Sexo y populismo

La tasa de llegada de migrantes ha disminuido considerablemente en casi toda Europa desde los gigantescos volúmenes vistos en 2015. Sin embargo, la migración sigue dominando el debate político en toda la Unión Europea. Esto sugiere que, en verdad, el sentimiento populista y anti-inmigración no está siendo motivado por reclamos de que los políticos de los partidos tradicionales no pueden defender las fronteras de Europa.

La caída en las nuevas llegadas a Europa empezó mucho antes de que los líderes políticos anti-inmigrantes asumieran el poder en Italia o que la presión de la inmigración prácticamente derribara a la coalición gobernante de Alemania. Es, en gran medida, el resultado de esfuerzos de parte de la UE, como el acuerdo con Turquía para impedir que los sirios cruzaran el territorio para ingresar a Grecia, su cooperación con las milicias libias y la enorme presión que ha ejercido sobre los estados de tránsito en el Sahara para que cerraran sus fronteras. Gracias a estas medidas, Europa se ha convertido en una fortaleza de facto contra la migración.

¿Por qué entonces la inmigración sigue ocupando un lugar preponderante en la cabeza de muchos europeos? La respuesta podría ser económica: quienes llegaron en 2015-2016 ya han creado desequilibrios en el mercado laboral, donde los inmigrantes poco calificados cada vez más compiten con los ciudadanos poco calificados por empleos. Y es verdad que, en gran parte de Europa, la hostilidad hacia los extranjeros es mucho más profunda entre los trabajadores menos calificados.

Pero hay motivos para creer que lo que está en juego es algo más que cuestiones económicas. Por empezar, el sentimiento anti-inmigración (más precisamente, anti-extranjeros) está empezando a expresarse de manera violenta, no sólo en Italia, donde se han producido varios casos de disparos contra migrantes, sino también en Alemania, un país por lo general muy ordenado.

En la ciudad de Chemnitz, al este de Alemania, recientemente se produjeron choques violentos entre manifestantes de derecha y la policía y contra-manifestantes, seguidos del asesinato de un alemán a manos de dos jóvenes de Irak y Siria. El respaldo por el partido Alternativa para Alemania (AfD) es fuerte en Chemnitz y sus alrededores. La mayoría de los ataques a los extranjeros han ocurrido en el nuevo Länder de la ex Alemania del este.

El delito y el desempleo no explican esta erupción. En Chemnitz viven menos extranjeros que en muchas ciudades alemanas de tamaño similar, y el delito por lo general allí está bajo control. Es más, el desempleo –que está cayendo en toda Alemania- no es particularmente alto en Chemnitz: se ubica en el 7%.

Pero existe otra posible explicación, arraigada en la psicología evolutiva. Una tendencia que pocas veces se menciona en las discusiones sobre migración es el aumento en el porcentaje de hombres entre los refugiados y quienes buscan asilo. En los últimos tres años, los hombres –muchos de los cuales tenían entre 18 y 35 años- representaban más de las dos terceras partes de toda la gente que buscaba protección en Alemania. Mientras que la cantidad total de refugiados como porcentaje de la población total de Alemania es pequeña (2,5%), los refugiados conforman un porcentaje mucho mayor de la población masculina joven de Alemania.

El impacto es particularmente notable en el este de Alemania, que ya sufría un desequilibrio de género –el ratio de hombres y mujeres entre los grupos más jóvenes se acerca a 115:100 en la mayoría de las zonas de la región– porque las mujeres instruidas tienen una tendencia mucho mayor que los hombres a mudarse a Alemania occidental en busca de trabajos mejor pagos. Como consecuencia de ello, un porcentaje significativo de la población masculina joven del este de Alemania tiene pocas posibilidades de encontrar una pareja e iniciar una familia.

La investigación demuestra que cuando existen significativamente más hombres que mujeres, la mayor competencia por parejas femeninas puede derivar en violencia. Un estudio vincula la poligamia, que deja a los hombres de baja condición sin esposas, con las guerras civiles.

La implicancia es que la hostilidad hacia los extranjeros en el este de Alemania –y quizás en toda Europa- puede estar arraigada en parte en una respuesta defensiva primordial de los hombres locales, que quieren proteger su territorio, incluidas “sus” mujeres”, de otros hombres. Probablemente no sea una coincidencia que Chemnitz, que ha mostrado una disposición a votar por partidos extremistas, tenga el ratio masculino-femenino más alto entre quienes tienen entre 20 y 40 años en toda Alemania.

No todos los hombres están afectados de igual manera por la situación actual. Como las mujeres tienden a “casarse” o encontrar parejas con una condición socioeconómica más alta, las perspectivas románticas de los hombres menos instruidos y más pobres son las más afectadas por la llegada de solicitantes de asilo de género masculino. Y, por cierto, los grupos menos instruidos y más pobres tienden a ser quienes más se oponen a la migración.

Cabe mencionar que los problemas creados por los desequilibrios de género no se pueden resolver sin una mejor educación o una mayor redistribución del ingreso, porque las preferencias a la hora de formar pareja son relativas, no absolutas. Las personas de la población nativa con los ingresos y los niveles educativos más bajos siempre estarán en peores condiciones si tienen que competir con una cantidad mayor de inmigrantes jóvenes de sexo masculino.

Sin duda, los desequilibrios de género no son sólo el único motor detrás del sentimiento anti-inmigrantes, mucho menos del populismo en términos más amplios. Pero la psicología evolutiva, que destaca la competencia por las mujeres, puede agregar otra dimensión a la manera en que entendemos estos fenómenos, ayudándonos al mismo tiempo a predecir cuándo y dónde podría surgir una lucha civil.

Es poco lo que se puede hacer para cambiar los desequilibrios de género en un lugar determinado. Pero, inclusive si el problema no pudiera “resolverse”, entenderlo podría ayudar a limitar el daño, entre otras razones porque les permitiría a los líderes evitar políticas que no sean útiles o exacerben las tensiones. Por ejemplo, restringir la reunión familiar (para limitar la cantidad de extranjeros) podría empeorar las cosas, porque sería más factible que los solicitantes de asilo de sexo masculino fueran solteros y buscaran parejas en la población local.

Países como Alemania que recientemente han admitido una cantidad importante de refugiados masculinos jóvenes tendrán que manejar las consecuencias de los cambios sociales resultantes. Hacerlo de manera efectiva exige que sus líderes reconozcan que estos cambios no son sólo una cuestión vinculada a la economía.

Daniel Gros is Director of the Brussels-based Center for European Policy Studies. He has worked for the International Monetary Fund, and served as an economic adviser to the European Commission, the European Parliament, and the French prime minister and finance minister. He is the editor of Economie Internationale and International Finance.

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