Sánchez o el retorno de la tribu de los kikuyos

Kenia abrió una era de esperanza cuando eligió a un nuevo presidente en 2002, Mwai Kibaki, tras 24 años de autoritarismo corrupto. Pocas cosas ilusionaron más a la población y a los funcionarios del Estado que el nombramiento de un brillante e intrépido periodista, John Githongo, como zar anticorrupción.

Githongo entendió desde el principio que para que su cruzada contra la corrupción fuera creíble, era crucial la imparcialidad. No podía ir sólo contra kaljins, la tribu del presidente que había expoliado al país durante un cuarto de siglo, Daniel arap Moi. Tenía que investigar los crímenes de todos, incluidos sus propios kikuyos, la tribu dominante y de la que procedía el nuevo presidente Kibaki.

Al principio, el presidente le apoyó en sus investigaciones. Pero todo cambió cuando empezó a investigar una empresa fantasma, Anglo Leasing, que recibía todos los contratos del Estado (el 16% de todos los gastos del Gobierno). Resultó que Anglo Leasing no era más que una cuenta corriente y una dirección en Liverpool que servía para expoliar el dinero del Estado en favor de los amigos del nuevo presidente.

La respuesta del nuevo supuesto Gobierno reformista fue, desgraciadamente, la clásica: ”¡Ahora nos toca a nosotros comer!”. (También es el título del excelente libro que cuenta esta historia). Los líderes de la tribu dominante, los kikuyos -“la mafia del Monte Kenya” en el poder tras 25 años fuera-, veían el momento como la oportunidad de resarcirse.

El primer presidente, Kenyatta, fue un kikuyo, y bajo su mandato se habían hecho ricos los miembros de esta etnia. Tras su muerte, los anti kikuyos se unieron, nombraron a Daniel arap Moi y robaron a manos llenas. Ahora -razonaban los kikuyos- era su turno de hacer lo que siempre se había hecho: usar el poder para forrarse.

Desgraciadamente la historia termina mal. El escándalo de corrupción que se produjo solo llevó al exilio y la persecución de Githongo. Cinco años después, el nuevo y limpio presidente que había sido elegido en 2002 en medio de la esperanza, robó las elecciones de 2007.

Salvando las distancias, nuestros partidos políticos tradicionales (PP, PNV, CiU, PSOE) y hasta el supuestamente nuevo Podemos (vean Consejo de RTVE) tienen la misma concepción tribal del poder. Cuando llegan, no piensan en “¿qué hago con una cadena hotelera propiedad del Estado para que funcione mejor, sirva mejor al turismo de España y cree empleo más seguro?”. Piensan “a qué amiguete le doy esta cadena para que enchufe a los del partido y tenerlos contentos”. Es la lógica de los kikuyos: si gobierno, me toca a mí comer; y los que se quejan, es porque ya les gustaría hacer lo mismo.

Piénsenlo. ¿Cuál es la lógica para Sánchez de dar trabajos a su despedido jefe de gabinete (Correos, 50.000 trabajadores, 190.000 euros) o al anterior, derrotado, jefe de Organización (Paradores, 4.000 trabajadores, 180.000 euros)? Son personas que deben favores. Son personas que darán favores. Los de la tribu socialista, ahora en el poder, podrán llamar a su ex jefe, el ex secretario de Organización o el ex jefe de gabinete, y pedir trabajos, contratos, ayudas, a quienes controlan enormes y discrecionales presupuestos. Sánchez además, manda un muy tribal mensaje: no te rebeles contra mí, y al final yo me ocuparé de ti.

El resultado: Paradores, y Correos, gestionadas como fuente de trabajo para su tribu, pronto tendrán mayores pérdidas, mayores problemas para mantener el empleo, mayores problemas para competir con el Meliá, NH o con DHL. A los ciudadanos se nos exigirá que cubramos las pérdidas con unos lloriqueos sobre la importancia de lo público, tras haber despreciado olímpicamente lo público apropiándose de ello.

Por eso, para mí no hay reacción más deprimente a la campaña que ha iniciado Ciudadanos para exigir cuentas por los dedazos de Sánchez que la que más he recibido de la izquierda: ¡no os quejéis, el PP hacía lo mismo! Es el ¡ahora nos toca a nosotros!Mi respuesta es: ¡pues claro que hacían lo mismo! ¡Ese es el problema! Ese es el problema de nuestro bipartidismo, que ve el Estado como un botín a repartir.

Un Estado moderno no es un Estado en el que nos turnamos en el saqueo. Un Estado moderno es un Estado donde los ciudadanos exigimos la mayor imparcialidad en la gestión de nuestras cosas.

Se quedaron de piedra cuando, en solitario, denunciamos la componenda del Cupo vasco. Se vuelven a quedar ahora de piedra cuando en vez de “hoy por mí y mañana por ti”, denunciamos en solitario la apropiación del Estado para beneficio personal. Con Ciudadanos, se han acabado los turnos de partidos, se ha acabado el “ahora nos toca a nosotros”. Nuestra misión en política es crear un Estado neutral, y acabar con el Estado tribal del bipartidismo. Mientras estemos aquí, estas cosas no seguirán impunes.

Luis Garicano es responsable de Economía y de Empleo de Ciudadanos.

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