¿Se ha terminado la crisis?

La cuestión de si ha terminado la crisis económica es objeto de polémica. Los que creen que la iniciada entre 2007 y 2008 ha sido ya superada coinciden con la opinión del Gobierno y de la Unión Europea, que han proclamado recientemente ese final. Los que opinan lo contrario se refugian en tres aspectos de la situación actual especialmente sensibles: en el nivel de paro que aún soportamos, muy superior al anterior a la crisis; en los salarios más reducidos en comparación con el periodo 2007-2008 y, finalmente, en que el modelo de producción de la economía española sigue siendo el mismo que antes de la crisis y que, por consiguiente, será incapaz de asegurar una recuperación sostenible a largo plazo.

Veamos cuanta razón hay en posiciones tan encontradas partiendo de los datos de las Cuentas Nacionales del segundo trimestre de 2017 publicados en la mañana de ayer y que, sin duda, constituyen la más amplia, coherente y fiable de las fuentes de información disponibles. Medida a precios de 2010, la producción en el segundo trimestre de 2008 alcanzó la cota máxima de este indicador durante la crisis, cifrándose en 281.996 millones de euros. Durante el segundo trimestre de este año el PIB generado en ese periodo se ha elevado a 283.491 millones, también a precios de 2010. Por tanto, acabamos de rebasar la mayor cifra de producción trimestral anterior a la crisis y en ese sentido puede decirse que la crisis se ha superado. Como el PIB por habitante sigue siendo el mejor indicador global del bienestar de un país, hay que destacar que en el segundo trimestre de 2017 este indicador también ha superado, aunque solo muy ligeramente, al generado en ese mismo periodo de 2008. Si ahora comparamos las cifras previsibles del PIB por habitante para el ejercicio completo de 2017 con las alcanzadas en 2008, probablemente las de este año excedan en casi 275 euros a las de 2008. El aumento no será muy grande pero también confirma que hemos superado la crisis.

Los datos de la Contabilidad Nacional muestran, sin embargo, que el nivel de desempleo sigue siendo superior al de antes de la crisis pues en el segundo trimestre de 2008, según esa fuente, estaban desempleados 1,6 millones de personas y en el mismo trimestre de 2017 lo están todavía 4,4 millones. El desempleo medido por las Cuentas Nacionales es todavía hoy muy superior al de antes de la crisis, aunque para establecer alguna conclusión en este ámbito también debería tenerse presente que en el segundo trimestre de 2017 se han creado unos 146.000 empleos mientras que en igual periodo de 2008 se destruyeron más de 237.000. Si además se toman en consideración los 160.000 empleos creados en 2014, los 452.000 de 2015 y los 495.000 de 2016, resulta razonable pensar que nuestra economía se encuentra ya en el camino adecuado para la recuperación del empleo aunque, debido al profundo cambio tecnológico que estamos afrontando, le llevará más tiempo superar los niveles de empleo anteriores a la crisis. Por su parte en el segundo trimestre de 2008 el conjunto de los asalariados percibió una retribución media de 7.576 euros, mientras que en el segundo trimestre de 2017 esa retribución media, en ambos casos a precios de 2010, fue de unos 8.356 euros. La retribución real media de los asalariados en el segundo trimestre de 2017 ha sido, por tanto, bastante superior a la percibida en el segundo trimestre de 2008, careciendo de base la idea de que los salarios reales medios siguen siendo inferiores a los percibidos antes de la crisis.

La última de las críticas que se dirigen a la política económica actual es la de que no ha logrado cambiar el modelo de producción anterior a la crisis y que, en consecuencia, no puede garantizar la continuidad de sus aparentes éxitos, que podrían desvanecerse al desaparecer las favorables circunstancias internacionales de los últimos años tales como el reducido precio del petróleo, los bajos tipos de interés y la excepcional coyuntura turística, promovida en parte por la inestabilidad política y social de algunos destinos alternativos. Olvidan esas críticas que de los bajos precios del petróleo y de los reducidos tipos de interés se han beneficiado también el resto de los países, pese a lo cual España es hoy el que más está creciendo entre los grandes de Europa. Además, nuestro crecimiento es aún más notable si se advierte que en estos años se ha atendido a una profunda reconversión de nuestro sistema financiero y a una crisis del sector de la construcción de proporciones desconocidas hasta ahora, teniendo por ello que pagar elevadas primas de riesgo en nuestros préstamos y soportar fuertes subidas del paro seguidas de importantes caídas en las tasas reales de crecimiento del consumo (-3,8% en 2012 y -2,8% en 2013) y de la inversión (-9,6% en 2012 y -4,6% en 2013). Ninguna de estas desgracias puede achacarse a la política económica actual, que comenzó su difícil andadura en los últimos días de 2011 tratando de apuntalar a la desesperada una economía que se derrumbaba por la debilidad de su estructura productiva y por los graves errores de apreciación acumulados por sus dirigentes en años anteriores.

Pero para comprobar el cambio en nuestro modelo productivo, no deberíamos tampoco olvidar que una economía es más eficiente cuando produce más con un menor consumo de factores y eso es precisamente lo que está haciendo hoy la economía española: producir algo más que en 2008 pero con cifras de empleo del factor trabajo apreciablemente menores y con una formación bruta de capital que ha representado en el segundo trimestre de 2017 el 21,7% del PIB mientras en el mismo periodo de 2008 representaba un 29,2%. Nuestra producción ha cambiado sustancialmente aprovechando las ventajas del intenso cambio tecnológico actual. Menor aplicación de fuerza de trabajo y menor incorporación de nuevo capital para unas producciones casi iguales, como han sido las de los segundos trimestres de 2008 y 2017, dan clara idea del fuerte crecimiento en la eficiencia con que hoy se produce y, en definitiva, del cambio profundo experimentado por el modelo de producción.

Los datos anteriores se ven notablemente reforzados también por el hecho de que las exportaciones de bienes y servicios representen ahora el 33,1% del PIB, mientras en 2008 solo alcanzaban al 25,8% de esa magnitud. Las exportaciones españolas están creciendo a mayor ritmo anual que las de Alemania, Japón o Estados Unidos. Además, exportamos bienes de equipo y no solo automóviles o alimentos. Por su parte, nuestras importaciones se sitúan hoy en un 28,5% del PIB mientras en igual periodo de 2008 se elevaban al 30,7%. Eso demuestra igualmente que el modelo de producción ha cambiado hacia otro mucho más orientado a los mercados exteriores y a la sustitución de importaciones. Las exportaciones de bienes y de otros servicios distintos del turismo han sido el factor principal en tan notable cambio. Además se ha producido una modificación notable en la estructura sectorial de la producción pues la construcción, que en el segundo trimestre de 2008 representaba el 11,1% del PIB a precios corrientes y coste de los factores, apenas si llega al 5,7% de esa magnitud en el segundo trimestre de 2017. Por el contrario, el sector servicios, que en el referido periodo del 2008 significaba el 69,1% del PIB ahora supone el 73,8% de esa magnitud.

Crecemos a tasas anuales que apuntan al 3,2 del PIB en términos reales, las más altas de los grandes países de Europa. Creamos empleo a fuerte ritmo y el desempleo, aunque todavía elevado, disminuye rápidamente. Además nuestros salarios, a precios constantes, superan ya los anteriores a la crisis. El modelo de producción ha cambiado y exportaciones e inversiones son hoy importantes motores del crecimiento. Producimos, en definitiva, de forma mucho más eficiente que antes. Todo eso parece apuntar a un gran salto adelante de la economía española en los próximos años, quizá como ningún otro a lo largo de nuestra dilatada historia. Estamos, pues, en el buen camino. Que ni separatismos ni terrorismo ni otras posibles desgracias nos lo cambien.

Manuel Lagares es Catedrático de Hacienda Pública y miembro del Consejo Editorial de EL MUNDO.

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