Señor presidente: ha cedido y ha errado

Señor presidente, en un papelito se escribió la Constitución española. En un papelito se escribió la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En un papelito escribieron los grandes pensadores de este mundo los mayores avances de la Humanidad. Y en un papelito está contenida el arma más potente y letal que ha construido nuestra joven democracia para derrotar a ETA: el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Un pacto del que ahora abomina para no perder a sus socios pero que fue propuesto en su día por usted mismo. Si a estas alturas la banda no está derrotada todavía, en buena medida se debe al abandono que ha hecho de los 10 principios que allí se establecieron. En cualquier caso, si hay alguno de ellos con el que no está de acuerdo, debería decirlo. Sin embargo, creo que eso del papelito responde a una estrategia preconcebida, como los accidentes, y constituye un error más en la ya larga lista de disparates cometidos por su Gobierno en materia antiterrorista.

Nos dice, señor presidente, que no ha cedido nada, que no ha cometido error alguno. No es cierto. Ha cedido todo lo que podía ceder en solitario sin el acuerdo del PP y de toda la sociedad española y ello, en sí mismo, es un gravísimo error.

Hagamos un breve repaso.

Ha cedido y errado aceptando a la banda de asesinos como interlocutor político válido. Ha cedido y errado al aceptar y hacer ver que los asesinos son parte en la decisión del futuro político del País Vasco.

Ha cedido y errado al permitir el acceso de estos míseros indeseables al Parlamento Europeo. ¿Con que cara vamos a ir ahora a pedirles ayuda para combatirles?

Ha cedido y errado al permitir que la policía avise a uno de los asesinos -todos los que integran la banda lo son- para que escape con el dinero de la extorsión cuando estaba a punto de ser detenido. Esto, que es algo más que un error, contrasta con la severidad con la que se ha perseguido a dos policías por dar información a un periódico para ser publicada.

Ha cedido y errado al mostrar a uno de los más despreciables asesinos -el tal De Juana- como «un hombre de paz». Un error más es pensar que a la banda le importan algo sus presos, cosa de la que ya le advertí desde estas mismas páginas al inicio de la tregua.

Ha cedido y errado al permitir a la Fiscalía que rebaje la presión sobre ese miserable y el resto del entorno de los matones; en especial sobre las herriko-tabernas, cuyo dinero, si se incautase, podría servir para sufragar los destrozos causados por el atentado de Barajas. ¿No es eso otro error?

Ha cedido y errado cuando en una entrevista publicada al inicio de la tregua afirmaba que el diálogo continuaría aunque se produjese algún «accidente». ¿O no es un error descomunal en una negociación decirle a tu contraparte que le vas a aguantar el mayor desmán que puede cometer? ¿No es un error -cometido ya tres veces-, imperdonable para un presidente del Gobierno, calificar un cobarde asesinato de «accidente mortal»?

Ha cedido y errado -por no decir otra cosa- al hacer caso omiso de todas las señales que le estaba enviando la banda de asesinos -rearme, extorsiones, atentado en Barañain, terrorismo callejero, robo de pistolas, zulos con explosivos, entre otras- y de las inquietantes informaciones de la Policía, Guardia Civil y CNI -subrayo esto último- para salir diciendo que hoy estamos mejor que ayer, pero mucho peor que mañana, tan sólo 12 horas antes de uno de los mayores atentados cometidos en España.

Desde hace algún tiempo, algunos veníamos advirtiendo de la posibilidad de un atentado inminente. Siempre se nos contestaba que a la banda no le interesaba que usted perdiera las elecciones. Otro error. El atentado pone de manifiesto lo poco que le importa la política a los asesinos y su convencimiento de que a «este presidente ya le han sacado todo lo que le tenían que sacar». Es cierto que hay cosas que no se han cedido, pero mucho me temo que, si no se han cedido, es porque para ello requieren del acuerdo del PP y de toda la sociedad española en su conjunto y saben que eso no lo van a conseguir. De ahí el atentado: ya hay que empezar a presionar otra vez.

Señor presidente, un Gobierno no pierde unas elecciones porque una pandilla de asesinos le pone una bomba si no por cómo se reacciona ante ese hecho. Al menos, eso es lo que usted pensaba hasta ahora. Por tanto, si usted pierde las elecciones hoy es por haber dado señales de una enorme e inexplicable debilidad ante los asesinos. Por ejemplo: tardar casi un día entero en comparecer ante los españoles tras los asesinatos cometidos en Barajas. Mientras, buscaba desesperadamente hablar con el asesino Ternera para ver si le tranquilizaba, sin entender que en la banda no hay división, por mucho que le digan. Si no me cree, pregúntele a Pertur o a Yoyes. Acto seguido se marcha a Doñana durante unos días. No seré yo el que niegue que allí dispone de todo lo necesario, pero... ¿había allí algo más importante que hacer que el transmitir al todo pueblo español que su presidente estaba firme a los mandos en su despacho y no de vacaciones?

Si en lugar de esa tibia reacción hubiera usted aceptado públicamente el error y el engaño a que se ha visto sometido -por muy avisado que estuviera, nadie puede negarle el derecho a equivocarse- y hubiese hecho un llamamiento, desde la calma, pero firme y decidido contra los asesinos, hoy tendría a toda España, ésa que tanto le cuesta pronunciar, detrás de usted.

Señor presidente, en ETA no hay políticos. Son una pandilla de mafiosos asesinos cuya ambición es el poder -no el democrático-, su negocio la extorsión y su instrumento la muerte. Si no mataron antes, es porque pensaron que podían obtener más sin hacerlo durante un tiempo. Y lo han conseguido.

Es un hecho evidente a la inmensa mayoría de los españoles que la estrategia de la negociación con los asesinos ha sido un fracaso. No es hora de buscar culpables entre los demócratas, pero es su obligación aceptar el error cuanto antes y volver a la política antiterrorista que más frutos ha dado. Es obligación nuestra apoyarle en cuanto lo haga.

Adolfo Suárez Illana, abogado e hijo del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez.