Sin novedad en el frente

El mapa político y el resultado electoral amenaza con reeditar la guerra de los cien años en la vida política española. Cómo en la confrontación que arrasó Europa durante los siglos XIV y XV, oscilando la victoria alternativamente entre Francia e Inglaterra, el resultado certifica la tozudez de los errores cometidos tanto por el Gobierno como por el PP. Como era previsible, las primeras comparecencias han permitido a los dos grandes partidos proclamarse ganadores. Lo cierto es que el empate técnico establece que la inmensa batalla de desgaste de esta tensa campaña electoral no ha aclarado nada en los términos en que la plantearon el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. Lo único que ha quedado claro es que la confrontación, como tecnología política, tiene garantizada su continuidad hasta la celebración de las elecciones generales, cuya fecha de convocatoria depende de la decisión personal del presidente de Gobierno.

Si José Luis Rodríguez Zapatero pretendió demonizar la política de obstrucción llevada a cabo por el PP, se ha encontrado con que el partido que lidera Mariano Rajoy es el ganador de estas elecciones en número de votos emitidos --por muy estrecho margen--, que en la tradición electoral española es el pasaporte para soñar con el triunfo en las generales. Como corolario, el plebiscito planteado por el PP contra la política del Gobierno --y muy especialmente la lucha antiterrorista-- no ha conseguido deslegitimarle en sus intentos de negociar con ETA. Si la razón fuera el fundamento de la acción política, el resultado invitaría al entendimiento en materias esenciales; no está en la genética política de la clase dirigente que nos ha tocado sufrir en este momento de la historia de España.

Hay señales alarmantes para la trayectoria personal de Rodríguez Zapatero que debieran llevarle a reflexionar sobre la inmensa brecha abierta en la sociedad española, construida sobre la incomunicación existente entre los dos grandes partidos. La primera, sin duda, es la abrumadora victoria de los dos candidatos populares en la ciudad y la comunidad de Madrid. Invirtiendo la carga de la prueba, la brutal derrota de Miguel Sebastián, hundido sobre los resultados con los que en su día Trinidad Jiménez perdió las elecciones, obliga a una profunda crisis en el PSOE, cuyas consecuencias son imprevisibles. Los resultados del "candidato ganador", Sebastián, ungido personalmente y a espaldas del partido por el presidente del Gobierno, rompiendo una tradición consolidada en el PSOE de legitimar las decisiones en procedimientos partidarios, señalan personalmente al secretario general del PSOE como directo responsable de la catástrofe de Madrid. ¿Puede sentirse cómodo Rodríguez Zapatero en el Gobierno de España con el resultado de su apuesta?

Quedan incógnitas para la microcirugía de los próximos días. Las comunidades autónomas donde el PP ha perdido mayoría absoluta, Navarra, y Baleares, y Canarias, donde el PSOE ha sido la fuerza más votada, serán escenario de pactos por lo que tardaremos algunos días en conocer el mapa definitivo del poder autonómico en España. En todo caso, el PSOE necesitará reeditar el know-how empleado para acceder al Gobierno de la Generalitat de Catalunya, con pactos complejos con partidos incómodos, para cocinar sopas de letras como soporte de gobiernos autonómicos. Si consigue consumar esos difíciles acuerdos, es posible que Navarra, Baleares y Canarias cambien de mano y se constituyan en la mejor rentabilidad socialista de este proceso electoral. Pero son algunos de ellos caramelos envenenados. El proceso de desgaste para el PSOE que deparó la constitución de los dos gobiernos tripartitos en Catalunya puede tener ahora un efecto amplificado, si finalmente se reedita un Gobierno en Baleares con los grupos nacionalistas locales y mucho más aún en Navarra, con el asentamiento de un Gobierno con peso definitivo de partidos nacionalistas partidarios de la integración de Navarra en Euskadi.

No hay señales de inteligencia ni en el presidente del Gobierno ni en el líder de la oposición para un proceso autocrítico. Lo previsible es más de lo mismo, sin tener en cuenta que la división de España en dos, apoyando cada una de las partes a partidos que son irreconciliables, es un escenario peligroso para situaciones muy enmarañadas. En ellas, el empecinamiento cruzado del líder de la oposición, de utilizar la lucha antiterrorista, y del presidente, de seguir intentando, sin el apoyo de aquel partido, la negociación con ETA, remite a esta siniestra organización a seguir marcando el control de la agenda política. Seguiremos viviendo en el sobresalto.

Si la abstención en estas elecciones --sustancialmente preocupante en feudos tradicionales del PSOE como Andalucía y Catalunya-- es un índice del distanciamiento de la política de quienes no aceptan la crispación, los escenarios que se dibujan son aún más complejos.

Como en la guera de los cien años, habrá contextos cambiantes en incursiones que siempre son de desgaste. Europa quedó arrasada en la brutal confrontación de Inglaterra y Francia. Esperemos que nuestro escenario, después de estas batalla sea, sencillamente, transitable.

Carlos Carnicero, periodista.