Selección vasca y Federación

A finales de diciembre se jugará el habitual partido de la selección vasca de fútbol. Iba a escribir de manera automática 'selección de Euskadi' cuando me he dado cuenta de que ahora dicen que es la de Euskal Herria. Un grupete muy identificado de jugadores ha presionado al presidente de la Federación Vasca de Fútbol para el cambio de denominación. Y ello por la equivocada idea de que Euskadi no representa a todo el pueblo vasco y que equivaldría a la CAV, idea defendida por la izquierda abertzale para reflejar la 'desidia' del nacionalismo institucional por la territorialidad. Criterio, por cierto, reciente, porque seguro que todos nos acordamos del 'Nafarroa Euskadi da' que se coreaba en las manifestaciones de la Transición y la década de los ochenta.

El nombre 'Euzkadi' surge como definitorio de la patria vasca, los seis territorios, frente a un 'Euskalerria' que era utilizado por carlistas y monárquicos. En tiempos de Franco todos lo tenían muy claro, empezando por los franquistas. Joan Mari Torrealdai en su 'Libro negro del euskera' (página 178) nos deja claro lo que pensaba el censor principal de libros en euskera del Ministerio de Información y Turismo allá por 1973. Escribía el censor franquista: «En opinión del lector que suscribe, es preciso fomentar, estimular y ayudar todas aquellas obras en las que aparece la vieja y gloriosa y sana palabra Euskal Erria, usada todavía por los auténticos y nobles vascos. Es un criterio que no falla. Nota: la diferencia que existe entre decir Gora Euzkadi Askatuta y Gora Euskal Erria es la siguiente: Gora Euskal Erria es Viva España y Vasconia. Gora Euzkadi : Viva Vasconia y fuera España». Pero claro, esos jugadores todavía no habían nacido y parece que la pasión por la lectura histórica tampoco es lo suyo.

Euskadi es en este sentido similar a Eire, el nombre que se dio al Estado independiente irlandés a pesar de que una parte del territorio reivindicado por los nacionalistas irlandeses se encuentre hoy en día bajo soberanía británica.

Los nombres son sólo nombres, cierto, pero también tienen su carga histórica. Lo sorprendente es que una decisión de este tipo quede al albur de la presión que un grupito de deportistas puedan ejercer sobre el presidente de la Federación Vasca, el señor Dobaran, quien, sin encomendarse a nadie, que me conste ni a su junta directiva ni al Gobierno vasco, acepta el cambio de denominación de una selección que llevaba décadas con un nombre. Ello sólo puede explicarse por la ignorancia del presidente y también por su imprudencia. Porque no es de recibo no comentar con los representantes institucionales del Gobierno semejante cambio, encontrándose éstos de sopetón con los hechos consumados.

Dobaran se descolgaba al pasado 28 de septiembre con una entrevista en 'Deia' en la que hacía referencia a lo que la prensa denominó como 'la guerra de las camisetas', una sesión del Congreso en la que diferentes representantes políticos salimos a la tribuna mostrando la camiseta de nuestra respectiva selección (catalana, vasca, gallega y española). Dobaran decía : «Creo que no tiene nada que ver con la realidad ( ) el folklore no arregla nada. Habrá que ir con propuestas al Parlamento de Madrid para cambiar las leyes. Hay que ir a la raíz de la cuestión. Hay que buscar consensos, hay que debatir, exponer argumentos y pelearse democráticamente donde hay que hacerlo, que es el Parlamento español». Impresionante. ¿Y qué rayos creía que estábamos haciendo ese día en el Congreso, jugar a los disfraces? Discutíamos una iniciativa para la modificación de la Ley del Deporte a fin de habilitar a las selecciones vasca, gallega y catalana para jugar competiciones internacionales. Como comprenderán, después de cuatro años batiéndome el cobre con el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, a través de dos proposiciones de ley, una proposición no de ley, una pregunta oral en pleno, tres comparecencias, una moción y una proposición no de ley en comisión, todas ellas sobre este tema, el comentario tiene su guasa. Iniciativas, discutir, hablar, acordar, eso ya se ha intentado y se sigue intentando. El problema es que PP y PSOE siguen respondiendo con un no rotundo e innegociable. Y en esa negativa cuentan con la inestimable colaboración y empeño de la Federación Española de Fútbol.

Dejemos lo de la entrevista en ignorancia, supina, pero ignorancia. Lo peor es que a ello hay que añadir la incoherencia. Resulta que la Federación Vasca no extiende a los jugadores vascos que juegan ligas españolas una licencia vasca que después tiene que ser reconocida automáticamente por la Federación Española, a pesar de que la legislación le habilite para ello. Sino que tramita directamente la solicitud de licencia española ante la FEF. ¿Por qué? Porque Dobaran se lleva a partir un piñón con Ángel Villar, presidente de la Española, enemigo declarado de las seleciones nacionales vasca o catalana. Así de claro. Un Villar que, por mucho que sea de Bilbao, tiene unas cuentas económicas nada claras en su Federación y que se opone públicamente una y otra vez a autorizar la celebración de partidos de las selecciones vasca o catalana en fecha FIFA. En efecto, dado que hay pocos días libres para organizar partidos entre liga, copa y competiciones internacionales de clubes, Cataluña pretendía utilizar las fechas que el calendario futbolístico fija para las competiciones entre selecciones, aunque algunos jugadores no estuvieran disponibles, a lo que la Federación Española se niega.

Así que cuando este mismo año la Federación Catalana organizó un partido contra la selección de EE UU en una fecha FIFA, la Federación Española, a través de presiones internacionales desde el propio Gobierno, hizo retractarse de su intención, y del contrato firmado, a los americanos. En esa tensa situación los catalanes pidieron a la Federación Vasca que volviera a jugar contra Cataluña para afirmar ambas la voluntad de reclamar las fechas FIFA. Dobaran dijo que no. Habría significado enfrentarse a Villar. Si hay algo que define la gestión de Dobaran, en consecuencia, es ir dando bandazos y por libre. Es hora de cambiar.

Dicho todo esto, no hay que olvidar un apunte más. Si la vocación de competición internacional de la selección vasca es una apuesta política reflejo de lo que desea la sociedad vasca, no es de recibo que el presupuesto destinado a la misma por el Gobierno vasco sea tan magro. Las cosas no surgen como los milagros.

Sólo una coordinación entre todas las sinergias (política, federativa, social), una apuesta económica decidida por parte de las instituciones, una Federación Vasca de Fútbol con criterio, dejar de enredar con apuestas partidistas por parte de algunos jugadores y ESAIT, gestos audaces y un talante firme pero siempre abierto al diálogo ante las instancias políticas y federativas en Madrid permitirán algún día que la selección vasca compita oficialmente a nivel internacional. Diálogo que hoy por hoy se nos niega desde el Congreso de los Diputados y las federaciones españolas.

Aitor Esteban, diputado del PNV.