'Ser España' y 'ser Europa' exige lealtad

Existe una máxima en las relaciones internacionales aplicable a todos los aspectos de la vida: la buena vecindad. Sin ella, las guerras llaman a la puerta y los conflictos se hacen crónicos. Pedro Sánchez ha ignorado esa máxima y después de 44 años de democracia ha decidido romper con la política exterior, que es una de las políticas de Estado que deben estar por encima de colores políticos y que todo Gobierno debe respetar.

Sánchez, consecuente con su cesarismo y su adanismo, ha creído que sus acciones no tienen consecuencias. Pero sí las está habiendo, y muy graves: Rabat nos toma el pelo y Argelia nos bloquea. Y ya sabemos que fuera de la Unión Europea hace mucho frío, y dentro, cada vez menos calor.

En política exterior, la discreción es imperativa y la ingenuidad es una debilidad. La acogida humanitaria al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, bajo un nombre falso y sin una mínima comunicación a Rabat, no solo fue ingenua, sino también indiscreta. Sánchez pidió perdón, cesó a la ministra González Laya y claudicó ante Rabat. Pero quiso ir más lejos -el cesarismo es muchas veces ignorante-, y lo hizo rompiendo 40 años de política exterior democrática de España: vendiéndose a las tesis marroquíes sobre el Sáhara occidental. Y de nuevo volvió a claudicar ante Rabat. La vergüenza para los españoles se multiplicó al comprobar que el presidente fue recibido allí con la bandera nacional boca abajo, y fue desmentido públicamente.

La Unión Europea lleva años a contrapié, siguiendo los acontecimientos en el mundo sin capacidad para liderarlos. Si durante décadas la economía y el multilateralismo fueron activos suficientes y extraordinarios para el progreso europeo, hoy la geopolítica ha conquistado a la economía. Y Europa llegó tarde. La Comisión de Ursula von der Leyen no ha aprobado su brújula estratégica hasta este año, en medio de la mayor amenaza bélica en suelo europeo desde la Guerra Fría. Los Estados miembros y Bruselas apenas dieron acuse de recibo a las advertencias de Estados Unidos ante la inminente invasión rusa de Ucrania, y acabó sucediendo la mayor de las desgracias. En el Sahel, la Unión no supo responder ante seis golpes de Estado seguidos -Mali, Chad, Níger, Guinea, Sudán y Burkina Faso-, a las presiones migratorias ni a las amenazas terroristas. Francia se quedó sola y decidió retirar su operación Barkhane. Bruselas siguió sus pasos suspendiendo la misión de entrenamiento en Mali (EUTM).

En la oportunidad está el éxito de la política exterior. Ante la debilidad de España y de la UE por la invasión rusa, Marruecos y Argelia se quieren consolidar como socios estratégicos en África. Egipto sufre las consecuencias de la guerra en Ucrania, Libia sigue siendo un Estado fallido, y Túnez está inmerso en una grave crisis constitucional. Como consecuencia de nuestra debilidad, Argel y Rabat han actuado de manera exagerada, facilitando la ruptura de la cordialidad vecinal con España. Argelia solicitó la revisión del acuerdo de asociación con Bruselas y maniobró para perjudicar a Marruecos y España al mismo tiempo, bloqueando el gas hacia Rabat cerrando el gasoducto Magreb-Europa.

Si el 85% del suministro de gas argelino se hace por gasoducto y se cierra aquel que conduce el 30% del mismo, una simple operación matemática asegura que el gas importado por España desde Argelia va a reducirse drásticamente. En un año, el peso del gas argelino en el mix gasístico español ha pasado del 42% al 25%.

Sánchez soñó con una Europa que le salvase de sus temeridades por enésima vez. Pero el crédito se empieza a agotar y sus cálculos vuelven a ser erróneos. Pensó que sobre Argelia la solución estaba en Bruselas, pero lo que la Comisión estaba haciendo era solucionar un problema que el Gobierno de España le había creado. Argelia había puesto en jaque el mercado común europeo, y por eso Argel se retractó. Argelia quiere ser el socio gasístico por excelencia de la UE en el Mediterráneo, y le da igual si el gas lo exporta por Almería o por Sicilia.

El problema para España no está ni mucho menos solucionado; cuando se trata de intereses geopolíticos, los Estados miembros defienden cada uno sus intereses. Y si España rechaza ser un actor estratégico en el Mediterráneo, otros vendrán que mejor lo harán. Sánchez puso la alfombra roja a la Italia de Mario Draghi con el reconocimiento de las tesis de Rabat. Y ahora, lo único que está haciendo es dejar esa alfombra más despejada para que Alemania, Francia o Portugal también se paseen con el presidente Abdelmadjid Tebboune.

La Unión Europea no es un actor geopolítico unido, y cada Gobierno debe seguir peleando por sus intereses en Bruselas. Sánchez y sus ministros han demostrado su dejación de funciones. La ministra Teresa Ribera prefirió subvenciones a que España se convirtiera en un hub gasístico continental mediante el MIDCAT; y el ministro José Manuel Albares, hombre de discursos grandilocuentes, es incapaz de ser leal a nuestra política exterior. Todavía resuenan sus palabras fetiches: «Si a España le va bien fuera, le irá bien dentro». Agárrense que viene curvas.

Mantener buenas relaciones con Argelia y Marruecos exige un difícil ejercicio de equilibrismo. Pero más difícil es que un ministro de Asuntos Exteriores y diplomático de carrera no siga la senda marcada por sus antecesores logrando una vecindad cordial, ya que no buena. Sánchez y Albares han logrado lo que ningún otro Gobierno había conseguido: enfadar al mismo tiempo a Marruecos, a Argelia y al Frente Polisario.

El Gobierno no asume la realidad. Pero el engaño a los españoles debe cesar de inmediato. Posiblemente nunca sepamos si Sánchez ha sido fruto del chantaje derivado del affaire Pegasus, pero la gestión crítica de la vecindad exterior ha sido nefasta. Mucho me temo que este fracaso no acabe aquí. En las próximas semanas experimentaremos un incremento en la llegada de inmigrantes a las Islas Baleares.

Las temeridades de Sánchez me obligan a impulsar en la Eurocámara un Mecanismo Europeo contra la Coerción Económica de Terceros Estados que, más allá de fortalecer a la Comisión para adoptar contramedidas efectivas, llama a los Estados miembros a ser leales con el socio afectado, España, absteniéndose de desarrollar nuevas vías comerciales con el país chantajista, Argelia. Italia, Alemania y Portugal están aprovechando los fracasos de nuestro Gobierno para ganar peso en el Mediterráneo. Y en España, nadie hace nada.

«Ser España», como afirmó Albares al salir de la reunión con el comisario Valdis Dombrovskis, no es exigir al resto que nos subamos al carro del Gobierno. Ser España es ser leal con nuestra historia y nuestros ciudadanos; es asumir nuestras responsabilidades y comprometernos con el futuro de nuestra gente. Este nuevo mecanismo que impulso permitirá defender a España en Bruselas a pesar del Gobierno.

La cumbre de la OTAN en Madrid la próxima semana y los peligros que acechan a nuestro continente son una oportunidad de potenciar el papel geopolítico de España y de la Unión Europea. Nuestro país debe lograr el compromiso atlántico con la defensa de todo el territorio español sin importar la localización. Ceuta y Melilla son España, y debe quedar claro que la OTAN defenderá nuestro territorio de la misma forma que España se ha comprometido siempre con la defensa de los intereses y de la seguridad de nuestros aliados.

Por su parte, la Unión debe trabajar por influir en un mundo que dista mucho de aquella política comercial que tantos éxitos labró. Reconocer a Ucrania es un acto político necesario que debe estar acompañado de todo el apoyo militar y económico posible para defender su integridad, que es la integridad de Europa.

Si la UE quiere ser soberana, debe participar en la defensa del orden internacional. La independencia estratégica no se declara, se labra; y después es reconocida por el resto de la comunidad internacional. El presente es geopolítico. Esto sí es Ser España, y Ser Europa.

José Ramón Bauzá, ex presidente de Baleares, es eurodiputado de Ciudadanos y miembro de la Comisión de Exteriores del Parlamento Europeo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *