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Sabemos cómo parar los incendios

Un bombero de Prevfogo. Credit Fernando Bizerra Jr./EPA vía Shutterstock
Un bombero de Prevfogo. Credit Fernando Bizerra Jr./EPA vía Shutterstock

“Demasiada tierra para tan poco indio”. Así dice el gastado credo recientemente revivido por el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Y, sin embargo, esos “pocos indios”, que representan 305 grupos indígenas y hablan 274 idiomas, han logrado lo que los gobiernos han intentado sin éxito durante décadas: controlar la deforestación en más de 1.150.000 kilómetros cuadrados de bosques amazónicos.

Los pueblos indígenas manejan aproximadamente la mitad de la Amazonía brasileña y año tras año sus tierras han tenido las tasas más bajas de deforestación en la región. Pero recientemente, el trabajo de los pueblos indígenas se ha vuelto más difícil, ya que el gobierno no ha hecho cumplir las protecciones constitucionales de sus derechos a la tierra. Tanto madereros ilegales, acaparadores de tierras, mineros de oro, así como narcotraficantes están adentrándose aún más en la selva, ahora bajo el amparo de una pandemia.

Como resultado, solo en los primeros ocho meses de este año, se talaron aproximadamente 6680 kilómetros cuadrados de bosque —lo que en su momento agregará alrededor de 226 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono a la atmósfera— y más de 10.000 incendios asfixiaron la región en un manto de humo.

Los pueblos indígenas han mantenido la Amazonía durante milenios. Pueden seguir haciéndolo, si se lo permitimos.

Para el pueblo kuikuro en el territorio indígena Xingu, el pasado da pistas para manejar los megaincendios, como el que quemó la mitad de su tierra en 2015. Los incendios forestales no son parte de la memoria reciente de los kuikuro, pero los arqueólogos han descubierto indicios de estrategias que usaban para controlar los incendios forestales durante el período cálido medieval, a principios del último milenio. Complejos movimientos de tierra como zanjas, caminos y diques bien pueden haber sido diseñados como cortafuegos.

Hoy, ellos han organizado brigadas de bomberos para prevenir y combatir incendios futuros. Esto incluye capacitación y coordinación con Prevfogo, un programa del gobierno con los mismos fines. Aunque estas colaboraciones han demostrado ser eficaces, los esfuerzos para extinguir incendios se ven amenazados por profundos recortes en los fondos federales para las agencias ambientales.

El Consejo Indígena del estado de Roraima, que representa a 35 territorios indígenas en el norte, es otro ejemplo convincente de liderazgo para enfrentar el cambio climático. Ha capacitado a la población local en el uso de herramientas de mapeo digital para recopilar datos sobre los recursos naturales y registró cómo las poblaciones locales estaban viviendo y respondiendo al cambio climático utilizando la aplicación de celular Alerta Clima Indígena. El esfuerzo culminó con el desarrollo de planes detallados sobre cómo utilizar los recursos de manera responsable y combatir el cambio climático en cada territorio.

Estos enfoques prácticos y colectivos podrían aplicarse a muchos otros problemas, como en el control de enfermedades emergentes. Los kuikuro montaron una respuesta rápida a la COVID-19, utilizando teléfonos celulares para rastrear contactos y poner en cuarentena a los infectados en seis aldeas. También pusieron en marcha una campaña digital para contratar médicos y enfermeras y para comprar insumos, prácticamente eliminando la necesidad de viajar a ciudades cercanas. Estas intervenciones decisivas dieron frutos: casi no se han reportado muertes por la COVID-19 en esa zona.

En lugar de aprender de los pueblos indígenas, el gobierno brasileño los ha dejado fuera de las discusiones sobre cómo administrar sus propios territorios. Continúa tratándolos como si estuvieran bajo la “tutela del Estado” y no como personas con el simple derecho a ocupar su tierra y a mantener su estilo de vida. La comunidad internacional ha apoyado la línea de Brasil. Por ejemplo, los pueblos indígenas siguen siendo “observadores” de las negociaciones en torno a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, sin derecho a voto.

Pero los indígenas han exigido sentarse a la mesa de negociaciones. La Coordinación de las Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña fue uno de los primeros grupos en enviar delegados indígenas de Brasil a las conversaciones de la ONU sobre el clima. Los líderes indígenas, muchos de ellos mujeres como Sineia do Vale, del pueblo wapichana, hablaron directamente con los líderes mundiales y presentaron un informe a sus comunidades. Han organizado una impresionante coalición Pan-Amazónica que abarca los nueve países de la región para crear conciencia sobre los desafíos que enfrentan los pueblos indígenas y sus contribuciones para combatir la crisis climática.

El mundo no puede darse el lujo de seguir tratando a los pueblos indígenas de esta manera. Los bosques de la Amazonía pueden absorber hasta 10 por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono cada año. Sus árboles almacenan el carbono equivalente a 10 años de emisiones globales. Al ignorar lo que los pueblos indígenas saben sobre cómo proteger sus bosques, perdemos posibles soluciones a la crisis climática. Perdemos tiempo y perdemos dinero. No es ni estratégico ni ético.

También hará imposible que Brasil cumpla con sus compromisos climáticos. Este año, la deforestación ya ha alcanzado el doble del límite establecido para 2020 en el Plan Nacional sobre Cambio Climático de Brasil.

El futuro de los bosques tropicales, y el futuro del clima mundial, está íntimamente ligado a garantizar el derecho de los pueblos indígenas amazónicos a su tierra y a su sustento. La defensa de sus territorios protege sus derechos sociales y culturales. Pero también conserva los ecosistemas naturales que son fundamentales para el bienestar de todos.

Marcia Nunes Macedo es directora del Water Program del Woodwell Climate Research Institute e investigadora asociada del Amazon Environmental Research Institute. Valéria Paye Pereira, del pueblo Kaxuyana, es asesora de políticas de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña. Traducido por Erin Goodman.

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