Siempre agradecidos

En esta época presidida por la instantaneidad de los 140 caracteres, en la que tantas veces da la impresión de que los mensajes prevalecen sobre las ideas, y en la que lo actual parece confundirse con lo esencial, con todo eso, aún siguen produciéndose acontecimientos que sirven para recordarnos que nuestra Historia es mucho más que una simple sucesión de instantes y que, por debajo de lo meramente contingente, se encuentran las claves que debemos ser capaces de desentrañar, si de verdad aspiramos a una mínima comprensión de nuestra realidad.

La noticia de la abdicación del Rey Don Juan Carlos pertenece, sin duda, a esa categoría de acontecimientos trascendentales, pues, por encima de cualquier otra consideración, sirve para recordarnos que la Monarquía constitucional es indisociable de las casi cuatro décadas que España ha recorrido, exitosamente, desde un régimen sin libertades hasta la democracia consolidada que es hoy; una democracia que, por supuesto, es perfectible en muchos aspectos como todas lo son, pero que nos sitúa entre los países más avanzados del mundo. La labor de Don Juan Carlos a lo largo de estos años –con el inestimable apoyo de la Reina– ha sido decisiva para el éxito de la gran empresa colectiva que, partiendo de la superación de las discordias heredadas del pasado y de la firme voluntad de no volver a repetir viejos errores, nos ha conducido hasta un régimen de derechos y libertades firmemente asentado, y ha hecho posible nuestra plena incorporación al lugar que nos corresponde en Europa.

La aventura no ha sido fácil (nada que merezca la pena lo es). De hecho, sus inicios fueron arduos e incluso hubo que superar momentos especialmente críticos como el del 23-F. Sin embargo, en medio de esas circunstancias, Don Juan Carlos supo siempre pilotar la nave con éxito, haciendo valer su capacidad de diálogo y su voluntad de integración de las distintas sensibilidades políticas, incluso de aquellas expresamente contrarias a la propia institución monárquica. Con el inestimable concurso de Adolfo Suárez, Don Juan Carlos fue, primero, el gran artífice de la Transición y, después, el factor imprescindible para la consolidación de nuestra democracia constitucional.

La democracia no nos cayó como un regalo del cielo: tuvimos que trabajar para conseguirla. Y deberemos seguir trabajando incansablemente para defenderla y reforzarla. Don Juan Carlos, que supo ganarse a pulso el título de rey de todos los españoles, ha decidido que ha llegado el momento de dar paso a su hijo, el Príncipe de Asturias, en la apasionante tarea de seguir avanzando por la senda de la convivencia, la libertad y el progreso. Don Felipe está perfectamente preparado para esa gran labor que tiene ante sí y para la que cuenta, de partida, con un amplio respaldo social y con todo el apoyo de las instituciones del Estado. Esa nueva etapa está a punto de comenzar. Antes de ello, hoy debemos decir: Majestad, de todo corazón, eternamente agradecidos.

Pío García-Escudero es presidente del Senado.

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