Sí a la cooficialidad del asturiano

Reivindicaciones por la cooficialidad del asturiano.
Reivindicaciones por la cooficialidad del asturiano.

El diputado de Foro Asturias, Adrián Pumares, votó a favor del reconocimiento del asturiano como lengua cooficial. Así se sumaron los tres quintos necesarios de la cámara, es decir, 27 de los 45 integrantes.

Lo rechazaron el PP y VOX, que cree que los progres quieren imponer a un millón de asturianos una lengua que no es la suya. Y Ciudadanos, que encargó un trabajo de campo que contó con 1.004 encuestados, y que mostró que el 66 % no desea implantar la cooficialidad, y más de la mitad cree que es totalmente innecesaria.

No son las lenguas lo que parecen. Concederles el lugar que corresponde exige explicar que hay lenguas que existen y otras que, en sentido estricto, no. El catalán no existe, ni el vasco, ni el gallego, aunque quien esté leyendo esta interpretación tan audaz se enfurezca.

No viene mal, sin embargo, recordar que en el Principado los hablantes de español como lengua propia son todos. Algunos de ellos usan también el asturiano. No hay hablantes de asturiano solamente, salvo algún que otro reducto más pintoresco que real. Una lengua sin hablantes exclusivos tiene condicionada su existencia, pues depende de otra. Nadie pone hoy en duda que los asturianos cuentan con el español como lengua propia.

Cuesta entender que las lenguas cambian empujadas por la historia. Añadiré, sin embargo, que debemos dar la bienvenida al asturiano como lengua cooficial de España allí donde se habla.

Todo individuo merece el reconocimiento de su personalidad a través del idioma que heredó en familia y su uso en todas y cada una de las situaciones de comunicación, y merecen que los poderes públicos hagan un esfuerzo económico para proteger la identidad de los administrados.

¿Se alzará en Asturias un nacionalismo exacerbado que defienda la invasión colonial del castellano como en otras autonomías? Recordaré algunos momentos clave de la historia.

En el siglo XV, la alta clase social asturiana se implicó en la vida cortesana de Castilla. Y ya era por entonces el castellano un hablar gracioso en la expresión familiar, elegante en círculos elitistas, privilegiado en el entendimiento entre pueblos, preclaro y distinguido.

Nadie impuso leyes para su expansión, ni medios coercitivos para su uso, pero la gente de Castilla señaló tendencia, lució lengua, marcó tipo, imprimió moda y definió estilo.

Gallegos, asturianos, leoneses, aragoneses, catalanes y valencianos los imitaron, aceptaron y se adhirieron a la moda, y lo hicieron con gusto incluso para hacerse comprender entre ellos.

La literatura castellana fue respetada e imitada, se admiró el valor caballeresco, el ingenio, la agudeza, el buen gusto, el estilo, la distinción. Algo parecido le había sucedido al latín unos quince siglos antes.

Entre los siglos XVI y XIX, sólo el castellano se prestó para la transmisión cultural escrita. Así lo hizo el gijonés Jovellanos, que llamó bable al asturiano, inspirado en el latín balbus (tartamudo), con el significado de habla confusa e incorrecta. Y también Clarín, Pérez de Ayala y Alejandro Casona.

En el siglo XIX, la ola romántica puso alas a los nostálgicos, intensificó la personalidad del pueblo, exaltó los sentimientos localistas y fortificó sueños. Fue el despertar a la escritura en gallego y en catalán con fines literarios. Y en este momento, que hubiera podido ser igualmente el de la consolidación del asturiano, se produjo, quién lo iba a decir, el gran retroceso. La burguesía, que participaba en la industrialización, prefirió el español. El pueblo la imitó.

Entrados en el siglo XX, la escolarización y los medios de comunicación arrinconaron el asturiano, apenas usado en la escritura. Por entonces el español se instaló en las clases modestas, y se inició un serio retroceso en los grandes núcleos urbanos, primero en boca de los jóvenes, que son quienes podrían garantizar el futuro, y luego, por mímesis, se internó en las áreas rurales.

Una nueva quiebra se produjo en la generación de 1950. Al abandono masivo del campo lo acompañó el descuido a la lealtad lingüística una vez instalados en la ciudad. El proceso se aceleró, y hacia finales del siglo XX sólo un tercio de la población de Asturias lo utilizaba en distintos grados de destreza e influencias.

En las últimas generaciones la lengua vive arrinconada en comarcas del interior. En el litoral cada vez cuesta más encontrar hablantes.

Espero que a nadie se le ocurra pedir perdón por haber dejado entrar en Asturias la lengua de Castilla. Más les valdría al PSOE, Podemos, y también al Foro Asturias, entender la inocencia de los desplazamientos, y sobre todo las razones de quienes utilizan el español en vez del asturiano. Todo ello sin despreciar el necesario respeto a quienes desean ver normalizada y difundida la lengua que su madre les enseñó.

Tienen las autoridades el deber y la obligación de facilitar los medios para que puedan expresarse en asturiano quienes así lo deseen, sin menospreciar a quienes desean y consideran que han de hacerlo en español o castellano.

Rafael del Moral es sociolingüista y autor del Diccionario Espasa de las lenguas del mundo, Breve historia de las lenguas, Historia de las lenguas hispánicas y Las batallas de la eñe.

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