Sí, podría haber vida en Júpiter

Al tiempo que el rover del Curiosity inició su emocionante viaje a través de la superficie de Marte hasta el pico del Monte Sharp, es importante saber que este logro fue planeado hace más de 10 años. Una exploración de esta importancia no es para los débiles de corazón, toma tiempo y persistencia.

¿Entonces qué sigue? ¿Qué hay en la línea de espera? ¿Qué revolucionará nuestro entendimiento de la vida en el sistema solar en unos 10 o 20 años? La respuesta es simple, nada. El Curiosity lo es todo. Después del Curiosity no hay hasta el momento otra misión en puerta que explore mundos potencialmente habitables más allá de la Tierra.

¿Pero a dónde queremos llegar? Además de la exploración en Marte, existen varias lunas de Júpiter y Saturno que se cree pueden ser lugares en potencia para la vida.

Estas lunas, nombradas Europa, Enceladus y Titán, están cubiertas con hielo, bajo el cual creemos que existen océanos de agua líquida.

Cuando digo agua líquida me refiero a H2O; si se bebiera probablemente sabría como a un buen trago de agua salada de los océanos aquí en la Tierra.

Son océanos que existen hoy en día y probablemente existen mucho antes de la historia del sistema solar. ¿Por qué es importante? Si algo hemos aprendido de la vida en la Tierra es que en donde encuentres agua, por lo general encuentras vida.

Estas lunas tienen muchísima agua y podrían ser hogares perfectos de ecosistemas alienígenas, cuando digo "ecosistemas alienígenas" me refiero principalmente a microbios y formas simples de vida. Aunque me encantaría descubrir criaturas como esas que salen en la película El Abismo, ¡Seré feliz si encontramos tan solo una partícula considerable de un microbio!-.

Una luna en particular, Europa de Júpiter, podría tener la combinación perfecta de agua líquida y la química necesaria para la vida.

Europa es aproximadamente del mismo tamaño que nuestra luna y debajo de su cobertura de hielo alberga un océano de agua líquida de unos 100 kilómetros de profundidad, mientras el océano terrestre tiene en promedio de 4 a 11 kilómetros. El océano de Europa contiene cerca de 2 a 3 veces el volumen de toda el agua líquida de la Tierra.

Puede ser que haya existido por mucho más de los 4 mil millones de años en la historia de nuestro sistema solar. Europa es el lugar oportuno para ir a buscar otro origen de vida.

Esto es importante por dos razones. Primero, necesitamos saber si el origen de la vida es fácil o complicado. ¿La vida es propicia en cualquier lugar con las condiciones adecuadas o es algo raro en nuestro universo? Segundo, definir si la vida que existe en Europa tiene la bioquímica fundamental de la Tierra: ADN, ARN y proteínas.

Queremos saber si existe o no otra manera diferente de crear vida. ¿Existe una combinación bioquímica distinta a la que vemos aquí en la Tierra? Al explorar Europa podríamos contestar ambas preguntas.

Marte pudo haber sido habitable alguna vez, pero ahí estamos buscando señas de vida atrapada en las rocas, en específico fósiles moleculares de microbios.

Marte y la Tierra son tan cercanos que los impactos de asteroides en el pasado pueden haber imitado formas de vida tanto de uno como de otro. Parece que Europa está muy lejos de tener este tipo de "siembra" interplanetaria.

¿Por qué pensamos que podría existir vida en Europa? Aquí es donde la exploración de nuestro propio océano sirve como guía importante.

La mayor parte de la historia humana se enfoca en descubrir nuevas tierras y explorar continentes. Los descubrimientos más importantes emergen tan solo de explorar la superficie de los océanos.

En la primavera de 1977 se descubrieron que regiones geológicas activas en el piso del océano, conocidas como ventilas hidrotermales, eran hogar de ecosistemas de organismos grandes y pequeños.

Estos ecosistemas sobreviven a pesar de los cambios en el ambiente o la falta de energía directa del sol gracias al proceso de quimiosíntesis, en el cual los organismos reciben vitalidad del flujo químico de las ventilas hidrotermales.

El descubrimiento de ecosistemas en las partes más profundas de nuestro océano transforma nuestra forma de entender la vida aquí en la Tierra y también en medios potencialmente habitables más allá de nuestro planeta.

En Europa esperamos que la temperatura, presión y química del suelo marino no sea tan diferente a la de los nuestros. La primera tarea a realizar es investigar rigurosamente nuestro propio océano para entender mejor los ciclos geológicos y biológicos fundamentales en la Tierra.

El beneficio consistirá en alimentar el conocimiento en pro de extender la exploración a lo largo de nuestro sistema solar.

Pero algunos pueden preguntar: ¿Por qué y para qué estas cosas? Por supuesto, esto no cambiará la manera en la que haces tu café por las mañanas. Claro, las nuevas tecnologías y la creación de empleos son parte del por qué, pero no lo son todo.

Una constante en la civilización humana es la búsqueda de nuevo conocimiento. Exploramos, descubrimos y avanzamos. Desde investigar sobre el cáncer hasta revolucionar nuestro entendimiento del universo.

Frenar esa actividad humana de descubrir, indagar y explorar es una muestra de que nuestra capacidad ha sido limitada por debajo de nuestro potencial. El ritmo de buscar nuevos conocimientos debe continuar y evocar la sabias palabras de Teddy Roosevelt: "Atreverse a cosas importantes".

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Kevin Peter Hand.

Kevin Peter Hand es un científico/astrobiólogo planetario en Pasadena, California. Fue explorador emergente del National Geographic en 2011 y formó parte del desafío, Expedición a lo profundo del mar, que explora el fondo de los océanos en la zona del Mariana Trench.

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