Sobre la necesaria cooperación hispano-francesa

En el mes de septiembre, una delegación de diputados franceses, miembros de la Comisión de Defensa Nacional y de las Fuerzas Armadas de la Asamblea Nacional que tengo el honor de presidir, viajó a España. Esta misión tuvo dos objetivos: por un lado, reunirse con nuestros colegas del Congreso de los Diputados y contribuir de esa forma al acercamiento necesario de nuestras respectivas culturas estratégicas; y por otro, visitar la planta de Airbus en Getafe, cerca de Madrid, tercera mayor instalación aeroespacial de Europa.

Se trataba de una cita importante para nuestra delegación: nuestros países, nuestros conciudadanos, y más ampliamente toda Europa, necesitan que conversemos sobre los retos de defensa, porque hoy, el mundo es más peligroso y más volátil que en 1957, cuando se firmó el Tratado de Roma, o que en 1986, cuando España se unió a la Comunidad Económica Europea.

La cooperación militar hispano-francesa es una baza esencial en este debate en pro de una Europa más fuerte frente a las amenazas que la rodean: de hecho, la última cumbre bilateral hispano-francesa del pasado 15 de marzo en Montauban subrayó su importancia. A pocos días de la fiesta nacional española, resulta primordial decirlo porque Francia y España comparten el mismo análisis de los principales retos de seguridad a los que se enfrenta Europa, en particular en el flanco sur, y decir también que no habría ninguna proyección europea sin un eje Madrid-París.

En Francia, sabemos que la operación Barkhane contra el terrorismo en el Sahel debe mucho al destacamento aéreo español Marfil, estacionado en Senegal, así como al trabajo de los militares españoles que se incorporaron a la misión de la UE en Malí (EUTM Mali). En esa zona, Europa defiende intereses de seguridad evidentes, que van más allá de las problemáticas de Malí: grupos terroristas tratan de golpear nuestro territorio y subvierten a los Estados locales al mismo tiempo que existen estrategias de influencia indirectas, de Rusia por ejemplo, que tratan de aprovecharse de ello para debilitar insidiosamente a Europa. A pesar del abatimiento de los grupos terroristas, los riesgos sahelianos persisten y nuestros esfuerzos militares han de adaptarse de forma continua. Ese es el motivo por el que se reorganiza ahora la operación Barkhane, que sigue movilizada en Malí. En otros teatros, acogemos con satisfacción la presencia coordinada de nuestras dos armadas en el golfo de Guinea o la misión europea Atalanta que lucha contra la piratería frente a las costas del Cuerno de África. Pero estamos convencidos de que nuestra cooperación operativa puede ir aún más lejos para ayudar a Europa a ponerse a la altura de los desafíos que encara, en particular para aumentar la estabilización del Mediterráneo oriental, para luchar contra el terrorismo saheliano con la task force europea Takuba o para luchar contra los tráficos ilegales de bienes y personas.

Y también valoramos la importancia de la cooperación en el fomento de las capacidades, como lo demuestra el lanzamiento de la nueva fase del programa del Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS) que se anunció el pasado 30 de agosto. A pesar de las dificultades y de lo complejo que es un proyecto de esa envergadura, los europeos -empezando por los españoles y los franceses- son capaces de avanzar. Orgullosos de las asociaciones que han ido creando nuestras industrias aeronáuticas y que les ha permitido ser los protagonistas de otros proyectos estructurales como el A400M, el avión cisterna A330 MRTT o la renovación del helicóptero Tigre, estamos convencidos de que nuestros trabajos comunes van preparando de forma concreta la autonomía estratégica que necesita Europa, cuando la báscula de las prioridades americanas que se inclinan hacia Asia debilita a la OTAN. Deseosos de una mayor cercanía en los ámbitos terrestre y marítimo, queremos que la pareja hispano-francesa sea un impulsor eficaz, que permita a la defensa de Europa apoyarse en una industria europea de la defensa que nos aleje de dependencias de capacidad que limitarían nuestra autonomía estratégica.

No nos equivoquemos, el futuro estratégico de Europa y su capacidad de hacerse escuchar son frágiles. Dos acontecimientos recientes nos lo recuerdan. La Unión Europea y sus miembros se vieron desatendidos en Kabul por unos Estados Unidos que da preferencia a un unilateralismo sin cooperación. Por su parte, Washington apartó a Francia, sin consulta alguna, de una asociación industrial y estratégica con Australia que contribuía directamente a consolidar el lugar que ocupa Europa en el Indo-Pacífico. Si los Estados de la Unión Europea no consiguen acercar sus culturas estratégicas, hacerse con herramientas comunes de intervención, ni desarrollar capacidades autónomas, otros se encargarán de imponerles su agenda, sus condiciones, sus intereses. En resumen, nos expondríamos a dinámicas de vasallaje político y tecnológico. Juntos es como podemos trazar otro futuro. No se trata de reavivar debates obsoletos sobre el lugar que ocupa Francia en la OTAN. Sí, la defensa colectiva de Europa necesita a la OTAN, pero el artículo 5 del tratado de la Alianza no puede ignorar la existencia de una Europa que se reconoce como actor geopolítico: de eso es de lo que hay que hablar para que la OTAN camine con dos piernas.

Las relaciones de fuerza se han vuelto a convertir en la gramática de las relaciones internacionales. España y Francia tienen mucho que aportar para ayudar a Europa a asumirlo y responder a ello. Estratégicas, operativas, de capacitación, nuestras coincidencias de posturas son muchas para consolidar la capacidad de Europa de creerse y actuar como un actor geopolítico. La Presidencia francesa de la Unión Europea en el primer semestre de 2022 y la española en el segundo semestre de 2023 brindarán muchas oportunidades para alcanzar hitos importantes, como de hecho lo acaba de mencionar la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen el 15 de septiembre, haciendo un llamamiento a la Unión para que impulse a un ritmo mayor la construcción de la Europa de la Defensa. También será la mejor forma de llegar a ser constructivos en la próxima cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid, en 2022.

Françoise Dumas es presidenta de la Comisión de Defensa Nacional y de las Fuerzas Armadas de la Asamblea Nacional francesa.

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