y al mismo tiempo tenemos que hacer algo brillante para cada uno". A veces las comparaciones son odiosas y, al mismo tiempo, clarificadoras.
Queda el margen justo de tiempo para que la situación no se estropee más y de forma irreparable. Para que el concurso público finalice sus trámites y se incorpore un nuevo equipo directivo a RTVE con otra disposición, con otras capacidades y con otra voluntad de recuperar el puesto destacado que tenía en las preferencias de los espectadores y de los oyentes. Para cumplir con sus cometidos de servicio público sin manoseos ni censura. Se nos ha escapado el año, pero no el deber que asumimos los que sí creemos en el bien común, en el deber de proteger lo público y sobre todo, aunque muchos no lo quieran ver, creemos en la excelencia y el honor de lo político. Todos los que prefieran la gestión a golpe de campanadas, nos tendrán en frente.
Ramón Moreno Bustos es diputado del PP por Zaragoza y portavoz de la Comisión Mixta de Control Parlamentario sobre la Corporación RTVE.