Sardinas en Sanxenxo

Hay un chiringuito en Sanxenxo donde hacen las mejores sardinas a la brasa de toda España. El lugar tiene poca o ninguna pretensión, más allá de la buena cocina. Y es que, ¿a quién le importa que las sillas sean de plástico si vas a cenar con arena en las piernas viendo anochecer en playa Pragueira?

A pesar del detalle con el que mediáticamente se ha seguido la visita del Rey Juan Carlos a España la semana pasada, desconocemos si decidió hacer una parada en este lugar imprescindible. La pregunta, sin embargo, no es si fue o no, sino ¿por qué no habría de hacerlo cuando quisiera?

Desde su marcha, la persona del monarca ha sido objeto de una cacería política, social y mediática por parte de la izquierda canceladora, que tiene como trofeo de pared mantenerle exiliado. Su deseo es que no salga de los Emiratos o, en todo caso, que vaya a donde quiera menos a España.

No cabe duda de que el Rey Juan Carlos ha cometido errores de bulto a lo largo de su vida y, de manera muy concreta, al final del Reinado. Como sucede con cualquier figura pública, corresponde a cada uno analizar los hechos y formarse una opinión. Dejó dicho Protágoras que «el hombre es la medida de todas las cosas» y, quizás, convendría, a la hora de juzgar los errores de Juan Carlos, examinar nuestra propia vida y los fallos que hemos cometido, por aquello de aplicar igual severidad o indulgencia.

No obstante, más allá de esa opinión personalísima que cada español pueda tener sobre sus errores, lo cierto es que ninguna causa judicial o legal obliga al anterior Rey a vivir fuera de España. Los motivos son políticos y espurios.

Existe en nuestro país una izquierda canceladora que no sólo aspira a censurar el debate público sino a cambiar por completo nuestro modelo de país y, para ello, es necesario reescribir la Transición y demoler la institución que nos recuerda cada día que fue un éxito: la monarquía

Es cierto que el Rey Felipe VI, conocedor de la maniobra, está actuando con una pulcritud institucional intachable, incluso ante las constantes faltas de respeto de Sánchez. El pasado jueves, por ejemplo, éste retuvo maniqueamente a Lula da Silva con el único objetivo de tener esperando al Rey durante una hora. La serenidad y el comportamiento del actual Rey lo convierten en inatacable, por ahora.

Desgraciadamente, el Rey Juan Carlos abrió con sus errores una grieta para que el ariete de la izquierda canceladora golpease los muros de la institución.

Así, cada día que permitimos que pase en el exilio forzoso, cada día que impedimos que un ciudadano libre, pero con derechos suspendidos, no pueda residir en su país junto a su familia y amigos, estamos contribuyendo a una estrategia dirigida a hundir su figura, desprestigiar la institución y acabar con ella.

Es, a fin de cuentas, una maniobra más de la carcoma sanchista que está devorando por dentro las instituciones y nuestro modelo de país.

Ignacio Catalá es administrador civil del Estado y diputado del PP en la Asamblea de Madrid.

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