Siete retos para la acción exterior del nuevo Gobierno español

Esta semana ha asumido el cargo con altísimas expectativas la nueva ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación Internacional, Arancha González Laya. Llega a su puesto con la intención declarada de priorizar la cooperación internacional y la recuperación del papel de España en el mundo. Una tarea complicada tras haberse vaciado de recursos hasta el extremo la cooperación en la última década, quedando España al margen de sus últimas tendencias.

La nueva ministra deberá abordar siete retos fundamentales en materia de política exterior y de desarrollo para retomar el papel que le corresponde a España. Varios de ellos exigen la concertación y el trabajo con otros ministerios, en particular con el ministerio de Economía.

Primer reto

Recuperar el presupuesto de cooperación internacional y abordar un proceso ambicioso de refundación y reformas. La lucha contra la pobreza sigue siendo necesaria y una responsabilidad ineludible para España, que cuenta, junto con Suecia, con la población que más apoya la cooperación internacional en la Unión Europea (UE), según el Eurobarómetro. Está incluido en el pacto de Gobierno alcanzar el 0,5% de la AOD sobre la renta nacional en la legislatura que ahora se inicia, alineándose con el conjunto de Europa (hoy estamos a la cola con un marginal 0,17%), pero es necesario asegurar su inclusión en el primer presupuesto del período y establecer un plan de crecimiento.

El sistema de cooperación español, además, se ha quedado obsoleto y se ha mantenido al margen de transformaciones importantes que la cooperación internacional está viviendo. Por ello es necesario un ambicioso plan de reformas institucionales, de recursos humanos y de actualización legislativa. Recursos y reformas que deben servir para fortalecer y transformar la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (Aecid), potenciar la presencia y acción en África subsahariana, reforzar el papel de liderazgo en América Latina, y dotarse de una institucionalidad adecuada para la cooperación financiera. España no debe quedarse al margen de los numerosos estímulos a la convergencia de iniciativas, actores e instrumentos de cooperación que está impulsando la UE.

Segundo reto

Jugar un papel sólido y relevante en el escenario de la UE y multilateral, amenazado por el ultra nacionalismo y las posiciones extremas y viviendo grandes necesidades humanitarias. España debe empezar a ofrecer señales claras de su apuesta multilateral, volviendo a realizar contribuciones acordes a su dimensión, y reforzando su presencia y orientación en los organismos y fondos más prioritarios como UNICEF, UNWomen, ACNUR, el Fondo Global contra el VH, la malaria y la TB, o el Fondo Verde.

Debe recuperar su contribución a misiones de paz como Líbano, Malí o el territorio palestino, y contribuir a las respuestas humanitarias de Siria, Irak, Venezuela o Yemen. La voz, contribución y posición en organismos de carácter financiero y no financiero deben alinearse para asegurar una posición sólida en el exterior: desde las Naciones Unidas al FMI, pasando por el BM, la OMC o la OCDE. Los problemas de financiación y endeudamiento, en particular en África, deben ser atendidos y España situarse a la cabeza en la búsqueda de soluciones.

Tercer reto

Ser parte en la transformación de la economía digital para contribuir a sociedades justas y con un crecimiento inclusivo. Este es un reto mayúsculo y en el que tanto la competencia como la desorientación es grande. Europa no está en cabeza, y España, lastrada por la prolongada interinidad de sus Gobiernos, no tiene tiempo que perder. La aceleración del cambio tecnológico ha traído una revolución digital cuyos efectos pueden ser polarizantes y divisivos, o traer un futuro mejor.

La economía digital ofrece grandes oportunidades y es una revolución imparable, pero el modelo actual de flexibilidad fiscal y laboral, además de la altísima concentración y capacidad financiera en pocos actores no apunta en la buena dirección. Este es el tiempo para promover e invertir en una economía digital que sea correctora de desigualdades y factor de progreso social y ambiental. Ambas dimensiones deben ir unidas, y España debe ser parte del diseño de soluciones europeas y globales que hoy tan solo se atisban.

Cuarto reto

Poner la lucha contra la desigualdad económica en el centro de la política exterior española y europea. La falta de expectativa de un futuro digno y seguro con la que viven amplios sectores de la sociedad en Europa y en otras regiones del mundo explica el descontento y el ascenso de un nacionalismo extremo y peligroso. Trabajar para una mayor cohesión europea, y para la cohesión mundial —con un acento especial en el combate a la desigualdad y la pobreza en África— es la llave para combatir esta inseguridad humana creciente.

Son claves iniciativas de profundo calado económico como la lucha contra la evasión fiscal liderada por la OCDE y el G20, o el apoyo a las políticas para mejorar la recaudación fiscal en países en desarrollo, y otras de mayor calado social como la promoción de la salud y la educación universales o la defensa de la libertad para operar de prensa y organizaciones de la sociedad civil. La alianza con las ONG de desarrollo es clave en este enfoque. España debe además hacer que esa agenda sea central en los planes que la UE iniciará en 2021, y apuntalar la aprobación del presupuesto europeo (MFF) para cuestiones globales en este 2020.

Quinto reto

Poner la igualdad de género en el centro de la política exterior, avanzando hacia una política exterior feminista. Ya lo han hecho Canadá o Suecia, demostrando su factibilidad. En el caso de España, ese abordaje hace necesario otorgarle prioridad al respaldo al trabajo de organizaciones de mujeres y priorizar el papel de las mujeres en la resolución de conflictos.

En los conflictos, la violencia contra las mujeres es mucho más aguda y por tanto su protección y su voz debe ser tomada con la máxima prioridad. España debe jugar un papel especialmente intenso en situaciones acuciantes como las de Colombia, Centroamérica, el Territorio Palestino o Yemen, donde tiene lugar el conflicto armado con mayor número de víctimas en la actualidad. Esa protección implica cobertura diplomática, acción política y también actuaciones de acogida a mujeres amenazadas o perseguidas cuando así se requiera.

Sexto reto

Impulsar el papel de España como potencia en derechos humanos y desarrollo sostenible, integrando en ese campo a actores públicos y privados para una inversión sostenible que impulse un crecimiento inclusivo y asegure el combate a la pobreza. Cumplir de manera escrupulosa la prohibición de venta de armas a países en conflicto o que puedan ser usadas contra población civil es el primer paso.

La Agenda 2030, por otro lado, ofrece el marco para una acción exterior y económica integrada, y es también una guía importante en materia de inversión y actividad de las empresas españolas en el exterior. La excelencia en materia de derechos humanos y sostenibilidad debe ser una creciente seña de identidad, y guiar las actuaciones de apoyo a las exportaciones y la internacionalización de actores públicos españoles. Los sectores de infraestructuras económicas y sociales, energías renovables, reciclaje y la economía social, deben ser parte de este esfuerzo concertado gubernamental, de la sociedad civil, y privado para impulsar el desarrollo sostenible y los derechos humanos.

Séptimo reto

Impulsar una política de gestión migratoria responsable, garantista e inteligente. Frente a la tentación de tratar de calmar a los ultranacionalistas con políticas de una dureza estéril, y poner el foco únicamente en evitar la migración, gastando ingentes cantidades en seguridad, España debe impulsar en Europa una gestión escrupulosa con la protección de los derechos humanos y el derecho de asilo, y que invierta lo necesario para evitar las muertes en el Mediterráneo. Ello implica la búsqueda de fórmulas que permitan que la migración se realice a través de vías legales y seguras. Y el establecimiento de programas para desarrollar y potenciar el talento de personas refugiadas llegadas al viejo continente.

Pese a las palabras firmes de la ministra, la primera señal ofrecida en la estructura del Ministerio presentada en el BOE del 13 de enero, ha sido negativa y difícil de entender. Es imperativo para asegurar el liderazgo de la política de cooperación el contar con una Secretaría de Estado dedicada exclusivamente a esa tarea, separada de cualquier adscripción geográfica, pues resulta disfuncional. Corregir esta decisión de manera urgente en las próximas horas será fundacional. Es imprescindible el liderazgo de la ministra y de la Secretaría de Estado correspondiente para la tarea de reconstruir una política crucial pero maltrecha que trasciende la política de una sola región, y en la que África deberá jugar un papel esencial.

Jaime Atienza Azona es responsable de financiación al desarrollo de Oxfam Intermón.

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