Sobrevivir en el mundo de la posverdad

A pesar de las falsedades que algunos políticos promueven, los hechos continúan siendo de importancia, por lo que concebir los hechos de manera correcta es esencial para la supervivencia. Estoy convencido de esto, debido que regularmente veo las consecuencias mortales de entender los hechos de manera errónea.

Soy ecólogo del comportamiento, y estudio cómo los animales evalúan y manejan el riesgo de depredación. Sin embargo, en vez de estudiar a depredadores llamativos – aquellos con dientes afilados, ataques sigilosos y habilidades de correr a velocidades impresionantes – me concentro en estudiar a quienes se convierten en su alimento.

Algunos ualabíes utilizan mal la información sobre los hechos. Con demasiada frecuencia, estos bocadillos de cuatro patas ignoran la información que está justo en sus narices – como crujidos en los arbustos o el olor que esparce un carnívoro al pasar. Y, pagan caro por ignorar esto, al recibir una repentina herida de garras o un apretón de una mandíbula poderosa.

Sin embargo, mi investigación ha demostrado que muchos animales que pueden convertirse en alimentos – como ser marmotas, aves, lagartos, peces e invertebrados marinos sésiles – tienen mejores habilidades para evaluar el peligro. En el año 1979, los ecologistas Richard Dawkins y John Krebs propusieron el “principio vida-cena”, que sostiene que las presas, que tienen mucho más que perder que los depredadores, son ‘supervivencionalistas’ más creativos. El riesgo de ser devorado – y por lo tanto, el riesgo de se elimine su variedad genética – proporciona un fuerte incentivo para mejorar el comportamiento. Para el depredador, la única consecuencia del fracaso es pasar hambre hasta la siguiente comida.

Podemos observar el principio de vida-cena en el trabajo a nuestro alrededor. Cuando las aves o patos costeros se reúnen en bandadas cuando un perro corre por la playa o a lo largo de un estanque, es porque estas aves entienden que hay seguridad al ser muchos. Las personas hacen lo mismo. Nos sentimos más ansiosos, por ejemplo, cuando navegamos solos, porque sabemos que, en el caso extremadamente improbable de que un tiburón decida que quiere una comida de fibra de vidrio y neopreno, nuestras probabilidades de supervivencia aumentan cuando el tiburón tiene más de un solo blanco para escoger.

Las personas, al igual que los animales, necesitan datos fidedignos y veraces para tomar buenas decisiones. Una vez, cuando estudiaba a las marmotas en la cordillera de Karakoram entre China y Pakistán, la falta de datos sobre los hechos casi me condujo hacia mi muerte. Una tormenta que parecía ser un cataclismo y los deslizamientos de tierra resultantes cortaron todo acceso hacia dentro y fuera del lugar donde llevaba a cabo el estudio, lo que me desorientó a momento de tratar de salir de allí. A medida que las condiciones climatológicas empeoraron, se hizo imposible elaborar una estrategia de salida.

Debido a que me encontraba luchando contra la fiebre tifoidea y tenía una gran cantidad de equipo de investigación conmigo, simplemente no tenía la energía para caminar a través de kilómetros llenos de rocas y fango que se habían desplomado. Sólo días después, cuando pasó la amenaza y finalmente pude salir de la zona, me di cuenta cuán inútil era la información disponible sobre carreteras y rutas alternativas que estuve usando.

Si bien cualquier científico que se precie a sí mismo debe cuestionar todo y ser crítico del conocimiento aceptado, es posible hacer pronósticos, diseñar experimentos para recopilar datos y, después de analizar esos datos, extraer conclusiones que apoyen o refuercen un pronóstico que se hizo al principio. Aprendemos – y la ciencia avanza – al constantemente poner a prueba las suposiciones contrastándolas con información fresca y objetiva. De esta manera, probamos y perfeccionamos nuestras ideas hasta que nos quedamos con una conclusión que no puede ser fácilmente refutada. Llamamos a esto nuestra “verdad revelada”.

Pero la verdad científica revelada está siempre sujeta a un nuevo análisis, a un nuevo escrutinio y a una nueva interpretación. Siempre se considera provisional – es decir, sujeta a posteriormente ser puesta en duda – en lugar de convertirse en un dogma plenamente aceptado.

Cuando los científicos y el público en general, descartan hipótesis bien sustentadas citando lo que se denomina como hechos alternativos, apoyados por nada más que una emoción o creencia personal (lo que se denomina ‘posverdad’ en lenguaje político), perdemos una oportunidad importante para fortalecer nuestro análisis. Cuando descartamos sin pensar dos veces artículos bien documentados con hechos comprobados y los denominamos “noticias falsas”, no utilizamos pruebas para apoyar nuestras conclusiones. En la política como en la ciencia, cuando descartamos la verdad revelada, aumentamos la probabilidad de resultados catastróficamente malos.

Las personas han sobrevivido porque sus antepasados concibieron los hechos correctamente, tal como las aves costeras que se reúnen en bandadas ante una señal de peligro. En todos los aspectos de la vida, debemos insistir en un proceso científico que fundamenta decisiones sobre observaciones acumuladas. Si, y cuando, se tiene suficiente evidencia para apoyar una conclusión específica, debemos aceptarla. El análisis continuo y autocrítico es esencial, pero sólo si se introducen nuevas ideas, nuevas pruebas o nuevos métodos experimentales.

Para la humanidad, emular la ingenuidad de los ualabíes frente a los depredadores, y simplemente ignorar el crujido en los arbustos, no es manera de evitar ser asesinado. Por el contrario, es una receta certera que conduce a la extinción.

Daniel T. Blumstein is a professor at the UCLA Department of Ecology and Evolutionary Biology and the UCLA Institute of the Environment and Sustainability. His most recent book, co-edited with William E. Cooper, Jr., is Escaping From Predators: An Integrative View of Escape Decisions. Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.

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