RTVE y el catalán, asunto de fondo

Contrariamente a lo anunciado por la directora general de RTVE, Carmen Caffarel, el 28 de febrero del año pasado, Ràdio 4 no se cerrará el 1 de enero. Después de las gestiones llevadas a cabo por el Govern de la Generalitat cerca del Gobierno central, se ha llegado a una solución de compromiso: a partir de este primer día del nuevo año se abre un período de tres meses durante los cuales se estudiará "un modelo estable y de futuro" que garantice la continuidad de la histórica emisora del paseo de Gràcia. Por otra parte, respecto al circuito catalán de TVE, el presidente Montilla oficializaba el pasado martes sus gestiones con Madrid por medio de una carta dirigida a la vicepresidenta del Gobierno central en la que le pedía un plazo similar con objeto de hallar una solución viable para Sant Cugat que le permita mantener su programación autónoma. Teóricamente, esta carta debe ser reenviada por María Teresa Fernández de la Vega a Enrique Martínez Robles, presidente de la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), con objeto de que actúe en consecuencia.

¿Pondrán punto final estas buenas noticias a las incertidumbres --perpetuas en el caso de la emisora radiofónica-- que se ciernen sobre TVE-Catalunya y Ràdio 4? Así lo esperamos. En todo caso, este último periodo de crisis, que coincide con el traumático acuerdo de prejubilación de más de 4.000 trabajadores del Ente en toda España, constituye una buena ocasión para encontrar respuestas a alguna eterna pregunta. Por ejemplo: ¿por qué Ràdio 4 ha vivido la mayor parte de su existencia bajo amenaza de cierre? Permítanme que intente desentrañar este misterio, evocando algún episodio muy vivo en mi memoria personal y profesional.

"¡Qué cojonudos que seríais los catalanes si no hablaseis en catalán!". Esta luminosa exclamación la espetó un condiscípulo de la antigua Escuela Oficial de Periodismo en Madrid. Hablo del otoño de 1957; entonces no existían las facultades de Ciencias de la Información: los estudiantes de Catalunya debíamos cursar en Madrid el último de los tres años de formación. Ha pasado algún tiempo, sí. Pero uno experimenta a veces la incómoda sensación de que las cosas no han cambiado tanto. Me explico: para millones de conciudadanos españoles eso de que los catalanes tengamos una lengua propia --y que la utilicemos, claro-- sigue siendo un hecho no del todo comprensible, si no directamente molesto. Aunque por fortuna las cosas han cambiado mucho, las mentalidades no han evolucionado tanto. La delicada situación que se está viviendo en TVE-Catalunya y en Ràdio 4 hay que inscribirla en este contexto. Digamos que se trata de una cuestión de fondo.

EL 13 de diciembre de 1976 --se cumplen ahora, por lo tanto, 30 años-- Ràdio 4 inauguraba sus emisiones. Era la primera emisora que después de la guerra civil emitía desde el primer día íntegramente en catalán. La puesta en marcha de Ràdio 4 fue un gesto político del Gobierno de Suárez: dos días después, el 15 de diciembre, se celebraba el referendo para la reforma política del Estado franquista. Meses antes, recordemos, las Cortes de la dictadura se habían hecho el famoso harakiri que sentenciaba su disolución. ("No al vertedero de Europa", clamó en el momento de votar uno de los procuradores del sector más extremista de la Cámara). Para ganar el referendo, en contra de la resistencia del tristemente famoso búnker (Franco habría votado no, era el eslogan de la ultraderecha), Suárez supo utilizar con eficacia todos los resortes mediáticos. Con el fin de garantizar el voto de Catalunya, región traumatizada por décadas de persecución de su lengua propia, el presidente de la transición tenía una carta escondida: la apertura de la primera emisora en catalán después de la guerra civil.

El feliz acontecimiento se produjo coincidiendo con la Diada de Santa Llúcia. Ignoramos qué influencia tuvo este gesto a la hora del voto (y la que tuvo la canción del , Habla pueblo habla, del grupo Vino Tinto), pero en todo caso los resultados de Catalunya fueron tan contundentes como los del resto de España: con una participación cercana al 75%, el obtuvo nada menos que un 93,58% de los votos. Una vez ganada la batalla política que garantizaba el acceso a un régimen democrático, RNE dejó de sentir el menor interés por Ràdio 4.

Dos últimos datos aportados por la memoria personal: en enero de 1983, José Maria Calviño, director general del Ente Público, con ocasión de mi nombramiento como director de RNE Catalunya, me sugirió, sin éxito, claro, el cierre de Ràdio 4. Y, tres años más tarde, Eduardo Sotillos, que regresaba a la dirección de RNE, pretendía que Ràdio 4 se convirtiese en una emisora bilingüe. No entendían --o no querían entender-- nada.

Para terminar, y sin remontarnos a tiempos lejanos: en la web de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía --¿dónde, si no?-- se habla del "totalitarismo de RNE, que en los años 70 optó por el uso exclusivo del catalán en Ràdio 4; y de TVE, que hizo lo mismo en el Circuit Català". Lo dicho: parece ser que hay gente que se resiste a entender algunos hechos. Por ejemplo: que la actuación para la pervivencia del catalán también es cosa de la radiotelevisión pública estatal.

Xavier Foz, periodista.