Rusia y España, quinientos años de diplomacia

EL 10 de febrero se celebra en Rusia el Día del Diplomático. Fue establecido por decreto presidencial en 2002, celebrando el doscientos aniversario de la creación del Ministerio de Asuntos Exteriores del Imperio Ruso, pero las raíces de esta efemérides se remontan al siglo XVI, cuando la activa política exterior del joven príncipe Iván IV El Terrible exigió la creación del primer organismo de su coordinación, la Cámara de Embajadores. Su primera mención en los documentos históricos se data precisamente el 10 de febrero de 1549. Desde aquel entonces, el organismo rector de la política exterior rusa atravesó varias reformas: en 1718, la Cámara de Embajadores fue sustituida por el Imperial Colegio de Asuntos Exteriores, y éste último, en 1802, por el Ministerio de Asuntos Exteriores, que seguían desempeñando un papel clave en las relaciones de Rusia con otros países del mundo.

La presente ocasión nos permite recordar a las personas que dedicaron sus vidas profesionales al fortalecimiento de los lazos de mi país con España. Es interesante destacar que el primer contacto diplomático entre Rusia y España se remonta a una época aún anterior a la creación de la Cámara de Embajadores. El primer representante oficial ruso que llegó a España fue un diplomático llamado Yakov Polushkin, quien en 1523 trajo a la Corte Imperial de Valladolid la carta en la cual el Gran Duque Basilio III de Moscovia respondía positivamente a la propuesta del Emperador Carlos V de desarrollar buenas relaciones entre ambos países.

En los albores de la modernidad, los embajadores rusos no solían tener residencia permanente en el extranjero, sino que preferían visitar otros estados en misiones ad hoc. Una importante huella cultural han dejado las dos visitas a España del embajador Piotr Potiomkin, que tuvieron lugar en 1667-1668 y en 1681. Un magnífico retrato de este diplomático ruso, ejecutado por el pintor español Juan Carreño de Miranda, forma parte de la colección del Museo del Prado. El advenimiento del Siglo de las Luces conllevó la intensificación de los contactos diplomáticos entre Rusia y España.

Entre 1766 y 1771, mi país fue representado en Madrid por el barón Otto Magnus von Stackelberg, un aristócrata nacido en las provincias bálticas rusas, cuya vocación eran las relaciones internacionales. Hábil analista, interlocutor de Luis XV de Francia y Carlos III de España, amigo de enciclopedistas franceses como d’Alembert, Diderot y Helvétius, a su paso por París pudo predecir la gran Revolución Francesa muchos años antes de su estallido, y luego se convirtió en el principal informador de Catalina II de Rusia sobre España y su pueblo. Después del exitoso inicio de su carrera diplomática en Madrid, Stackelberg desempeñó misiones importantes en Polonia y Suecia y fue premiado con un título condal por José II de Austria. Le tocó la suerte de ser fundador de una larga dinastía de diplomáticos y militares rusos que se extinguió sólo en 1978.

Uno de los personajes más notables del mundo diplomático madrileño de los tiempos de Fernando VII fue el embajador ruso Dmitry Tatischev. Siendo un joven teniente de Caballería en 1794, mostró un singular coraje en combate bajo el mando del general Suvórov, lo que le mereció la Orden de San Jorge, máxima condecoración rusa por el mérito militar. El Rey español premió sus hazañas diplomáticas durante las guerras napoleónicas y los esfuerzos para fortalecer los lazos entre Madrid y San Petersburgo con la Orden del Toisón de Oro. El siglo XIX estuvo marcado por la presencia en Madrid de grandes amantes de la pintura y las artes entre los diplomáticos rusos: el barón Stróganov, el príncipe Volkonskiy y el príncipe Gorchakov. A ellos debemos la presencia de varios cuadros de autores españoles en las colecciones del Hermitage y otros museos rusos.

El panorama político del siglo XX estuvo marcado por las guerras mundiales y tensiones globales, motivadas por ideologías opositoras. En los difíciles años de la guerra civil española, la Embajada de la Unión Soviética ante el Gobierno republicano en Madrid la dirigía Marcel Rosenberg. La transición democrática en España facilitó el restablecimiento de relaciones con la URSS en 1977. En este período merece la pena mencionar el notable trabajo en Madrid de destacados diplomáticos, como Yuri Dubinin e Igor Ivanov, a quien en 1991 le tocó convertirse en el primer embajador de la Federación de Rusia en España. Magnífico legado de su gestión es el actual edificio de la Embajada rusa en Madrid, una de las decoraciones artísticas de la capital española.

Hoy en día, la Embajada rusa en Madrid sigue contribuyendo al mayor acercamiento entre Rusia y España, conservando las tradiciones seculares de amistad e interés recíprocos entre nuestros pueblos. Quisiera aprovechar la ocasión de la fiesta diplomática rusa para mandar un cordial saludo a los colegas del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España y a todos los amigos españoles que nos apoyan en esta noble labor que se emprende en aras del bien de nuestros pueblos.

Yuri Korchagin, embajador de Rusia en España.

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