Rosalía no existe

Concierto de Rosalía en el WiZink Center de Madrid. Samuel Sanchez (EL PAÍS)
Concierto de Rosalía en el WiZink Center de Madrid. Samuel Sanchez (EL PAÍS)

Rosalía es lo más. Cuatro Grammy y una gira de 41 conciertos colosales concluida, estamos todos de acuerdo. Eso es así. Pero… El hecho es que en cualquier conversación, crítica o artículo sobre ella hay siempre un pero para su arte o su persona. Una mujer joven que hace algo nuevo basándose en una tradición que no es la suya y arrasa en todo el mundo. Se merece un montón de peros de lo más cualificados. ¿O quién se ha creído? ¿La Roja? ¿Rafa Nadal? Algunas victorias se celebran. Otras se comentan.

Y aunque los piropos son de cada uno y le llueven sin filtro en su cuenta de Instagram, donde suma más de siete millones de seguidores, las críticas son un poco de todos. Por eso son tan parecidas, porque representan un lugar social y lo que es peor, ocupan un espacio mental. Y digo peor porque se trata de un espacio acartonado y casposo que, desgraciadamente, aplica a muchos fenómenos más allá del flamenco o el trap.

La primera acusación, la más grave que cae sobre la artista desde que empezó el boom es que “no es Rosalía”. Negacionista puro, vamos: Rosalía no existe. Puede ser un éxito pero que no es “de verdad”. Porque ella no es ella sino un producto. Lo que vemos en el escenario es un espejismo, una campaña de marketing, una mentira.

Superada la fase de negacionista (que es eficaz pero tiende a caer a golpe de realidad), entraríamos en el momento profecía. ¿Cuánto va a durar este boom? Se acepta el fenómeno y el momento pero se augura un futuro oscuro. Este argumento es especialmente útil en política. Y viene a decir, si no tengo razón ahora, ya me la dará el tiempo. Si no gano estas elecciones, espérame tres más. En el caso de Rosalía, la profecía cuenta que la chica lleva en las manos un destino muy negro que ella misma hará estallar con una de sus uñas. Más pronto que tarde se convertirá en el cristalito roto al que canta para terminar malamente. Tra, tra.

Finalmente, tras el argumento negacionista y el mal presagio, llegan los apuntes técnicos, los informes, el big data. Es decir, los analistas demostrarán científicamente las tesis anteriores, sean estas las que fueren. Se dirá aquí que los conciertos son demasiado cortos, algo que es especialmente irrelevante siendo que la setlist incluye el repertorio íntegro del que dispone la cantante. Incluso suma tres temas inéditos (De madrugá, Como ali, Lo presiento) que sus seguidores solo escuchamos en los directos. No se puede pedir más a quien da todo lo que tiene. Luego se hablará del sonido, del cuerpo del baile, del Guincho, de la escenografía… Todo lo que no es ella pero puede ir contra ella.

Finalmente la verdad se abre paso, o no. Y la vida transcurre sin que hablemos de lo fundamental. Ni con Rosalía ni con lo demás. En este caso particular los peros forman parte de no haber comprendido la esencia de lo que la artista está contando. Porque Rosalía no solo canta, también cuenta. Podríamos decir, por ejemplo, que está contando una nueva relación con el conocimiento y con el prestigio que ha prendido, además, mecha en todo el mundo. Porque al convertir el flamenco en un fenómeno mainstream, ha colocado en la primera división una imagen muy particular del mundo: la que vincula el conocimiento con la oscuridad y con la búsqueda. A diferencia de las tesis clarividentes asociadas a “tener las ideas claras”, “aportar luz” o “iluminar la realidad”, Rosalía busca y lucha en la oscuridad ante la mirada atenta de todos. Es posible que se equivoque (tesis proféticas) pero lo hará a lo grande y lo hará cantando.

Mientras tanto, ella ha venido para decir como está: Me han dicho que no hay salida, por esta calle que voy. Yo la tengo que encontrar, aunque me cueste la vida. Y muchas personas en este país, de entre 10 y 70 años, lo cantan con ella. Y cuando lo hacen, cantan al amor pero también al futuro. Y gritan “Dios nos libre del dinero”. Y llenan estadios para cantar en catalán a pleno pulmón “que jo sé que he nascut per ser milionària”.

En 2018, Rosalia dio una entrevista a este periódico en la que dio un titular que vendría a explicarlo todo. “Uno no es solo lo que le viene dado, también es lo que quiere ser”. Qué bueno sería recordarlo cada uno de los días que quedan de este 2019. Porque 2020 sí existe. Y esa España ya está aquí. Así que ni negacionismos (Rosalía existe, Cataluña también), ni profecías (no podemos hacer más elecciones para que el tiempo reparta distinto lo que ya hemos repartido los ciudadanos) ni más análisis que explique o adorne lo anterior. Es momento de bailar, hacer política y trabajar. Aunque es de noche.

Nuria Labari es escritora y periodista, autora de La mejor madre del mundo (Literatura Random House).

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