'Sayonara, baby'

Podemos escuchar a Terminator decir "Sayonara, baby", en la versión española, mientras que en la versión original dice: "Hasta la vista, baby". De igual modo, cuando el consejero director general de Nissan Motor Ibérica, Fumiaki Matsumoto, dijo en rueda de prensa que la planta de Nissan en Barcelona había perdido competitividad por la "caída generalizada de las ventas, el incremento de los costes de producción y el cambio de tendencia de los consumidores, que prefieren coches más pequeños y menos contaminantes", y que el tremendo ajuste de plantilla se hacía para "poder fabricar algún otro modelo en el año 2010", lo que estaba queriendo decir era que comenzaba el principio del fin para la planta.

No hablamos de ajuste; hablamos de cierre por deslocalización. Así de sencillo y así de duro. Las empresas son muy libres de decidir dónde fabrican en aras de una mayor rentabilidad. Pero los trabajadores, las administraciones y los ciudadanos merecen el respeto de que se les trate como personas adultas y maduras. Las cosas se pueden hacer bien, mal o como las está haciendo Nissan.

No podemos olvidar que Matsumoto lleva en el cargo poco más de un mes y ha venido con una clara misión: cerrar. Atrás quedan años de esfuerzo y superación de una planta antigua y compleja que logró incrementar su producción gracias a fabricar productos muy diferentes aplicando excelentemente las técnicas más avanzadas de productividad y flexibilidad.
Esta planta que dicen que ha dejado de ser eficiente logró hace tan solo un par de años ser la más productiva de Europa en la categoría Van de una tonelada y la segunda en la de Van de tamaño medio, y quedó en el tercio superior del ranking general de productividad de las plantas europeas a pesar de la complejidad de sus productos.

Es irónico, y triste, releer los elogios que de la planta de Barcelona emitían expertos independientes dedicados a medir la productividad tras una visita cursada en marzo del 2006: la planta de la Zona Franca era la que más y mejor aplicaba el Nissan Production Way, midiendo todo lo medible para mejorar la calidad y la productividad. Estos mismos expertos hablaban de sentido de urgencia en la mejora... Bonitas palabras que ahora solo sirven para el recuerdo y la añoranza, o para la impotencia y la rabia.

La historia cercana de Nissan en España es una historia de superación que incluso ha contado con un reciente intento, muy bien intencionado y desarrollado, de trasladar la planta a otra ubicación, también en la provincia de Barcelona, y así tener un horizonte despejado durante años. Pero en esos planes se cruzaron Tánger y Tailandia. Ya no está de moda invertir en fábricas en Europa Occidental, aunque sea rentable. Aquella apuesta se perdió y hoy vemos las consecuencias.

Ni la coyuntura económica ni la del sector son buenas, es cierto, pero no es serio aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid (atención, por cierto, al negro futuro de la planta de Renault en aquella ciudad) para tratar de confundir. Nissan es la marca cuyas ventas más han crecido en Europa en el 2008. Sí, crece más de un 16%, mientras que las ventas del sector en su conjunto caen en Europa una media del 4% y en España, del 22%. Cierto es que los modelos de la Zona Franca no tienen la misma suerte que otros modelos de Nissan, pero no nos podemos dejar que los pésimos números del mercado español nos despisten. La fábrica de la Zona Franca no se cierra porque las ventas hayan caído, sino porque Nissan redefine su mapa industrial.
Recientemente ha aparecido un segundo gran argumento-excusa: el cambio del dólar con relación al euro. Si tanto preocupa, ¿qué tiene que decir entonces Nissan del cambio libra-euro-dólar para su planta inglesa de Sutherland (la segunda más productiva de Europa, por cierto)? Además, este argumento-excusa se da justo cuando la tendencia ha cambiado y hay quien vaticina un suelo en el cambio dólar-euro de 1,1 dólares por euro.

Oovidemos las excusas y asumamos que Nissan prefiere fabricar en Tailanda, Tánger o Tombuctú. Está en su derecho y no pasa nada. Toyota es el primer fabricante mundial, no tiene plantas en España y mal no le va. Pero Toyota no ha recibido subvenciones ni ayudas. Los españoles no somos, lamentablemente, nacionalistas en el consumo, más bien al contrario. Pedir un boicot comercial a los productos de Nissan y a los de su recién lanzada filial de lujo Infiniti, o para el resto de marcas del Grupo (Renault y Dacia), es tan ingenuo como lo son las excusas de Matsumoto. Pero lo que sí se debe exigir a Nissan es que cumpla con sus obligaciones. Que pague lo que debe a los trabajadores despedidos, que devuelva las subvenciones recibidas y que llame a las cosas por su nombre. Y quienes compran en la Administración, que borren a Nissan como proveedor nacional y, por tanto, compita con todas las demás marcas extranjeras en igualdad de condiciones.

Más que lamentarse, hay que ocuparse de buscar alternativas laborales para los trabajadores de Nissan y para sus proveedores. Es mejor un cierre ordenado que una huida por la puerta de atrás. Con información, hay margen para la reindustrialización y las ayudas europeas. Con la mentira, solo se logrará incrementar una lógica crispación.

Sayonara... Nissan.

José Antonio Bueno, socio de Europraxis.