Sánchez prepara el curriculum

«Se dice -lo comunican ellos y lo publican sus medios- que va a postularse para presidir la Internacional Socialista, una institución de capa caída: desde los sesenta ningún laborista inglés pretendió presidirla; por eso argumentan que necesita a Sánchez para revitalizarla, cuando es todo lo contrario. La IS ofrecería visibilidad a sus contoneos, que si bien no son los de la Pavlova, dan una imagen de alguien reconocible donde ahora les faltan biografías»

Hemos comido tanto gato los españoles que hemos olvidado el sabor de la liebre. Empieza uno a creer que Pedro Sánchez es un demócrata y termina asumiendo un centenar de locuras más, así que, cuando vislumbramos que la solución a nuestros males podría estar en manos de un tal Georgios Papandreu, nos ponemos a pensar.

Un periodista quiere convencerme de que Sánchez convocará elecciones antes de Navidades. Su explicación es que la ventaja del PP no es tan inalcanzable como la que experimentaría después de las elecciones autonómicas y municipales y por ello, se lo juega todo a ganar un cuerpo a cuerpo en el Senado con Feijóo. Pero compartiendo el argumento, entiendo que para lograrlo tendría que auparse sobre algo: ampliar nuestros horizontes, inspirarnos más confianza, promover la sensatez; pero habiendo desdeñado practicar todas las bondades comunes que se esperan de un buen padre de familia o de un ordenado comerciante, el mismo Sánchez ha constatado que esos soportes le fallan y que sus decisiones más desastrosas están en la mente de todos.

Sánchez ha dado dos pasos que definen lo que va a hacer por la sencilla razón de que ya lo ha hecho (esto de profetizar el pasado tiene sus ventajas). Uno hacia la izquierda dejando abandonado el centroderecha, confirmando que es tarde para cursar como socialdemócrata, a sabiendas de que así el PP podría triunfar en las elecciones, pero que él finalizaría la legislatura ganando tiempo para cambiar o reubicarse. Y el otro movimiento, hacia la derecha, que se deduce del anterior: mayor cercanía a la OTAN y la Unión Europea; este movimiento sugiere que estaría soñando con un puesto como el de Borrell o Stoltenberg, que le proporcione estatus, viajes y prebendas.

Los dos movimientos los ha decidido Sánchez solo, una vez vistos los tristes pronósticos de Tezanos. Hay otros indicadores que los avalan. Sánchez no ha bajado al metro, como hizo Churchill, para comprobar su popularidad; le ha bastado ver la cara de un paisano llamándole «traidor» para deducir que parecía enfadado y no era un 'pijo' de Vox. El presidente ha podido tener conflictos con la realidad, pero no tantos como para no entender lo sucedido en Madrid o en Andalucía. Cree, adormeciendo su conciencia, que los datos económicos que sufrimos son porque las circunstancias le han sido adversas -y en alguna medida así ha sido- pero también es consciente de que su Gobierno la ha pifiado con abrumadora regularidad; sabe que en las elecciones generales no puntúan los atenuantes y que lo tendrá que pagar. Pasará por dar la cara en los próximos comicios, perderlos y preparar un sucesor. Tal actitud, a buen seguro, desmoraliza a sus fieles, que ven cómo pretende escaparse dejándoles el muerto. ¿Y un pucherazo? Lo creo capaz, pero es técnicamente imposible; además, las principales autonomías están en manos de la derecha.

Lo que tiene claro Sánchez es que España se le ha vuelto irrespirable, y los países bananeros, que no le entusiasman por falta de glamur (él es Kennedy), están ocupados por gente de Podemos o Izquierda Unida. Y en cuanto al 'lobby', hay una amplia basura espacial pululando por ahí fruto de la implosión del pasado gobierno de Zapatero, que ha descubierto el capitalismo y ofrece a las empresas, con mucha palabrería, servicios difíciles de proporcionar.

Sánchez tampoco podría ir a la empresa privada como ha intentado sin fortuna Rivera, pues la influencia como 'ex' de algo se agota pronto, antes incluso de que cumpla el tiempo de incompatibilidad legal establecido. Las compañías, a partir de experimentar muchos engaños, clausuran muchas puertas giratorias y requieren de los políticos algo más de substancia: un abogado del Estado, un 'investment banker', un MBA del IESE (Sánchez no es máster por el IESE aunque lo diga su currículum), un catedrático… Además, como profesional de la economía o aficionado a publicar, no creo que Sánchez pueda ni asaltar el Parnaso ni los consejos de administración. ¿Para ofrecer qué? ¿Conocimientos, credibilidad, señorío, eficacia, decencia? Algo cuestionable con cinco lapiceros rojos. ¿Intenta Sánchez dar también gato por liebre en Europa o la OTAN haciéndose el buen chico? Por supuesto que sí. Ese no es el problema. Sánchez en Europa o la OTAN sería más de derechas que Orbán. Los altos cargos son cuestión de oportunidad y debemos saber que cuando esta se presente él no puede estar perdido en un apartamento en Almería.

Se dice -lo comunican ellos y lo publican sus medios- que va a postularse para presidir la Internacional Socialista, una institución de capa caída: desde los sesenta ningún laborista inglés pretendió presidirla; por eso argumentan que necesita a Sánchez para revitalizarla, cuando es todo lo contrario. La IS ofrecería visibilidad a sus contoneos, que si bien no son los de la Pavlova, dan una imagen de alguien reconocible donde ahora les faltan biografías. Guterres le mostró el camino a secretario general de la ONU a través de esta etapa intermedia.

¿Sabe usted quién es el presidente actual de la Internacional Socialista? ¿No? Pues bien, Georgios Papandreu lleva dieciséis años en el cargo. Un puesto que es compatible con dirigir un Gobierno y que Sánchez necesita conseguir cuanto antes porque es una pera demasiado madura a punto de retiro. Imaginamos que Papandreu, que forma parte de una amplia saga de políticos, tendrá discípulos para el cargo. Por eso es en interés de todos que Sánchez tenga opciones y no se quede para vestir santos. Todo menos un ocioso pululando por ahí, como un electrón 'zapateril' que porque nadie quería escuchar sus conferencias montó la que montó en Venezuela.

Los chicos de Sánchez -unos creen que de verdad la Internacional necesita a Sánchez pero otros se han percatado de que es una escalera de incendios a la que aferrarse- aseguran que el presidente dotará a la institución de sus avanzadas ideas sobre el cambio climático, aprendidas en la isla de La Palma (esto más que un gato es un tigre). Esta posibilidad real le procuraría a Sánchez una poltrona desde la que sonreír hasta que se desocuparan los puestos que ambiciona. Con ello no sugiero que lo consiga, sino que lo pretende; como diría Ortega, es una 'futurición'. Y hasta Feijóo y Pons acaso podrían echar una mano.

Ahora bien, ¿de quién ha partido la idea de postularse para este puesto y qué nos indica? Del propio Sánchez, toda una declaración de parte con la que reconoce que Lázaro solo resucitó una vez y que ni él, ni con todos los miembros de la investidura, piensa que podría repetirlo. Buda descubrió que «la causa de la muerte es el nacimiento» y, reformulando esta idea, la causa del final de Sánchez debería ser la moción de censura.

José Félix Pérez-Orive Carceller es abogado.

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