Similitudes entre Grecia y España

Grecia is not Spain. Por Vicente Lozano.

No es lo mismo lo que no es igual. Y ni Grecia es España, ni Podemos es Syriza. La economía griega es cinco veces menor que la española y sólo representa el 2% del PIB de la UE. Antes de que azotara la crisis era ya un Estado cuasifallido por el descontrol de las cuentas públicas. Grecia está rescatada e intervenida. Es decir, el Gobierno heleno -cualquiera, también el previsible de Syriza- tiene en el cogote a los hombres de negro enviados por la Troika, y no tiene margen de actuación sin contar con ellos. Grecia sigue necesitando el dinero del rescate para ir pagando nóminas y pensiones.

España no está en esa precaria situación. El rescate -que lo hubo a la banca- ha terminado y, por tanto, la economía ya no está condicionada por la Troika. Aunque nos sorprenda, nuestro país se pone como ejemplo de reformas bien hechas. En Grecia, pues, la UE, puede hacer experimentos, incluyendo un hipotético abandono del euro. En España, además de que no hay razones objetivas, intentarlo llevaría al desastre a toda la Unión. Somos too big to fail. Grecia, no.

Similitudes entre Grecia y EspañaPodemos tampoco es Syriza. Alexis Tsipras lidera una coalición de partidos de izquierda que existían ya muy estructurados antes de unirse en Syriza. Pablo Iglesias es la cabeza visible de un movimiento asambleario que apenas está recién cohesionado en la cúpula nacional, pero que nadie sabe qué se cuece en los círculos y en las asambleas. Syriza está en el Parlamento griego desde 2004, cuenta con 71 diputados y gobierna unas decenas de ayuntamientos. Podemos sólo tiene el bagaje de los cinco sorprendentes eurodiputados del año pasado. Y nada más. Ni siquiera estructura nacional.

Eso sí. A las dos formaciones les interesa resaltar sus similitudes. A Tsipras, porque le dice a los griegos que no están tan locos, que hay quien piensa como Syriza en uno de los grandes de la UE. Y a Iglesias, porque muestra a los españoles que su ideario político no es una aventura, sino que con él se puede llegar a gobernar.


Parecidos razonables. Por John Müller.

La extrapolación a España de lo que ocurra hoy en Grecia es inevitable y, en cierta medida, acertada. Las semejanzas entre ambos países son muchas. Un hecho que es difícil compartir con otros países europeos es que ambos tuvieron guerras civiles en las que un bando fue hegemonizado por el Partido Comunista que, además, fue derrotado.

Además, por una u otra razón, ambos países desembocaron en la década de 1960 en un autoritarismo burocrático: España por la evolución natural del franquismo y Grecia por el golpe de los coroneles de 1967. En los dos países la transición a la democracia fue pilotada por conservadores que gozaban de la confianza del régimen: Karamanlis y Suárez. Y en ambos el PC sólo fue legalizado tras el fin de la dictadura y sus resultados electorales estuvieron por debajo de las expectativas. En España y Grecia surgieron partidos socialistas fuertes apoyados en líderes carismáticos (Papandreu y González). Los dos entraron en la UE con apenas un lustro de diferencia (Grecia en 1981 y España en 1986). La ventaja griega probablemente se deba a que desde 1952 estaba en la OTAN y España sólo ingresó en 1982.

Tanto en Grecia como en España hubo sectores que rechazaron la Transición. Los nostálgicos del régimen desaparecieron con el paso del tiempo. Pero el irredentismo de izquierda, que denunciaba la Transición como el segundo tiempo de la dictadura, duró más y conectó con nuevos fenómenos. Esa izquierda tuvo su expresión más radical en grupos terroristas como ETA, GRAPO o FRAP en España y el movimiento 17 de Noviembre y ELA en Grecia. Aquí se produjo un divorcio: mientras la opción por la violencia puso sordina al discurso crítico de la Transición y, junto a otros factores, generó cierta apatía política en España, en Grecia desembocó en una generación superpolitizada. En España, sólo cuando el terrorismo retrocedió, esa narración conectó con las frustraciones causadas por la crisis.

Hoy, son los herederos de este discurso crítico de la Transición -Syriza y Podemos- los que parece que serán favorecidos por los electores. Si Syriza no gana y los griegos rechazan esta lectura determinista de su pasado reciente, eso puede prender también en España. Pero si gana, su gestión será considerada un borrador de la que Podemos haría aquí. Si además la UE cede a sus pretensiones económicas se creará un incentivo real para que toda Europa vote a la izquierda.

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