Se admiten apuestas

Después de la investidura fallida de Pedro Sánchez hemos entrado en un impass que da la impresión que va a desembocar en unas nuevas elecciones generales el 26 de junio, aunque es cierto que en estos momentos todos los escenarios están abiertos y, por eso, se admiten apuestas.

Esta situación me recuerda mucho a una que vivimos en Navarra en el año 1991. Entonces, el 25 de marzo –ahora se va a cumplir el XXV Aniversario–, se firmó el pacto de colaboración institucional y política entre el Partido Popular y UPN por el que se disolvió la organización del PP de Navarra, que se integró en el partido regional, lo que permitió que la nueva UPN saliera reforzada y fuera la fuerza más votada en las elecciones forales que se celebraron dos meses después. Unos comicios en los que ésta consiguió 20 escaños, el PSOE 19, Herri Batasuna 6, Eusko Alkartasuna 3 e Izquierda Unida 2. Por eso, como entonces en la legislación navarra( art .29.3 de la Lorafna) se establecía que si pasados dos meses desde la primera votación de investidura ningún candidato obtenía la confianza del Parlamento sería presidente el candidato del partido más votado, UPN estaba en una situación privilegiada para acceder al Gobierno.

En la segunda quincena del mes de julio, el candidato regionalista Juan Cruz Alli, se sometió al debate de investidura, siendo rechazado por 20 votos a favor y 30 en contra. Unos días después hizo lo propio el entonces presidente del Gobierno en funciones, el socialista Gabriel Urralburu, que logró en las dos primeras votaciones, las de mayoría absoluta, 23 votos a favor (PSOE y EA), 26 en contra (UPN y HB) y 2 abstenciones.

Fue entonces, en esas 48 horas que había de plazo hasta la siguiente votación ya de mayoría simple, en la que al socialista le era suficiente para salir reelegido con que HB se abstuviera, cuando sucedió uno de los episodios más tenebrosos de la reciente historia política de este país. En ese momento, el parlamentario foral socialista José Luis Úriz entregó al portavoz de Herri Batasuna, Patxi Zabaleta, una tarjeta de la Presidencia del Gobierno de Navarra con el teléfono del director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, con el ruego de que le llamara para negociar su abstención.

Lo que sucedió en las horas posteriores lo supimos unos meses después a través de un documento interno que la policía incautó a ETA y que fue publicado en la prensa. Las negociaciones las llevaron por el PSOE Roldán y el diputado Enrique Curiel. Este se reunió con Zabaleta y le manifestó su preocupación porque el PP alcanzara un nuevo gobierno autonómico, y Roldán le dijo que la elección de Urralburu como presidente de Navarra era fundamental para el PSOE y que sería muy importante en el contexto de una hipotética negociación por lo que, si contaba con la garantía de su previa abstención, les ofrecía la posibilidad de mantener una reunión con HB, partido vinculado a ETA.

La condición que HB puso para tal abstención fue que le facilitaran el nombre del confidente por el que habían caído los comandos de ETA en Navarra –el denominado «el francés»–. Roldán no se arredró y lo pidió a la Guardia Civil que, como no podía ser de otra manera, estuvo a la altura de las circunstancias y no se lo facilitó. Por eso, como el PSOE no pudo cumplir la parte del pacto que le correspondía, HB siguió votando en contra con lo que Alli accedió a la presidencia y Urralburu pasó a la oposición.

Los argumentos que entonces utilizaban los socialistas navarros me recuerdan mucho a los que ahora emplea Pedro Sánchez y los suyos, ya que defendían el gobierno de progreso –PSOE + EA– y decían que «esa era la opción que mayoritariamente habían votado los navarros, frente a la minoría conservadora que en el parlamento representaban los 20 escaños de UPN», al tiempo que reprochaban a HB que iba a votar igual que UPN e iba a propiciar el acceso de la derecha al poder.

Si en ese momento los socialistas estuvieron dispuestos a desvelar la identidad de un confidente, y ya se sabe que no era para hacerle un homenaje en la herriko taberna, con tal del seguir en el gobierno, ¿por qué ahora Pedro Sánchez no puede acceder a cualquier pretensión que le haga Podemos con tal de ser presidente? Se admiten apuestas, y en las próximas semanas veremos si lo hacen o no.

José Ignacio Palacios Zuasti, miembro del Comité Ejecutivo Nacional del PP.

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