La Política Agrícola Común (PAC) tiene una merecida fama de ser compleja. Por ello, una de mis máximas prioridades es simplificarla. Anteayer se reunieron en Bruselas grandes especialistas en la materia de toda Europa a fin de examinar formas prácticas de reducir el peso administrativo de la PAC, lo que facilitará la vida a los agricultores, que podrán pasar menos tiempo en el despacho y dedicar más horas a las tareas del campo. Asimismo, se reducirá la carga burocrática de las administraciones, lo que supondrá una disminución del gasto público y menores costes para las miles de empresas europeas vinculadas al sector agrario.
Quienes nos ocupamos de la agricultura no estamos trabajando en el vacío. Lograr que disminuya el papeleo es una de las prioridades principales de la Comisión Europea de José Manuel Barroso, especialmente teniendo en cuenta nuestra preocupación por el crecimiento y el empleo. Además, por ser el sector que produce el mayor volumen de normas comunitarias, estamos decididos a cumplir nuestra parte.
Por sus características, la PAC es compleja. Aborda problemas complejos en un entorno geográfico complejo y es el resultado de compromisos políticos difíciles. Pero ello no debe ser una excusa para que no hagamos todo cuanto esté en nuestra mano para simplificar la situación, siempre que sea posible. Ante todo, tenemos que dejar claro en qué no consiste la simplificación: no consiste en deshacerse de la PAC, y tampoco debe pensarse que representa una buena oportunidad para reanudar debates políticos cuyos resultados no se aceptaron con agrado. Pero lo más importante es que esta simplificación no menoscabe el control sobre el dinero del contribuyente. Y hay otros muchos objetivos que podemos alcanzar. Al abordar este asunto, establecemos la diferencia entre la simplificación técnica y política. La primera se refiere a medidas como la revisión de un documento jurídico para hacerlo más comprensible, o la racionalización de los procedimientos administrativos. La segunda tiene por objeto la modificación de las políticas subyacentes, de modo que resulten más sencillas. Por ejemplo, en breve deberemos iniciar un debate sobre el futuro de las cuotas lácteas. Si las cuotas tuviesen que desaparecer, sería un ejemplo de simplificación política en marcha. Pero incluso la simplificación técnica puede arrojar grandes resultados. Actualmente se están dando los últimos toques a la tarea de colocar bajo un único techo a la mayor parte de los regímenes que regulan cada uno de los productos agrícolas: esto es, la creación de una organización de mercados única.
La OCM única sustituirá a 21 organizaciones actuales y permitirá derogar 35 reglamentos del Consejo, lo que aumentará la transparencia, mejorará la calidad de los textos jurídicos y reducirá los costes de las administraciones nacionales y las empresas. Espero poder presentar una propuesta al respecto antes de diciembre para que pueda debatirse a fondo, bajo la Presidencia alemana del Consejo, durante el primer semestre del año próximo. El departamento del que me ocupo en la Comisión ya ha puesto en marcha un plan de actuación consistente en 20 propuestas de modificaciones prácticas que pueden facilitar la vida a los agricultores, a las empresas y a las administraciones nacionales sin modificar la política fundamental. Desde el punto de vista político, también se está avanzando con rapidez. Las reformas que llevamos pactando desde 2003 canalizan en torno al 90 por ciento de los pagos directos a los agricultores hacia el denominado régimen de pago único. Este sencillo sistema reemplaza a la compleja red de subvenciones individuales vinculadas a la producción. Y confío en que absorberá otros pagos a medida que avance el proceso de reforma.
Por su parte, la política de desarrollo rural, que espero cobre mayor importancia en los próximos años, también se ha simplificado considerablemente para el periodo que se inicia en 2007. Un único marco de financiación, programación, gestión financiera y control sustituirá a dos fuentes de financiación, cinco sistemas de programación y tres sistemas de gestión y control. En 2008, realizaremos un chequeo de la PAC para cerciorarnos de que funciona como es debido. Esa actuación representa una oportunidad de oro para simplificar la política. La retirada de tierras de la producción es un buen ejemplo del tipo de medida al que me estoy refiriendo. Pagar a los agricultores por dejar las tierras en barbecho tenía su lógica cuando aquéllos recibían subvenciones basadas en la producción o la superficie sembrada. La tiene mucho menos después de la reforma. La supresión de la retirada de tierras de la producción eliminaría una pesada carga administrativa. Aparte de la cláusula de revisión general, la Comisión también informará sobre el sistema de condicionalidad -las normas mínimas que los agricultores tienen que cumplir para recibir las subvenciones- y las consecuencias de la decisión adoptada por algunos Estados miembros de renunciar a algunas subvenciones vinculadas a la producción. La condicionalidad es un elemento clave para lograr un mayor respaldo de la PAC por parte de los contribuyentes, y su objetivo principal -ofrecer bienes y servicios públicos- debe protegerse. No obstante, creo que puede lograrse que resulte menos oneroso. Asimismo estamos convencidos de que disociar totalmente los pagos de la producción beneficiaría a los agricultores y simplificaría sensiblemente la gestión. Del mismo modo, la propuesta, presentada recientemente, de prorrogar el régimen simplificado de ayuda en ocho países que se integraron en la UE en 2004 resulta perfectamente lógica desde el punto de vista de la simplificación.
Junto a las modificaciones que se pueden realizar a corto plazo, es preciso reflexionar sobre el futuro de la PAC a más largo plazo, con posterioridad a 2013. Una cosa es cierta: cuanto más sencilla sea la PAC, mejor equipada estará para seguir desempeñando el papel fundamental que le corresponde en la economía rural de la UE. Así pues, me alegro de la oportunidad de que nos hayamos reunido para examinar estas cuestiones. La PAC ha mantenido su fortaleza adaptándose a los tiempos. Estoy convencida de que puede desempeñar una función primordial en nuestra campaña en pro de la simplificación.
Mariann Fischer Boel, Comisaria Europea de Agricultura.