Nuestra querida Ángela Rodríguez Martínez –Pam para sus amigos y detractores–, secretaria de Estado de Igualdad y para la Violencia de Género, no tiene suficiente con una ley trans que está convirtiendo a las mujeres biológicas que dicen defender en desechos humanos, porque como les gritó una mujer muy bien: «Ser mujer no es un sentimiento», no han tenido bastante con una ley como la del 'solo sí es sí', que ha conseguido la rebaja y la liberación de violadores de mujeres y niños, otra vez en contra de las mujeres. Ahora nos quieren salir con una totalmente e innecesaria –ley antirracista–. Visto lo visto, igual empiezan a salir nazis condenados a la calle o algún otro desastre típico de un ministerio inútil que nos cuesta millones.
Esta esperpéntica ciudadana, que por azares de la vida acabó de secretaria de Estado, y gana nada más y nada menos que 20.581.009 de las antiguas pesetas, fíjate si llevo años aquí, en euros 123.694,36 es decir, más o menos unos 10.000 euros al mes, viene a por mí, y por el resto de emigrantes, y a por los españoles mestizos y negros como mi hijo.
Parece que el viaje a Nueva York incluía algún cursillo de capacitación para meter en legislación todo el pack posmarxista, y dentro de ese paquetito siniestro, cómo no, entra la agenda de la marxista Black Lives Matter, una organización racista en su esencia y existencia, grupo que pretende reeditar los años más oscuros del EE.UU. racista pero a la inversa. Black Lives Matter, organización heredera de los Black Panters (Panteras Negras) y el Ejército Negro de Liberación, organizaciones terroristas marxistas-leninistas admiradoras de su protector Fidel Castro, el Che Guevara y toda la patulea de asesinos racistas y xenófobos comunistas. Cuando digo protector, me refiero a que Joanne Chesimard, alias Assatas Shakur, William Morales, Víctor Manuel Gerena, por ejemplo, viven protegidos en Cuba, después de asesinar policías y robar bancos en EE.UU. por causa de la lucha racial. Y estos son los que marcan la agenda internacional antirracista.
Yo no necesito protección, Pam, me protege la Constitución Española en sus artículos 13.1 y 14, dice el 14: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». Y además hay un Código Penal que en sus artículos 510 y 510 bis me guarda. ¿Qué más quieren ustedes?
Me dan una roña estos blanquitos acomplejados, y lo digo así porque los blancos no andan en estas tonterías y estupideces. Las charos del Ministerio de Igualdad creen que nos hacen un favor, es lo que tiene ver tanto Netflix, porque estoy casi seguro que se inspiran ahí para hacer leyes. Lo mismo pasó con la ley del 'solo sí es sí' y el apartado de las violaciones en las prisiones españolas, cuestión que es algo prácticamente inédito, once casos en los últimos diez años. Estas chicas deben de tener acciones en esa empresa, porque legislan ficción, están más por la agenda woke que por los intereses de los españoles.
Ya veo a los negritos, mestizos, árabes e hispanos analfabetos funcionales, reclamando por cosas de hace 500 años, y diciendo que son fruto de una violación y mil imbecilidades más, cuando en realidad los negros de hoy no tuvimos nada que ver con aquello, y sí mucho los negros de ayer, porque hay que recordar que unos negros eran esclavos, porque otros negros los entregaban a los hombres blancos, por las mismas cosas que la humanidad lleva siglos traicionándose: tierras, poder, envidia, mujeres, propiedades... vamos, que el conde de Montecristo podía haber sido perfectamente una historia del Congo o Nigeria.
No, Pam, con los negros y mestizos no, con nosotros no te metas, no te metas con mi hijo que nació aquí, y el racismo para él es algo anecdótico como lo es para mí, yo no puedo decir que España y Europa son racistas porque me haya cruzado a lo largo de estos veinte años con cinco de ellos, como dice un refrán bien negro: un palo no hace monte, tampoco cinco. Yo no necesito una ley que me haga endeble y dependiente de papá Estado, yo no soy un débil al que hay que proteger de las supuestas ventajas que tienen otros por su color de piel, eso es racismo, y no me insistas porque ser negro, blanco, amarillo –que yo tengo todo eso en mi sangre– no es un sentimiento, es un hecho biológico, y no me da la gana que tú regules mi vida por mi color de piel, deja de meterte en mi vida, comunista racista.
Sayde Chaling-Chong García es periodista hispano-cubano.