Sobre el imperio de la ley

La lucha por el Estado de derecho, por la Justicia, en definitiva, es el primero de los propósitos de la noble vocación del jurista. Pero, ¿como conseguir compartir con todos, en cada rincón de la sociedad, qué es y qué nos jugamos con el Estado de derecho, con el imperio de la ley?

El imperio de la ley es la única alternativa al imperio de la fuerza. Solo bajo el gobierno de las leyes, el ser humano puede vivir en paz y en libertad. Si no nos sometemos al derecho, las fauces del totalitarismo acechan y amenazan con devorar la libertad y la convivencia. Han sido breves, históricamente, los tiempos en los que mujeres y hombres han vivido en sistemas

de organización social donde la dignidad humana ha sido el centro y el límite de toda acción de poder. Pero aun en esos tiempos, en las antiguas democracias atenienses o romanas, o en los actuales sistemas constitucionales, la lucha contra el abuso de poder es dramática, constante. Ya lo advirtió Aristóteles. El poder, todo poder, tiende a perpetuarse, y a continuación a corromperse.

El imperio de la ley es un concepto esencial en la relación entre el individuo y el poder público. El ejercicio del poder es legítimo solo si está basado y es limitado por el derecho. Su legitimación solo se concede si su ejercicio es conforme a la legislación y a la Constitución. La legalidad del poder, su conformidad a la legislación, es necesaria pero no basta. La constitucionalidad de las leyes es realmente el requisito principal que deriva del elemento básico del imperio de la ley: la primacía de la Constitución.

La última finalidad del Estado de derecho y en particular del Derecho Constitucional, es proteger y promover al individuo. La Constitución está basada en el reconocimiento de la dignidad humana como valor supremo y de su principio gemelo, el principio de libertad. El imperio de la ley está por ello inseparablemente unido a la democracia.

Hoy, España rinde homenaje a grandes mujeres juristas, baluartes y defensoras del Estado de derecho. La World Jurist Association organiza, por cuarta vez en sus sesenta años de historia, un evento magno en nuestro país para seguir proclamando la necesidad de promover el gobierno de las leyes como base y fundamento de nuestra vida en libertad. En 2019, hace apenas un par de años, en el Teatro Real de Madrid, ante dos mil trescientos testigos llegados de todos los rincones del globo, la World Jurist Asociation otorgó su máximo galardón, el World Peace and Liberty Award, a Su Majestad Felipe VI que representaba, como primera institución del Estado, la eficaz defensa de la democracia y de nuestra Constitución. La figura Felipe VI, un estadista joven y maduro a la vez, se inscribía así en la tradición representada por los, personajes históricos galardonados previamente: Winston Churchill, René Cassin y Nelson Mandela. Felipe VI encarnó en aquellas horas decisivas el valor de las instituciones para defender el marco de convivencia en una sociedad plural. Su liderazgo y el normal funcionamiento de la Administración de Justicia demostraron las sólidas raíces del Estado de derecho en España. Gracias a ellos, se puso de manifiesto que nadie puede situarse por encima de la ley, auténtica garante de la libertad y de la convivencia pacífica.

Apenas 12 meses después, la World Jurist volvió a reconocer el trabajo de una persona con impacto global a favor de la causa de la paz y la libertad a través del derecho. En esta ocasión fue Ruth Bather Ginsburg. Quisimos, en su último gran acto publico, promover los valores que ella inspiró. Particularmente su dedicación eficaz e infatigable, inteligente y comprometida hasta la entrega total, a favor del imperio de la ley y de la igualdad de todos ante la misma.

En el mundo hay y habrá otras Ruth B Ginsburg. Mujeres que han sido decisivas para que toda la sociedad encuentre cobijo bajo el imperio de la ley. Es el caso de todas las premiadas con las medallas que llevan su nombre y se entregan por primera vez esta mañana en Madrid, en el marco de la presentación del Congreso Mundial del Derecho 2021, que se celebrara en Barranquilla, Colombia, los días 2 y 3 de diciembre. Ellas son la francesa Christine Lagarde, la australiana Gillian Triggs, la norteamericana Maite Oronoz, la peruana Luz Ibáñez, la surcoreana Youn Hye Kim, la sudafricana Navi Pillay y la española Rosario Silva. Será el propio Felipe VI, el único titular hoy vivo del World Peace and Liberty Award, quien, acompañado de Jane Ginsburg, las entregue.

No podemos olvidar el momento particular que aun vivimos en España. Están en juego actualmente dos concepciones de la ley. Según la primera, el derecho es un instrumento del poder político para imponer su voluntad. La segunda lo concibe como la expresión de la libertad de la sociedad para organizar su pluralidad y crear unas reglas de juego que todos respeten. Frente al ataque secesionista, la ley y la democracia defendieron el marco de convivencia que nos dimos todos los españoles. Es importante que los representantes públicos cumplan con su obligación de respetar el Estado de derecho, sin desvirtuarlo por la puerta de atrás, pues es el camino que conduce a las democracias populistas, donde la arbitrariedad alcanza el poder de subyugar la libertad y la dignidad de cada persona. Sustraerse al imperio de la ley, acudiendo a instancias ideológicas o sociológicas, supone corromper las instituciones, manteniendo su apariencia de neutralidad pero utilizándola en favor de una parte de los ciudadanos contra otros. Esta es la corrupción más peligrosa para la democracia, porque socava sus mismos cimientos e inutiliza los mecanismos institucionales que posee para protegerse y regenerarse. Agradezco por ello a todos los presidentes de Tribunales Supremos e Internacionales que han llegado a Madrid su permanente apoyo a la causa de la democracia basada en el imperio de la ley.

Javier Cremades es presidente de la World Jurist Association.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *