Sobre liberales y socialistas

Por Agustín Squella (EL MERCURIO, 27/02/04):

El liberalsocialismo de Norberto Bobbio ha sido destacado en muchos artículos de prensa publicados con motivo de la reciente muerte del filósofo del derecho. Se trata de una expresión que utilizó el propio autor italiano, y en la que vale la pena detenerse un instante. Liberalsocialismo es una expresión que puede sonar extraña, e incluso contradictoria, puesto que sugiere que liberalismo y socialismo son compatibles y que se puede ser, a la vez, liberal y socialista. Extraña y contradictoria expresión, porque estamos acostumbrados a ver al liberalismo y al socialismo como opuestos, olvidando que el liberalismo es básicamente igualitario, y el socialismo, fundamentalmente libertario.

Otra cosa es que el neoliberalismo - una versión empobrecida e interesada del liberalismo- se comporte hoy con desprecio por la igualdad, y que los socialismos reales - una aplicación abusiva y distorsionada de las ideas socialistas- hayan pisoteado la libertad de los individuos.

Si el valor principal del liberalismo es la libertad, mientras que el del socialismo es la igualdad, a lo que Bobbio alude con liberalsocialismo es a una posición política que combina ambos valores y que no está dispuesta a inmolar uno en nombre del otro, que es lo que hacen el neoliberalismo y los socialismosreales. El primero sostiene que para conservar la libertad es preciso olvidarse de la igualdad, mientras que los segundos recomiendan dejar de pensar en la libertad si se desea alcanzar alguna igualdad en las condiciones de vida de las personas.

Lo que hace Bobbio es reaccionar contra quienes quieren hacernos creer que para tener libertad es preciso sacrificar la igualdad y, a la vez, contra quienes propician el sacrificio inverso; esto es, inmolar la libertad en nombre de la igualdad. Bobbio sabe que estos valores, llevados cada cual por su lado, pueden colisionar entre sí, y que lo que hay que hacer no es eliminar uno en nombre del otro, sino balancearlos, hasta donde resulte posible, de manera de llegar a tener sociedades libres e iguales. Lo cual quiere decir sociedades en las que existen las libertades, y en las que, a la par, han desaparecido las desigualdades profundas en las condiciones de vida de la gente. Sociedades donde las personas disfrutan de la libertad, pero comen también tres veces al día y tienen oportunidades reales de mejorar su condición y la de sus hijos.

Una sociedad decente no es sólo una sociedad de libertades, sino una en la que a la igualdad jurídica y política de las personas se suma una cierta igualdad en las condiciones materiales de vida, puesto que, ¿cuál puede ser el sentido de las libertades para personas que viven en la indigencia o en la pobreza extrema?

Vistas las cosas de este modo, la igualdad no es enemiga de la libertad, sino condición para el efectivo ejercicio de ésta. El liberalsocialismo no es una contradicción. Lo que pretende ser es una síntesis. O, mejor aún, un retorno a las raíces igualitarias del liberalismo, a veces olvidadas por éste, y un regreso al origen libertario del socialismo, muchas veces traicionado por éste. Algunos podrán llamarlo liberalismo igualitario, liberalismo progresista o liberalismo de izquierda, aunque lo cierto es que se trata de una tendencia que procura alejarse de la simpleza de quienes quisieran hacernos optar, fatalmente, entre libertad e igualdad.