Si Colombia quiere un cambio real, el 2020 no puede quedar en el olvido

Un hombre agita una bandera colombiana durante una protesta contra el gobierno en Bogotá, Colombia, el 21 de noviembre de 2020. (Daniel Muñoz/AFP vía Getty Images) (Daniel Munoz/AFP/Getty Images)
Un hombre agita una bandera colombiana durante una protesta contra el gobierno en Bogotá, Colombia, el 21 de noviembre de 2020. (Daniel Muñoz/AFP vía Getty Images) (Daniel Munoz/AFP/Getty Images)

Durante las primeras semanas de 2020, Colombia parecía haber despertado de la parálisis que produjo el desconcierto por la falta de gobernabilidad, el poder del uribismo y el cambio de condiciones para el cumplimiento del proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En los albores del año, las encuestas mostraban un pesimismo sustentado en los efectos de la protesta social de fines de 2019, la inseguridad, el desempleo y la corrupción. El presidente Iván Duque tenía en febrero, según la encuesta Gallup, una opinión desfavorable de 71% y una aprobación de solo 23%.

Varios hechos cambiaron la ecuación: por un lado, las protestas sociales que, pese a hechos vandálicos, evidenciaron la inconformidad social. Así mismo, las investigaciones penales contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez —padrino político de Duque— hacían prever que, para la justicia, no había intocables. Con la llegada de la pandemia y el consecuente confinamiento, el proceso judicial pareció estancarse, pero tribunas como la serie web Matarife, un genocida innombrable, que tuvo dos millones de reproducciones cuando se estrenó el 22 de mayo, movió los hilos de la opinión de manera importante. Su creador Daniel Mendoza y la misma serie fueron demandados, pero como lo dice su autor “ganamos todas las tutelas, no hubo una sola que nos ganara ni el uribismo ni Álvaro Uribe, y esto demuestra un cambio de actitud de la jurisdicción”.

Pero, para entonces, ya había llegado el COVID-19 y el confinamiento se convirtió en la llave de oro para tomar medidas que prepararan a Colombia para no sufrir un colapso como el vivido en España e Italia en el primer trimestre de 2020. Y, de paso, para salir del foso oscuro de la desfavorabilidad presidencial.

Sin embargo, el encierro colectivo, que tenía el propósito de bajar la curva de contagios mientras se aumentaban las camas hospitalarias, se tropezó con un grave problema estructural: “El sistema de salud ha estado históricamente enfocado en la curación, no en la prevención”, me explicó Juan Luis Castro, senador y proponente de una gran consulta ciudadana por la salud.

Uno de los problemas más graves que emergió fue la tercerización laboral de los trabajadores de la salud, con intermediarios que reciben el dinero y contratan el talento humano; “se roban las vacaciones, las cesantías, las primas, es el 95% del sector salud”, me dijo el senador Castro y explicó que “al día de hoy tenemos varios hospitales en varias ciudades del país con 12 y hasta 14 meses de no pago de la nómina”.

En medio del caos pandémico, Uribe fue puesto en prisión domiciliaria, que le sería revocada 67 días después, el 10 de octubre. Está, de todas maneras, vinculado al proceso por falsos testigos contra el senador Iván Cepeda. Esto solo profundizó la caída libre de Duque, que se produjo apenas año y medio después de haber asumido el poder, el 7 de agosto de 2018, llevado en hombros por Uribe, su gran elector.

En materia de agenda nacional, tan pronto arrancó la pandemia, el tema de salud se volvió central y arrastró al del desempleo. “Desde mayo-junio, el desempleo se convirtió en el primer tema, empezó a crecer el tema de seguridad y ya desde agosto-septiembre, el desempleo es el primer tema; segundo, crecimiento económico; tercero, salud; y cuarto, seguridad”, me dijo César Caballero, gerente de la encuestadora Cifras y Conceptos. El Departamento Nacional de Estadísticas (DANE) lo corrobora: para el 31 de agosto, las cifras eran demoledoras y más de cuatro millones de personas habían perdido sus trabajos, presentando 20.2% de desempleo.

Con la liberación del confinamiento, el desempleo comenzó a ceder y al 31 de octubre mostró una recuperación al colocarse en 14.7%, todavía muy lejos del 9.8% de octubre de 2019.

Hoy hay nuevas cartas sobre la mesa. Se han identificado más de 40 precandidatos presidenciales para las elecciones de 2022. Los políticos parecen haber comprendido que la única forma de ganar es buscar coaliciones para enfrentar a un desgastado uribismo y buscar salidas a temas cruciales como la paz, la reactivación económica y los problemas de seguridad.

Este año debe ser recordado y examinado por quienes anhelan un cambio en Colombia. Del negacionismo y la indiferencia, que han marcado momentos importantes en medio de la polarización política que vive el país, es necesario pasar a una evaluación de qué sucedió este año y cómo la crisis sanitaria desnudó condiciones enraizadas en el poder y en la sociedad, que han afectado gravemente la gobernabilidad.

Negar las lecciones del 2020 sería darle un espacio a la vieja política. La renovación pasa, pues, por recordar lo aprendido y sufrido durante el año que termina.

Olga Behar es periodista, politóloga y escritora colombiana. Durante más de tres décadas ha investigado sobre el conflicto armado y político de Colombia. Es autora de una veintena de libros.

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