Si no luchamos juntos por nuestro país, no habrá país por el cual luchar

Vivir la pandemia en Venezuela es radicalmente distinto a vivir la pandemia en otras partes del mundo. Para ningún venezolano, sea cual sea su tendencia ideológica, es secreto el estatus de los hospitales, el uso de los cuerpos de seguridad como brazo ejecutor de la persecución y la represión, el desplome de la economía, o la Emergencia Humanitaria Compleja que vivimos. Para la comunidad internacional tampoco lo es.

Según el último informe del Programa Mundial de Alimentación (PMA), uno de cada tres venezolanos vive en inseguridad alimentaria y necesite asistencia, cifra que se traduce en 9,3 millones de personas que hoy no pueden cubrir sus necesidades alimenticias básicas. Y esto, sumado a las cifras de refugiados y migrantes venezolanos que, según ACNUR y OIM, alcanza casi los cinco millones, significa que aproximadamente la mitad de nuestro país es víctima de la Emergencia Humanitaria Compleja.

La situación en el interior del país es aún más crítica: los Estados se han llevado la peor cuota de cortes y racionamientos de luz, agua, e incluso internet y señal móvil. Algunas zonas de Maracay, por ejemplo, han pasado hasta 40 horas sin electricidad y 26 días sin agua. El servicio de transporte también se ha visto interrumpido porque le impiden surtir sus vehículos de gasolina; en consecuencia, el personal médico, administrativo y enfermeras atraviesan aún más dificultades para poder llegar a su trabajo. Y a ello se le suma que los precios de ciertos alimentos han comenzado a incrementarse de manera rápida, haciéndolos inasequibles para la población.

Además, la situación de salud en Venezuela ha decaído de tal forma que han reaparecido enfermedades erradicadas, se han reportado las mayores tasas de casos de sarampión, de difteria y de malaria, y aun así el régimen de forma deliberada no ha publicado los reportes epidemiológicos desde el 2016.

Hoy más que nunca las mentiras y omisiones de los usurpadores ponen en riesgo la vida de millones de compatriotas. Mentir sobre la pandemia puede condenar a muerte a muchos venezolanos.

El régimen ha intentado mantener una imagen de estabilidad, hablando de un sistema de salud “preparado y suficiente”, lo cual está muy alejado de la realidad. Los hospitales de nuestro país pudiesen tener 15.000 camas de hospitalización para atender a los contagiados, si el régimen se hubiera encargado de recuperar las instalaciones disponibles. Al contrario, la corrupción, la indolencia y el mal manejo han llevado al colapso del sistema y a que nuestros hospitales estén en las peores condiciones para enfrentar esta crisis.

De los hospitales en Venezuela, el 62% no cuenta con agua o tiene agua intermitente una vez a la semana. Adicionalmente, el 52% de nuestros hospitales tiene desabastecimiento en medicamentos de emergencia. Las camas de terapia intensiva de los CDI (Centros de Diagnóstico Integral) de las que habla el régimen no tienen el personal especializado para atender este tipo patologías; las camas en centros hoteleros no cuentan con los protocolos de cuidado a pacientes ni con los equipos de protección personal. No explican los escenarios a los que nos pudiéramos enfrentar si este virus no se detiene, ni la gravedad de lo que enfrentamos.

El cómo llegamos hasta acá tiene un solo responsable, la ineficiencia, la corrupción y la indolencia de un modelo político que ha privilegiado el gasto militar y la represión por encima del gasto social y de la inversión en salud. El cómo lo superaremos y cómo será el destino de nuestro país, en cambio, depende de las medidas y de la forma en la que todos abordemos esta emergencia. Para quienes nos dedicamos a la política como forma de servicio, entendemos que este oficio se debe a la gente y que, si no luchamos hoy todos juntos por nuestro país, luego no habrá país por el cual luchar. La política sirve para dar soluciones, no solo para detentar o defender el poder.

Una pandemia como la que hoy atravesamos deja en manifiesto lo vulnerable que es el mundo y sobre todo lo vulnerable que somos los venezolanos. Dentro de la emergencia mundial nosotros somos “la emergencia en la emergencia”. Es por ello que tenemos solo dos opciones: dejar que una vez más la mentira sea quien guíe el discurso y la mezquindad las acciones, o entender realmente la gravedad y la urgencia que hoy nos reclama hacer todo lo posible por intentar salvar vidas. Es decir, permitir que aumente el autoritarismo y la desigualdad, o darle paso a la solidaridad y la cooperación.

Desde el Gobierno Interino, el presidente Juan Guaidó y todos sus representantes hemos colocado a disposición equipos de expertos, especialistas de la salud, recursos y todo el esfuerzo diplomático para coordinar mecanismos con la comunidad internacional para contener, atender y mitigar los efectos que la pandemia puede y dejará en el país. Se ha demostrado también, la disposición y la necesidad de conformar un Gobierno de Emergencia Nacional con todos los sectores políticos y sociales de Venezuela, en aras de implementar un plan nacional que evite la catástrofe ante la emergencia del Covid-19, pues entendemos que la vida de millones de ciudadanos está por encima del cálculo político.

Europa se encuentra hoy como se encontraba hace dos semanas China, y los países a los que el virus ha llegado más tarde, como Venezuela, estamos a dos semanas de como se encuentra Europa. No obstante, tenemos aún tiempo de evitar tasas de contagio tan elevadas si realmente se implementan las medidas tomadas. Si se cumple el distanciamiento social, las medidas de higiene, si se evita la movilización. Estamos a tiempo de actuar para prevenir.

Reconocemos también la gravedad que significan tales medidas para un sector importante de la población que tiene que trabajar todos los días para para poder subsistir, cuyo mayor temor y condena es que se le force a tener que decidir entre su salud, su vida y su salario. A ellos les pedimos extremar las medidas de prevención y precaución.

Hoy, es nuestro deber ser eco del esfuerzo que han hecho los organismos multilaterales en estos últimos meses. Son 180 países los que luchan contra este virus y, en medio de esto, las agencias internacionales están buscando los mecanismos para atender la emergencia en Venezuela. Cada uno de estos esfuerzos deben ser acompañados por la voluntad política, la responsabilidad y la convicción de que estos mecanismos solo pueden ser efectivos si se respetan los principios humanitarios. Salvar una vida, en ningún país, en ninguna circunstancia y en ninguna emergencia, debe estar condicionado por la ideología ni el partidismo.

Hoy más que nunca nuestra solidaridad, nuestro reconocimiento y palabras de ánimo, fuerza y apoyo al gremio de la salud, quienes trabajan con las uñas, exponiendo sus vidas para cumplir con su labor. Ustedes héroes, son el reflejo de esta Venezuela que no se rinde, de la Venezuela donde los buenos somos más. Asimismo, mi reconocimiento a todos los trabajadores del área de alimentación, a los periodistas y medios de comunicación y quienes aún siguen prestando servicio al público en el medio de esta difícil situación.

Superar esta pandemia, se trata de salvar vidas, y salvar vidas depende de la consciencia, la voluntad política, la solidaridad, la empatía y la humildad. Depende de cada uno de nosotros. Por eso no descansamos en todo el esfuerzo de coordinación con multilaterales, con el sistema de respuesta humanitario, con todas las familias de organizaciones que puedan mitigar esta situación en Venezuela, para que juntos podamos salvar la vida de millones de venezolanos y evitar que esta pandemia pueda adquirir niveles trágicos en nuestro país.

Miguel Pizarro es diputado y comisionado ante la ONU de la Asamblea Nacional de Venezuela.

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