Seguir creando

La verdadera magia del Descubrimiento no consiste en buscar nuevos horizontes sino en tener nuevos ojos”. Creo que esta frase de Marcel Proust define gran parte de la filosofía con la que se están configurando los nuevos campos del conocimiento, la creación y la comunicación. Tenemos nuevos ojos para una nueva transformación digital, con nuevos cimientos.

Tenemos una radio que ve, un periódico que te habla y en el que tú tomas la palabra, un concierto en un teléfono, un verso suelto y un rap de medio tiempo, que será la banda sonora de un nuevo vídeo en la Red que fusiona la grabación de Edison a la bailaora flamenca Carmencita de 1894 con fragmentos de Poeta en Nueva York, de Federico, dando lugar a una nueva creación.

Toda la fuerza del cambio digital, de sus transiciones, son una suerte de magia, de unir humanismo y tecnología. Todo avance, desde la grabación de Edison y hasta los últimos avances en robótica o en realidad virtual, son fruto de esta conjunción. Cuentan la anécdota de un alumno que, en un examen, le dijo al profesor de Física Albert Einstein: “Las preguntas de este año son las mismas que las del examen del año pasado”, a lo que Einstein contestó: “Correcto, pero este año las respuestas son diferentes”. Esta filosofía, la de buscar nuevas respuestas, es la que mueve a la comunidad de investigadores, creadores, educadores, empresarios, innovadores y comunicadores que converge en torno al cambio digital. De la convergencia del humanismo y de la tecnología va a surgir una segunda transformación digital encaminada a establecer una alianza con el progreso social, cultural y científico.

Esa alianza se debe sustentar en dos pilares: talento tecnológico y talento creativo. La tecnología va a permitir no solo la distribución y el movimiento del talento, sino la posibilidad real de seguir creando. Seguir creando para seguir creciendo como talento en movimiento. El respeto al talento debe ser reconocido socialmente desde los principios esenciales de la propiedad industrial e intelectual. Si impulsamos el talento desde la educación digital y desarrollamos nuevos sistemas de aprendizaje, estamos favoreciendo a medio plazo el dominio público y, por tanto, en la sociedad.

La revolución digital en la investigación, en las ciencias cognitivas, en la propiedad intelectual relacionada con los recursos genéticos, en las tecnologías de la información, los nuevos inventos, o el acceso digital a millones de manifestaciones de creaciones originales y derivadas de la diversidad cultural, dará lugar a una nueva Edad de Oro del acceso y la divulgación del conocimiento.

Un viaje por la red de los manuales educativos, de las plataformas del español, de los nuevos campos de generación de redes para los creadores y la entrada de nuevos agentes tecnológicos con un componente de producción y de distribución creativa, o la nueva narrativa digital, redundan en el patrimonio material e inmaterial de la humanidad.

Esta nueva narrativa, la transformación y la realidad digital, deben nacer con un consenso social, en la comunidad, y de todos los sectores públicos y privados. Se deben proteger las nuevas realidades y los derechos intelectuales que emanan del conocimiento, la comunicación y la creación. Los nuevos debates sobre cómo será la configuración del sistema van a girar sobre la divulgación de obras y prestaciones, la comunicación pública y sus nuevas modalidades en línea, en el principio de neutralidad tecnológica en relación con los precios de las licencias, los nuevos límites y excepciones al derecho de autor, la adopción de licencias multiterritoriales y los fenómenos como la portabilidad o la interactividad. ¿Qué va a definir todo el nuevo sistema? La diferenciación. La diferenciación entre el apoyo al talento o no. La diferenciación o no de conseguir un mercado digital equilibrado. La diferenciación o no de ser una ciudadanía mayor de edad que no vulnere derechos. La diferenciación o no de llevar a la Red, a la nube, todo el dominio público cultural, científico e informativo, que es común. La diferenciación y el compromiso del apoyo al talento en movimiento, para seguir comunicando, investigando, rompiendo fronteras y, sobre todo, para seguir creando.

Porque la geografía y la geometría de la creación, del conocimiento y de la comunicación tienen unos confines: por el norte, seguir creando; por el este, más tecnología; por el oeste, más humanismo y humanidades, y por el sur, más talento en movimiento.

José Manuel Gómez Bravo es abogado, especialista en derechos de propiedad intelectual e industrias culturales.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *