Seis escenarios de futuro (y Hegel)

¿Cuál es el futuro más conveniente del Estado de las autonomías para solucionar el tema del reconocimiento y acomodación de la pluralidad nacional del Estado? ¿Puede el Estado evolucionar hacia dicho objetivo? Se trata de dos preguntas distintas. Para situar las dos respuestas, pueden describirse hasta seis escenarios posibles del desarrollo del Estado autonómico. La cuestión básica e irresuelta de fondo es la de cómo estructurar las realidades nacionales de Catalunya y del País Vasco desde su propia especificidad en la democracia española. Una cuestión en la que el modelo actual sigue fracasando estrepitosamente.

1) Escenario involutivo. Descartamos la posibilidad de una involución hacia un Estado centralizado. La involución consistiría en una reforma constitucional pactada por PP y PSOE para cerrar el modelo autonómico, reforzando aún más al poder central, sus instituciones y sus procesos de decisión. Previsiblemente, sería un escenario de agudización de los conflictos territoriales que alejaría la perspectiva de estabilidad.

2) Escenario de continuidad autonómica. Las cosas seguirían más o menos como están, tanto en autogobierno como en prácticas institucionales. Se mantendrían los déficits de protección jurídica de las autonomías en el Tribunal Constitucional (TC), basados en las ambigüedades constitucionales y el sistema de nombramiento de magistrados del propio TC. Las comunidades autónomas seguirían sin poder hacer políticas diferenciadas en la práctica totalidad de sus competencias (educación, sanidad, servicios sociales, investigación, función pública, universidades, régimen local, etcétera). El carácter plurinacional del Estado seguiría sin reconocerse constitucionalmente. Podría revisarse el sistema de financiación, siguiendo las pautas uniformistas del actual (manteniéndose el trato diferenciado del País Vasco y Navarra). También podría reformarse el Senado (otro fiasco constitucional) en un sentido simplemente autonómico.

3) Escenario federal clásico (uninacional). Se trataría de desarrollar el Estado autonómico a partir de las premisas del federalismo clásico. Ello supondría algunas reformas constitucionales (federalización del Senado y del poder judicial, funciones de las comunidades autónomas en la UE, federalismo fiscal con reglas claras y publicidad de las balanzas fiscales...). En el ámbito de las competencias: ruptura de las ambigüedades constitucionales que favorecen al poder central. Seguiría ausente el reconocimiento de la plurinacionalidad, con déficits en los ámbitos simbólico, económico e internacional. Pero se ganaría en claridad, probablemente en estabilidad, y se reforzarían la descentralización y las garantías jurídicas de las minorías (precarias en los escenarios anteriores).

4) Escenario federal plurinacional. Se reconocería constitucionalmente el carácter plurinacional del Estado, con autogobiernos diferenciados en Catalunya y País Vasco. Dicha especificidad se aplicaría a cinco ámbitos: simbólico, institucional, competencial, económico-fiscal e internacional. Se trataría de lograr un friendly state,un Estado amable con las minorías nacionales. La participación de estas últimas en las instituciones del Estado (Parlamento central, TC...) incluiría procedimientos liberales de protección de las minorías frente a la versión colectiva de la tiranía de la mayoría (derechos de veto, timbres de alarma, procedimientos de opting in y opting out...).

5) Escenario del partenariado (o soberanía-asociación). A diferencia de los escenarios anteriores, que implican acuerdos de carácter federal, aquí el proceso dependería únicamente de la voluntad de los ciudadanos de las naciones minoritarias, estableciéndose acuerdos de carácter confederal con el Estado sólo en materias concretas (defensa, pasaporte, algunas cuestiones de política exterior y tributación, etcétera). La regulación de estos acuerdos sería parecida a la establecida en algunos estados asociados o federaciones de la política comparada.

6) Escenario de la secesión. Aquí la ruptura con el Estado y el nivel de autogobierno serían máximos, dentro del esquema de soberanías compartidas de la UE. Una acomodación liberal-democrática estable del pluralismo nacional del Estado sólo resulta posible en los tres últimos escenarios. En los escenarios segundo y, sobre todo, tercero, podrían darse algunos avances en autogobierno y un marco institucional más amable con las minorías nacionales. Pero la previsible falta de regulación de la plurinacionalidad en los ámbitos simbólico, económico e internacional impediría un solución con vocación de futuro.

En este tema no ha habido aún ningún presidente de Gobierno español que pueda calificarse de estadista. La falta de cultura federal y plurinacional de los dos partidos mayoritarios, que impide avanzar hacia el cuarto escenario indicado, está haciendo que las posiciones independentistas en Catalunya y el País Vasco sean cada vez más racionales y más razonables. El siglo XXI será un siglo de reforzamiento de las minorías nacionales en las democracias (de lo que Hegel llamaba la "autodeterminación en la interdependencia"), sea a partir de su acomodación en estados plurinacionales, sea a partir de procesos de partenariado o secesionistas cuando lo anterior no es posible.

Ferrán Requejo, catedrático de Ciencia Política de la UPF y autor de Federalismo plurinacional y pluralismo de valores.